Yoonmin ||

022

— Estás trabajando... No quiero que te echen, Yoon. —

Una de las cosas más difíciles que había hecho en la vida era resistirse a YoonGi en ese instante, cada vez que el chico le robaba un beso era cómo encender una enorme llama el centro de su ser y ya sentía que se quemaba por dentro, ansiaba ese contacto más de lo que era capaz de admitir y quería dejarse comer ahí mismo, en un baño público de una cafetería, pero no, no debía y lo tenía más que claro, además sabía que si partían no podrían detenerse.

— Jimin, joder... Si ya voy a salir, por favor, te lo ruego. —

— Entonces esperemos a que salgas, ¿Si? Nos iremos juntos, y luego, ya sabes... Lo hacemos en casa. —

Se sentía cómo un niñato al no poder siquiera pronunciar el hecho de follar, le daba una inmensa vergüenza, sobretodo al tener al minino tan caliente comiendole el cuello a besos y es que eso no lo dejaba pensar, se le nublaba la cabeza, únicamente atinaba a morder sus propios labios con la respiración agitada y el rostro rojo, caliente y con los sentimientos a flor de piel.

— No, mh... Lo haremos en casa, minino, ya lo dije. —

Agregó rebuscando en su bolsillo para poder encender aquél aparato estimulante que su ajeno traía puesto para distraerlo un momento y justo ahí notó que ya estaba encendido, fue inevitable reír un poco mientras lo apagaba y con total gusto tomó el rostro ajeno para llenarlo de besos, acariciando su cabello y rascando detrás de aquellas felinas orejas que se asomaban con cautela.

— Me gustas... Me gustas muchísimo, Yoon, siento mil cosas ahora mismo, me ahogo en ellas, pero no vamos a hacerlo en un baño de mierda, me niego, y tú en tus cinco sentidos me dirías lo mismo, lo haremos en casa, en nuestra casa. —

Su horario de salida al fin había llegado y tenía todo listo, había cerrado caja oficialmente y le tocaba a  Kook hacer el conteo, todo el local estaba ordenado y fuera del mismo estaba su chico, Jimin, esperando por él para irse de una vez, había tenido que aguantar que ese estúpido chico le coqueteara a Jimin otra vez justo frente a sus ojos, ¿Acaso no entendía un no por respuesta? Se comió las ganas de ir a marcar territorio y se concentró en limpiar, de todas maneras Jiminnie lo prefería a él, siempre.

— ¿Crees que llueva? Está húmedo, tienes todo el pelo encrespado, minino. —

— ¿Lo tengo? Ah, que molestia.—

Murmuró mientras se calzaba la gorra de su sudadera, Jimin tenía razón, el clima le daba a entender que esa noche lloverá y por lo mismo enlazando su mano a la adversa le guió más rápido a tomar el bus para llegar a su departamento, de todas maneras no había tiempo que perder.

Aunque hace unas horas el par de chicos se habían prácticamente devorado dentro de aquella cafeteria, al estar otra vez entre las cuatro paredes de su hogar una tenue vergüenza los abordó a ambos, quedándose en silencio por un par de minutos mientras se acomodaban en el departamento.

— Lo lamento mucho, sé que he andado muy sensible y pegajoso.—

Murmuró el muchacho rubio mientras ponía agua a hervir para preparar un poco de té, sus sospechas eran ciertas y una débil lluvia sonaba contra sus ventanas, por lo mismo una bebida caliente no se le hacía mala idea.

— Está bien... Aunque no lo creas también me siento así, Jimin, quiero estar encima tuyo todo el tiempo, sería feliz si pudiera robarte del mundo entero y sólo quedarnos en el sofá juntos. —

Bromeó por un momento antes de rodear la espalda adversa en un abrazo, partiendo con un suave camino de besos desde el hombro foráneo hasta su cuello, sin titubear en el acto.