Ocho

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Semanas después.

Me encontraba en Themyscira desde hace una semana. Mi madre me había llamado, me extrañaba mucho y quería verme. Estaba enojada con ella porque había dejado a Zeus quitarme las memoria, aún no entiendo por qué me la quitaron, pero perdoné a mi madre. La extrañaba tanto, al igual que a mi hermana. Esta semana me había puesto al tanto de todo lo que pasó en los últimos cinco años. Mi madre siempre estuvo observándome y cuidando de mi. Hasta que vio que estaba en peligro y contactó a Steve. Se preguntarán en dónde está él en este momento. Bueno, él vino conmigo a Themyscira y habló con mi madre para formalizar nuestra relación. Se fue hace tres días, él debía encargarse de varias cosas. Me dijo que hablaría con la FIPA para arreglar lo de la extinción de los Hijos de Dios con el gobierno. Querían darme una medalla, Steve la iba a recibir por mi. Ahora quería permanecer un tiempo en el anonimato. En unos días volvería a mi vida "normal" en Queens. Nadia me echaba de menos al igual que mi otra madre, Elena. Y Aline, bueno, ella seguía sacando la tienda delante. Se había vuelto su todo, así que la nombre la encargada de la tienda oficialmente. Yo estaría en la oficina firmando papeles y buscando más locales para poner tiendas en todo New York.

Cuando volví a Queens, Steve me recibió en nuestro departamento, si, nuestro. Nos mudamos juntos dos días después de que mis recuerdos volvieron. Nadia se comprometió con el tal Robert, parecía un buen chico. Mientras tanto, Steve y yo nos dedicábamos a disfrutar de nuestro noviazgo y a recuperar los cinco años que perdimos. Si, ustedes saben a lo que me refiero.

—¡Ya mételo! —solté un grito de frustración.

—No creo que quepa, es muy grande.

—Si va a entrar, mételo de ladito.

—¿Así?

—Si, justo así.

Después, cerró la puerta del horno con mucho cuidado. Lo estaba enseñando a hacer un pan de manzana. No era fácil, ya que todo el tiempo se distraía mirándome las tetas y tenía que pegarle para que volviera a la realidad. Así era con cada plato que lo enseñaba a hacer. Siempre me vestía con ropa ancha, pero a él no le importaba, siempre encontraba la forma de distraerse con ellas. Siempre estaba en la casa, ya que tenía mucho dinero en el banco, él tampoco quería que yo trabajara, pero siempre me negaba. Me gustaba mantenerme al tanto de lo que pasaba en mis tiendas, así podía entretenerme haciendo algo productivo, y no cosas explícitas, como las que Steve quería hacerme mientras estábamos en la casa. Nunca se cansaba. Pero le ponía mano dura, ya que si lo dejaba, nos la pasaríamos 24/7 desnudos. El aprovechaba cuando estaba solo e iba al gimnasio para ponerse en forma. A veces íbamos juntos, y siempre terminábamos haciéndolo en una de las regaderas. Aún no sé como nunca nos habían atrapado, ¿será porque el gimnasio era de él y cada vez que entraba a las regaderas yo estaba sola? Mh, puede ser.

—¿Cómo va todo con Steve? —me preguntó Elliot mientras caminábamos descalzo por la arena de la playa.

—Va muy bien. Steve quiere que lo llames, al parecer te hará una propuesta que no podrás rechazar. —reí.

—Lo llamaré mañana.

Asentí. Nos mantuvimos en contacto desde que destruimos a los Hijos de Dios. Alquiló un departamento en Queens cerca del mío y ahora somos casi mejores amigos. Aline está vuelta loca por él desde que lo vio. Me da risa la forma en la que ella actúa cuando él está presente. Normalmente, ella siempre está riendo y haciendo chistes, pero cuando él está, ella se queda en silencio observándolo.

—Escucha. —se detuvo delante de mi y me agarró de los hombros—. Debo decirte esto, porque si no lo hago siento que voy a explotar.

—¿Qué? —pregunté algo confundida.

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