Capítulo 7: Porque las palabras no son suficientes

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  ¡Hola! ¿Me extrañaron? Yo sé que sí, especialmente después de que les di tantos capítulos en tan poco tiempo :D Pero no desfallezcan, ya les traje más y bueno, espero que no les dé algo cuando lo lean. Pero mi naturaleza taciturna y fatalista no pudo evitarlo. Ya verán de qué les hablo  *-* Y  ¡Besos, abrazos y nos leemos despuesito!  

*-*-*-*-*

Cada pequeño músculo facial en el rostro de Abuto se torció de una manera bastante cómica en un intento fallido de contener la risotada que más temprano que tarde emergió de sus labios. Es que era imposible no experimentar tal gustazo después de ver cómo esa muchacha se había encargado de reacomodar las joyas familiares del pelirrojo para dejarle en cuclillas mientras intentaba hacerse el hombrecito y fingir que ese golpe no le había dolido en lo más mínimo.

—¡Maldito Kamaho! —fue la bonita frase anti-sonante que emergió de la boca de la ofuscada y sonrojada chica antes de abandonar el salón de clases a toda prisa—. ¡¿Por qué demonios tenía que pasarme algo como eso?!¡¿Quién demonios mandó de vuelta mi bate y provocó todo eso?!¡¿Por qué tenía que ser quien se encargara de robar...mi primer beso y toquetearme de ese modo?! —vergüenza, desconcierto, enfado, y una lista casi interminables de emociones la asolaban y le impedirían momentáneamente cruzar mirada con el pelirrojo.

—La has liado en grande —fue lo que dijo vilmente el castaño—. Has manoseado a la hija de nuestro jefe. Y aquí todos te ven como un maldito pervertido que se le echa encima a las chicas.

—Ungh... N-No es tan indefensa...como parece —lo admitiera o no, Tora había sabido cómo dejarle mal parado de una manera soberbia.

—Una mujer enfurecida se puede convertir en un monstruo de verdad.

Pero no sólo en esa clase el caos estaba imperando. Una situación notablemente parecida estaba ocurriendo del otro lado de la escuela, dentro del gimnasio escolar, justo cuando el profesor de educación física apareció con un acompañante.

—Ey, panda de escandalosos, pongan atención porque no pienso repetirlo dos veces —Matsudaira habló para ese séquito de ruidosos que estaban intentando armar otro jaleo como en cada clase que tenían—. A partir de este día se nos unirá un nuevo estudiante... Viene de Osaka y no está acostumbrado a las raras manías que tienen todos ustedes, así que compórtense o los reprobaré a todos.

—Mi nombre es Bishamon, pero pueden decirme simplemente Bisha. Y espero poder llevarme muy bien con todos ustedes —ese rubio no pasó desapercibido por las chicas de la clase por razones que estaban de más mencionar. No obstante, había dos féminas que le conocían, al menos superficialmente.

—Soyo-chan, ¿es él de quien nos hablabas, no? —la pelirroja codeaba a su anonadada amiga. Parecía que no podía creerse que volvieran a encontrarse—. Ahora sí podrás devolverle su abrigo.

¡Él en verdad está aquí...y estará en nuestra clase de ahora en adelante! —no es como si deseara volverle a ver con demasiado ímpetu, pero tampoco negaba la posibilidad de que pudieran verse de nuevo. Sin embargo, ¿era una buena señal el que ahora fueran a verse diariamente?

—Ya que no has traído tu uniforme deportivo, por hoy puedes limitarte a ver lo que hacemos —espetó el de gafas con el humo de cigarro saliendo de su boca.

—Profesor, fumar dentro de la escuela está rotundamente prohibido.

—Y tú estás reprobado —decía Katakuriko sin miramiento alguno.

—Él fue de quien te conté, Soyo-chan... Se encargó de darle su merecido al cara de niña. Ni siquiera tuvo oportunidad contra él —Kagura sabía lo penosa que podía ser su amiga, por lo que se encargaría de acercarle al blondo con una charla casual.

~Our Promise~ [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora