Capítulo trece.

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—Bien —le dije antes de empujarlo para que cayera a la cama

—Pero qué... —habló mientras se sentaba. Estaba sorprendido por mi insesperada fuerza—. Me gustan las chicas fuertes, pero tú... ¿Tienes super fuerza o algo así?

Me levanté el vestido y saqué el lazo de la verdad para luego subirme a la cama con él. Volví a empujarlo para que quedara completamente acostado y dejé mi mano en su pecho mientras que con la otra, enrollaba el lazo alrededor de su cuello.

—¿Listo para jugar? —le susurré al oído

—La verdad es que no, estoy asustado por tu extremada fuerza y estoy a punto de golpearte para llamar a los guardias. —su ceño se frunció e intentó levantarse, cosa que no le dejé hacer—. Déjame ir, joder.

—Pero si ni siquiera hemos empezado —hice un pequeño puchero

Lo arrastré conmigo fuera de la cama y lo senté en una de las sillas, luego le amarré las manos y pies para que no pudiera moverse o escapar.

—Ahora, Petrov, ya que no quisiste jugar conmigo por las buenas, no harás por las malas.

—¿Qué mierda eres? Juro por dios que cuando salga de aquí te haré pedazos...

—Ya cállate —lo interrumpí—. Solo quiero hacerte unas preguntas, luego podrás seguir con tu vida normal y no tendrás que volver a verme.

—No te diré nada.

—Oh, sí que lo harás. —reí sentándome en la cama, frente a él—. Dime, ¿en qué estás trabajando, Petrov?

—Tengo una empresa de marketing, le hacemos anuncios a diferentes compañías.

—¡No! —grité, provocando que él se estremeciera—. Eso es solo una pantalla, quiero saber lo que hay detrás de esa empresa, Petrov. Quiero saberlo todo.

Y justo ahí comenzó todo. Traficaban humanos desde hace décadas, él siguió con el legado familiar ya que su hermano, Matthew se negó a hacerlo y se fue a estados unidos a estudiar. Su padre, que ya estaba muerto, lo obligó a hacerlo. No entendí mucho hasta que me explicó que tenían a su ex novia, a la que él ya no amaba, encerrada en un sótano con una pistola en la cabeza las veinticuatro horas. Luego se convirtió en un empleo normal para él, y ahora se ha vuelto insensible, pero eso es lo que le hace creer a todos sus empleados. Al final del día siempre termina en su departamento, pensando si debería o no suicidarse. Lo ha intentado varias veces, pero nunca obtiene resultados. Me dijo los horarios en los que traían a las chicas de distintos países, dónde las llevaban para la "limpieza emocional", o más bien, para lavarles el cerebro y luego las ponen en diferentes bares del país. A veces las venden, y de ahí en adelante nadie sabe que pasa con ellas. Lo liberé.

—¿Qué me hiciste? —me preguntó llevándose las manos a la cabeza mientras se movía en la silla

—Te obligué a decir la verdad. No fue tan difícil, ¿verdad?

—Es que no entiendes, maldición. Si intentas detenerlos, matarán a cualquier testigo que haya. Incluyendo, familiares, amigos, vecinos, ancianos, hasta animales si es necesarios. —sus ojos estaban cristalizados—. Matthew intentó hacerlo una vez, pero no funcionó. Corta una cabeza, y dos más tomarán su lugar. —me dijo con la voz apagada con la mirada fija en el piso—. Personas inocentes siempre salen lastimadas, no quiero que eso siga pasando, así que es mejor dejarlo como está.

—Mi equipo puede detenerlos.

—¡Es que no entiendes! —me gritó—. Matarán a todos antes de que ustedes den el primer paso. Ellos saben lo que estedes harán mucho antes de que lo planeen. Créeme, he visto esto millones de veces. Yo solo soy parte del equipo, pero no soy el jefe, ni siquiera sé quiénes son. Solo sé que matan a todo el mundo si los delatas. Será mejor que se alejen de esto, tú y todos los que quieran terminar con el tráfico de humanos. Si no quieren ver morir a sus seres queridos, mejor váyanse de aquí.

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