012 / Parte dos.

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Todos los amigos de Jimin sabían perfectamente que ese muchacho era un romántico sin remedio, partiendo porque prácticamente nunca tenía relaciones de una noche, a menos que estuviera extremadamente necesitado, y terminando con que al acto sexual le decía "Hacer el amor" como en todas las novelas románticas que mantenía en el librero de su habitación.

Por otro lado todos los amigos de YoonGi tenían más que claro que su amigo era un hombre sin ataduras, mientras menos supiera de la persona con la cual se estaba acostando, para él era mejor, siempre huía del compromiso y en esa temporada delicada del mes se convertía en el lindo chico que conoces en un bar, lo llevas a tu departamento y a la mañana siguiente sólo encuentras una nota diciendo que fue una noche grandiosa.

Pero en ese momento cada vez que cruzaban miradas otras ideas aparecían en cada cabeza, Jimin no esperaba una larga y duradera relación como las que leía cada semana, le era suficiente con un encuentro al lado del minino, y YoonGi no planeaba huir al despertar, hasta estaría complacido de que esa se volviera su rutina usual después del desayuno, lo único que ambos muchachos tenían en mente es que querían que sucediera, ya fuera 'Hacer el amor' o un romance de una ocasión.

La lluvia a cada beso que pasaba comenzaban a volverse más brusca, chocando contra la ventana del rubio al punto que cada gota se escuchaban como un pequeño golpe, quedando como una suave música de fondo para la escena. La mirada de YoonGi se mantenía conectada a la ajena, no podía ni quería cerrar sus ojos por más que sintiera esa necesidad; ambas de sus grandes y largas manos estaban sobre la cintura expuesta del rubio, sentía cada movimiento que éste ejercía a la perfección, admitía que por primera vez en muchísimo tiempo, estaba abrumado ante su acompañante, el ver esa expresión tan dulce y entregada era algo que le comía la cordura, ni hablar de la situación, eso simplemente había derribado cualquier barrera que pudiera intentar poner el felino.

Jimin en ese momento intentaba recordar cómo había conseguido la voluntad para actuar de tal modo, en cosa de segundos se había quitado cada una de sus prendas frente a la atenta mirada del minino y luego, desbordante de confianza se había montado sobre su regazo, ubicando la hombría ajena con toda intención entre sus glúteos, comenzando así el vaivén suave que mantenía hasta ese instante.

La expresión del moreno de igual manera era algo memorable, sus orejas ya no estaban alzadas y atentas como en un comienzo, al contrario, se encontraban caídas, casi ocultas por la excitación que sentía, sus labios ya rojizos y brillantes por los constantes besos eran rozados por esos filosos colmillos, al tiempo que su ceño se mantenía sutilmente fruncido y su mirada inspeccionaba cada fragmento del rubio.

Sin poder evitarlo seguía el movimiento de esas grandes caderas, bajó sus manos para poder palpar las mismas y sin pedirlo Jimin ya se encontraba besándole otra vez, le encantan esos voluptuosos labios, lo admitía, le encantan y por lo mismo entre besos osaba morder y lamer los mismos sin cansancio, soltando constantemente un sutil ronroneo por inercia.

— Me encantas... Muchísimo, no puedo dejar de besarte, niño. — Susurró sobre esos grandes belfos antes de comenzar un camino de besos por la quijada del rubio, mordiendo a gusto al saber que lo tenía permitido, habiendo escuchando una sola vez que Jimin le pidiera besos fue suficiente para que YoonGi no se detuviera.

— Minino... Ah... Tócame... — Murmuró jadeante Jimin tomando una de las manos adversas para guiarla sobre su virilidad indicándole al muchacho bajo su cuerpo que él también quería atención, aún así le tomó por sorpresa el sentir esa mano ardiente rodear con tanta seguridad su falo, comenzando un firme bombeo que hizo humedecer los ojos del rubio mientras jadeos y quejidos salían de su garganta.

— Y-YoonGi... Así... Mh, márcame... Por favor... — Susurró inclinando su cabeza hacia atrás entregándose al joven en cada sentido posible sin medir el calibre de sus palabras, con esa vista el felino sentía palpitar su necesitado miembro dejando que su cola rodeara una de las pantorrillas ajenas, su cabeza ya no razonaba, lo admitía, había perdido el control con esa última petición y fue en ese momento que su mirada cambió, sus pupilas ya no eran las de antes que se encontraban dilatas notablemente dándole un aspecto más dulce, ahora eran una fina línea que se fijaba en el muchacho sobre su regazo a quién él quería llenar de placer.

Yoonmin ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora