Will y yo nos quedamos sin padres.
Tyler se pegó un tiro la noche en que lo enviaron al psiquiátrico. Su compañero de celda dijo que sus últimas palabras fueron "perdón, Carlee y Will".
Mi padre había existido, debajo del trastorno de personalidad, de la bipolaridad y la esquizofrenia. Nos amó. En algún momento nos amó.
El cuerpo de mi madre fue mandado a la fosa común. Mi hermano y yo habíamos decidido olvidarnos de los últimos años.
La casa en la que vivimos cuando éramos pequeños había pasado a ser de mi propiedad. Teníamos una casa. La peor casa de la historia. Y, aun así, acepté cuando Will pidió ir a vivir ahí. A la peor casa de la historia.
Dos meses pasaron y Dallas no aparecía. No supe de él durante todo ese tiempo. Ni siquiera Amy o Caroline sabían donde estaba. Una parte de mí quería llorar y sumergirse en su propia lástima y miseria. Y la otra sabía que Will me necesitaba. No era lo suficientemente mayor para vivir por su cuenta.
Will salió a caminar por la playa la tarde en que nos mudamos, pero yo preferí quedarme en casa. Me paré frente al espejo por horas, sólo viendo el reflejo. La casa olía a flores, a brisa marina, hecha completamente de madera, y con ventanales enormes. Era la casa más bonita del mundo y la que peores recuerdos me traía.
Me hice un moño en la cabeza y comencé a desempacar. Caja por caja, doblé ropa, coloqué adornos, puse flores y dejé los libros que me había obsequiado Caroline en las estanterías de mi cuarto. Tomé el celular y le mandé un mensaje a Amy.
Para: Pequeña Rojiza
Hola, Amy. Llegamos hace unas horas, ya estamos instalados. La casa es muy bonita, no la recordaba de ésta manera. Will no ha dicho nada, sólo salió a caminar. Creo que te extraña. Espero verte pronto, dile a Caroline que le mando saludos. Te quiero.
Su respuesta fue casi inmediata.
De: Pequeña Rojiza
Hola guapa, yo también los extraño. Espero que estés bien, que ambos estén bien, los quiero mucho. Quizá me extrañe, desearía que así fuera. Hagamos un trato, yo le digo a mamá que le mandaste saludos, pero tú saluda a Will de mi parte. Te prometo que apenas empiecen las vacaciones, iré a visitarte. Hasta luego.
Sonreí con su mensaje y salí en busca de Will. Estaba sentado frente al mar, las olas le mojaban la punta de los pies. Hacía fresco, el sol se estaba poniendo y mi hermano tenía el cabello alborotado.
-¿Estás tratando de convencer al sol de que no se vaya o por qué lo ves tanto?- pregunté, tratando de sonar tensa. Él soltó una risa ronca.
-No, tonta, sólo quería pensar.
-¿En qué?
-En si hicimos lo correcto al venir aquí- respondió.
-Bueno, tú me lo pediste, ¿estás arrepintiéndote?- le dije. Empezó a llorar. Se cubrió el rostro con las manos y sollozó.
-Lo siento, no debí pedirte que volviéramos aquí, fue egoísta- dijo en medio del llanto. Sonreí, enternecida, y con los ojos húmedos.
-Está bien- pronuncié al abrazarlo- oye, Will, yo haría lo que fuera por ti, lo que me pidieras, no te preocupes por mí, estaré bien, siempre y cuando tú seas feliz- se levantó y empezó a caminar hacia la casa. Preocupada, me puse de pie y corrí tras él.
-¿A dónde crees que vas?- grité mientras saltaba a sus hombros. Rodamos en el piso y yo quedé encima de él. Tomé un montón de arena y se lo aventé a la cara.
-¿Qué te sucede, Carlee?- dijo enfurecido. Ignoré el miedo y seguí jugando.
-Eres un bebé, un enorme bebé llorón, gallina- coloqué mis brazos como si fueran las alas de una gallina e imité el sonido que hacen. Sonrió y volteó la cabeza.
-¡Estás muerta, Borgens!- dijo corriendo hacia mí, intenté huir pero igual me atrapó y cargó en sus hombros, corrió hacia el mar y me dejó caer en el agua helada. Salí a la superficie y lo mojé. Entre risas y bromas volvimos a casa, le di un abrazo.
-Nos vamos a enfermar- dije. Rió.
-Lo sé, pero aquí hay una farmacia cerca- reí. Rodeé su cuello con mis brazos.
-Esto será bueno, ya verás- me tomó de la cintura y beso mi cabeza.
-Espero que sí, hermanita. Te amo.
Sonreí.
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Confesiones Rosadas
Novela JuvenilCuando nunca se ha tenido sueños o esperanzas, ni se ha conocido la más mínima felicidad, cuando desde niña solo se ha sido consciente del abuso, la humillación, la depresión y la soledad, ¿qué se puede esperar? Carlee Borgens ha trabajado duro y...