Yoonmin ||

003

— Bueno, ¿No te lo dijo Hope? Yo creí que ya sabías, Jimin, esto no es mi culpa, no me iré. —
Yoongi en un intento de protegerse se escondió bajo todas las mantas tal cual el día anterior, dejando a un confundido rubio de pie en la entrada de la habitación con sus abultados labios separados.

— Y-YonGi, no debes irte... Sólo me sorprendió, o sea, no para mal, ¡Tampoco para bien! No voy a sacar ventaja de esto, ¿Entiendes? O sea, ah, lo lamento, estoy procesando aún.— Murmuró tapando su rostro por un momento,  acercándose al borde de la cama para sentarse de una vez por todas y dejar sutiles caricias sobre las piernas foráneas a modo de empatía como siempre hacía con sus amigos.

El felino intentaba mantener la calma, era el primer día, no sería difícil, menos ahora que su torpe acompañante sabía la verdad, podría dejarle solo para intentar saciarse o algo por el estilo, eso esperaba.

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— Entonces... siempre haz sido un híbrido, tienes veintidós igual que yo, mayor por unos meses, y tu celo comenzó hoy... ¿No me dirás nada más? ¿No crees que es muy poca información? Ni sé cuidar a un gato en celo, ¿Debo buscarte a alguna gata o algo por el estilo? Ah... Minino no sé que hacer. —

—  Es suficiente información por ahora, sólo dame mi espacio, quedan seis días, del tres al cinco serán los peores, Jimin, esto va así; No me toques, no me mires, sencillamente no te acerques, el desayuno lo dejas listo en el horno al igual que el almuerzo, y fin, no es difícil, si superamos esta semana ya hablamos mejor de la convivencia en días normales y todo eso. —

Ahí estaban los dos chicos intentando encontrar una solución razonable a su nueva convivencia, Jimin únicamente asentía a las indicaciones del moreno en completo silencio, con su mirada fija en la larga y negra cola que se mecía sobre el suelo ahora con libertad.

—  Ah... Entendido, no te toco, ni hablo, ni miro, sólo preparo la comida... ¿Pero no me andarás pidiendo cariño? ¿Qué hago si lo haces? ¿Te ignoro? —

YoonGi sabía que lo haría, se pondría todo meloso e intentaría conseguir la atención de su acompañante, mas sería fuerte hasta el último momento o al menos lo iba a intentar, no debería ser tan difícil, ya ha pasado su semana de celo completamente solo.

— Exacto, me ignoras y te alejas, ¿Bueno? Por favor, no me andes acariciando, o no sé qué podría hacer, además tendré demasiado calor así que el aire acondicionado debe mantenerse prendido a menos que me quieras en paños menores por la casa. —

Jimin esbozó una tenue sonrisa ante la idea, pero ante el ceño fruncido fijo en él desvió la mirada hacia el suelo guardando silencio por un momento.

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YoonGi se había mantenido con la ropa impropia encerrado en su nueva habitación, el calor había regresado y su entrepierna con cada roce de la tela daba un salto, rogando por atención, mas el chico sabía que aunque se tocara, las ansias volverían en menos de treinta minutos.

Aquello no impedía que el moreno agarrara el cuello de la prenda foránea olfateando aquel exquisito aroma mientras su traviesa diestra bajaba a ayudarse, imaginado al rubio sin playera y completamente dispuesto a satisfacerle, su imaginación era desbordante pues en aquel instante estaba viendo a Jimin de pie en la puerta apreciando con total descaro el modo en que YoonGi se tocaba, jadeando y gruñendo con el rostro empapado en sudor, dándole embestidas a su propia mano y perdido en las alucinaciones morbosas del celo, gozando la escena que su cabeza había creado, jamás se había sentido tan complacido con su mente hasta aquel momento.

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Cuatro de la madrugada, y únicamente se oían los maullidos lastimeros del felino en conjunto con un par de gruñidos, Jimin no podía negar que aquello le excitaba, necesitaba ver al menos una pizca de esa preciosa escena, y complaciendo sus lujuriosas ganas se levantó de la cama y fue a espiar al cuarto impropio.

Aquel pálido y frágil cuerpo gimiendo sin tapujos y usando únicamente una prenda que era de él para estimular su imaginación, le ponía, era innegable, los pantalones del rubio se habían tensado desde el primer gruñido de excitación que soltaron esos rojizos labios, y su diestra ya comenzaba a rozar su propia hombría, entre abriendo sus gruesos labios para soltar jadeos, mas de un momento a otro su mirada se topó con la impropia, el rubio sintió sus rodillas temblar por un instante y guardó la calma los más posible, pero ver al felino con las mejillas rojas, olfateando su aroma y tocándose al mirarle, le dejaba las cosas difíciles al rubio, cada fibra de su cuerpo le decía que fuera a complacer al chico, lo anhelaba su propia virilidad, el tacto de aquellos suaves y pequeños labios, escuchar sus jadeos sobre su oído, sería impresionante, estaba seguro.

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