No tengo recuerdos lindos, sólo un infierno tras de mí.
La semana después de la fiesta, Caroline me dio un ascenso. Pasé de ser su secretaria a ser su asistente por el simple hecho de haber hecho una buena fiesta.
-No es sólo por eso, Carlee. Has demostrado que eres buena en esto. Aparte, te ves bien en vestido, y eso es muy necesario en este trabajo- me había dicho, pero yo no sentía que mereciera un ascenso. Las vacaciones escolares estaban cada vez más cerca, y por lo tanto, Will se iría a un campamento. Me quedaría sola. Puta vida.
No había sabido nada de Dallas desde la fiesta y aquella rosa en mi escritorio, sin embargo, Amy no me dejaba en paz haciendo preguntas como "¿te gusta? ¿es guapo? ¿se van casar?", cosas que yo, o bien negaba, o no respondía. Aunque me parecía divertido lo que me preguntaba, a veces terminaba por irritarme. Terminé con mi horario y le pregunté a mi jefa si podía irme. Le dije adiós a la pelirroja y emprendí el camino a casa, pero afuera de la librería estaba el mismo Cadillac que yo reconocía como el auto de mis defensores, y fuera de él, los mismos que me habían protegido.
-Vean a quien tenemos aquí, la misma Carlee, en carne y hueso- dijo uno de ellos. Me impresioné al oír mi nombre, ya que yo no recordaba los suyos.
-Este, ¿hola?- dije. Uno de ellos se acercó a mí y me besó la mejilla.
-Siento que te conozco desde siempre, es que este desgraciado no hace nada más que hablar de ti- pronunció señalando a Dallas. Sonreí, algo sonrojada.
-En cambio yo, no recuerdo ni sus nombres- me sinceré. Rieron. A los se les marcaban unas arrugas en las comisuras de los labios.
-Bueno, lo tomaremos como una ofensa- dijo uno de ellos, divertido.
-Yo soy Deviss- dijo él más alto de ellos, de cabello rubio y ojos negros, algo que contrastaba con su piel blanca.
-Y yo Evan, como podrás darte cuenta, el más atractivo- dijo con un tono egocéntrico, fingido, claramente. Este era como el negativo de los tres, moreno, cabello negro y ojos negros también.
-Me presentaría, pero creo que ya saben quién soy- dije, dándole una mirada a Dallas, que estaba recargado en el Cadillac, viendo la escena divertido y con un aire confiado. Llevaba un pantalón de mezclilla, camisa blanca y un saco negro. Podría haberle pasado la lengua por todo el cuerpo. POR TODO EL CUERPO.
-Yo no les he dicho nada, porque, te recuerdo que, solo sé tu nombre y que tienes un hermano- pronunció aquel enumerando con los dedos, sacándome de mi fantasía.
-Bueno, me tengo que retirar, mi hermano espera en casa y ya es bastante tarde- miré el reloj que llevaba en la muñeca- un placer conocerlos, y muchísimas gracias por lo de la otra vez- les dije, ofreciéndoles una sonrisa genuina.
-Nos encantaría platicar más, ¿crees que podamos hacer algo otro día?- preguntó Evan.
-Supongo, aunque no estoy segura, si no estoy en la escuela, estoy trabajando- dije pensativa.
-¿Puedo llevarte a tu casa?- preguntó el hijo de mi jefa, interviniendo en la conversación. Los otros dos lo miraron.
-No lo sé- dudé.
-Vamos, no fuiste tú la que dijo que había que desafiar al destino- Reí. Deviss y Evan estaban murmurando a un lado de nosotros, fingiendo que no nos oían.
-¿Desafiaría al destino si permito que me lleve a mi casa?- cuestioné riendo.
-Sí. Tu destino es ir a casa caminando o en autobús. Así que esto, claramente es un desafío.
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Confesiones Rosadas
Teen FictionCuando nunca se ha tenido sueños o esperanzas, ni se ha conocido la más mínima felicidad, cuando desde niña solo se ha sido consciente del abuso, la humillación, la depresión y la soledad, ¿qué se puede esperar? Carlee Borgens ha trabajado duro y...