Lección 27: Las cosas que nos unen a ti y a mí

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  Rasen regresó antes de tiempo para la sorpresa de todos XD Creo que el regreso de Gintama me ha hecho bien, ya hasta se me está contagiando lo del angst y el drama :D. Lo único que puedo decir, es que llegó el momento de revelar cosas, torcer las cosas y advertirles de lo que nos espera. 

*-*-*-*

 —¿Por qué tienes ese gesto? ¿Acaso has hecho enojar de nuevo a tu padre? —cuestionó quien permanecía sentado a su lado, con la mirada puesta en el pequeño jardín que se mantenía oculto en la parte trasera de la casa.

—En lo más mínimo —refutó con un timbre de voz que reflejaba un fastidio creciente.

—Los dos tenían que ser igual de necios... Seguramente tú también te quedarás sin cabello cuando te vuelvas igual de viejo que él —decía divertidamente la pelirroja para el pequeño. Éste simplemente le miró con queja—. ¿Te has enfadado? —curioseó con enorme diversión.

—¡Claro que no me voy a quedar calvo! —chisteó efusivamente.

—Y bien, ¿qué fue lo que pasó en esta ocasión? —llevó sus esmeraldas a su pequeño. Él por su lado se limitó a desviar su atención hacia el frente, hacia la tierra que no dejaba de ser empapada por la voraz lluvia.

—¿A qué te refieres? —fingir demencia casi siempre funcionaba.

—No trates de engañarme muchachito —le regañó con la severidad adecuada—. Nuevamente has empezado a llegar a casa tarde. Y has usado camisas de mangas largas cuando a ti te disgusta esa clase de ropa —era imposible que detalles como esos pudieran ser pasados por altos por una madre tan observadora como ella.

—Yo...yo sólo soy torpe...—fue su excusa poco creíble.

—¡Aquí está lo que me pediste, así que démonos prisa antes de que mami se dé cue...! —la persona adecuada apareciendo en el momento incorrecto. Sí, se trataba de la pequeña Kagura que llevaba entre sus brazos todo lo necesario para una curación rápida y efectiva.

—¿Decías? —expresó para el pequeño bribón que intentó tomarle el pelo—. Ahora díganme lo que está pasando aquí.

—Es que...Es que mi hermano...—las pupilas de la infante estaban lo suficientemente vidriosas como para advertir que se echaría a llorar en cualquier momento.

—Prometiste que no dirías nada —regañaba el mayor.

—¡Pero es que...!

—Kamui, no voy a repetirlo —era normal que se preocupara por la integridad física de sus pequeños.

—...La gente dice cosas malas...de nosotros y de ti, mami...—confesó cabizbaja la pelirroja.

—¿Qué les he dicho sobre eso, eh?

—Que no les hagamos caso —respondía el hermano mayor—. Pero es que...—claramente se le escuchaba frustrado por mantener una posición así de pasiva.

—Ninguno de los dos tiene por qué meterse en los temas de los adultos...Tampoco está bien que busques pelea con ellos, Kamui. Podrían hacerte mucho daño —expresó con una tenue pero dulce sonrisa al tiempo que acariciaba su cabellera con mesura.

—Ellos se la viven diciendo que es culpa tuya que la ciudad se haya vuelto tan peligrosa... Que mi padre no debió de haberte traído nunca aquí —versaba Kamui con la mirada cabreada. No permitiría que nadie se expresara de ese modo de su progenitora.

—¿Verdad que lo que dicen no es cierto, mami? —allí estaba la pequeña Kagura a un lado de su mamá, abrazándola de costado.

—¿Por qué razón dicen esas cosas? Tú no has hecho nada malo, ¿cierto? —Kouka sabía que irremediablemente un día la curiosidad de su hijo le llevaría a preguntarle sobre su pasado.

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⏰ Última actualización: Jan 24, 2017 ⏰

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