XVI

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Love doesn't discriminate
Between the sinners
And the saints
It takes and it takes and it takes
And we keep loving anyway
We laugh and we cry
And we break
And we make our mistakes
And if there's a reason I'm by her side
When so many have tried
Then I'm willing to wait for it
I'm willing to wait for it

-Wait for it, Hamilton.



No he podido olvidar a Tyler Borgens. Mi padre, en mi infancia, era lo que se podría describir como una típica persona de casi treinta años. Se mantenía en forma gracias al ejercicio, pero su estómago era abultado. Siempre olía a cerveza y cigarrillos, disfrazado de colonia que mamá le había regalado en navidad. Me sonreía de manera escalofriante, sabiendo que causaba en mí pánico inevitable.

Y lo seguía haciendo.

         Cerré los ojos al leer aquella nota, recordando lo que nos había hecho pasar, e imaginando lo que nos podría hacer. Dallas me llevó en auto hasta la escuela de Will, de seguro pensando lo mismo que yo. Cuando llegamos, solté el aire de mis pulmones y sonreí abiertamente al ver a mi hermano con sus amigos en las escaleras.

-¡Will!- vociferé. Volteó y me miró extrañado. Murmuró algo a sus amigos y caminó hacia nosotros. Había discutido con Dallas sobre si decir o no a Will lo que estaba pasando. Él decía sí. Yo decía no. Mi hermano me abrazó fuertemente y besó mi cabeza.

Éste quería algo.

-Bien, quiero que sepas que no tienes permiso para salir o que no te daré dinero y mucho menos te compraré un auto o lo que sea que vayas a pedirme- bromeé.

-Lo creas o no, me da gusto verte- susurró.

-Eso es una idiotez. Nos vimos en la mañana, Will- le respondí.

-Tyler estuvo aquí- dijo. Y por ese segundo pareció que el mundo se detuvo. Entreabrí los labios para tomar aire. Dallas se situó a un lado mío.

-Díselo- ordenó con voz suave. Lo observé, aunque él quisiera ocultarlo, noté el miedo en su voz.

-¿Qué me diga qué?- Will había cruzado los brazos sobre el pecho, hasta ese momento percibí que su labio tenía una abertura. Le quité un mechón de cabello que le había caído sobre el rostro y acaricié la herida.

-¿Qué te pasó?

-Tyler- respondió. Suspiré- ahora dime, ¿hay algo que tenga que saber?

       Dejé que los segundos pasaran, alargando el momento de contar la verdad. Tenía miedo. No experimentaba esa sensación muchas veces, de hecho, los últimos años no me había pasado.

Eso debiste haberlo pensado en un principio, no ahora, estúpida. La verdad debe ser dicha.

-¿Recuerdas el campamento al que fuiste el año antepasado?- esperé a que asintiera. ¿Por dónde empezar? ¿Cómo decirle que su padre había asesinado a su madre?

-Maldición, Carlee, sólo dime que pasa. Me estás poniendo nervioso- confesó.

-Vamos a casa, te limpiaré la herida- murmuré abriendo la puerta para que pasara.

-No puedes mentirle toda la vida- me reprendió Dallas.

-Lo sé, se lo diré, lo prometo- acepté.

       Dallas nos dejó en nuestra casa, y se fue, con la excusa de tener pendientes en la editorial. Solté el aire y entré detrás de Will. Limpié su herida y fui a la cocina por algo para beber.

-Sé lo que estás haciendo- pronunció- sólo dime, Carlee.

-Yo fui a verlo- susurré- yo hice esto. No debí hacerlo. Yo lo provoqué y ahora no sé qué va a pasar.

Will se balanceó de un lado al otro, hasta que se acercó a mí.

-Sé que fuiste a verlo al psiquiátrico.

Abrí los ojos.

-¿Cómo lo sabes?- pregunté.

-Dallas- dijimos al unísono.

Maldito traidor.

-Sí, él me lo dijo, pero no te molestes con él, sólo quería cuidarte. Lo que no sé, es porque está, o estaba en un psiquiátrico y porque salió del mismo.

El balde de agua fría pendía justo encima de su cabeza, a la espera de que toda la verdad fuera dicha.

-Él, hizo algo- inicié.

-¿Qué? Está asustándome.

-Él asesinó a alguien- dije. Abrió los ojos y sopesó mis palabras.

No sé cuánto tiempo pasó para qué hablara.

-Eso suena a algo que él haría- pronunció conmocionado.

-Él mató a mamá- concluí. Dio un paso atrás y suspiró aterrado.

-Eso explica todo- dijo. Le mostré la nota que habían dejado en nuestra casa y lo vi temblar. Relaté absolutamente todo, sin olvidar ni un sólo detalle. Permaneció sin decir palabra todo el tiempo.

Cuando se fue a dormir, me quedé un momento en la sala y después subí a la azotea. Fijé mis ojos en la luna, en lo grande que se veía y sobretodo, en lo real.

-Juro por mi vida, que no permitiré que le pase nada a Will- le susurré para después ir a dormir.


Confesiones RosadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora