Capítulo 2. Tiempo Libre

748 92 71
                                    


Saqué la llave del apartamento que rentaba y abrí la puerta para entrar en este y luego cerrar la puerta de un portazo. Me recargué de ella y me deshice de mis zapatos lanzándolos al aire con pereza sin importar dónde cayeran, luego los recogería.

Hogar dulce hogar.

Caminé con desánimo hacia la cocina para sacar del refrigerador un jugo de frutas y unas galletas para llenar mi molesto y hambriento estomago, es decir, siempre está hambriento, ¿acaso estoy embarazada y no lo se?

A quien engaño, si fuera eso estuviera embarazada desde que tengo uso de razón porque lo único bueno que hago bien con mi vida es tragar y vaciar el refrigerador en menos de una semana.

Metí una galleta a mi boca y vacié el zumo en un vaso de cristal que saqué de la alacena. Una vez lleno me dirigí a la sala donde se encontraba el amor de mi vida, mi mejor amigo, mi cómplice, quien ha estado conmigo en las buenas y en las malas y que siempre está ahí cuando necesito un hombro en el cual llorar; mi hermoso sofá color crema. Ese sofá es la posesión más preciada que tengo en este apartamento y no lo cambiaría por nada. En él me he quedado dormida más de miles de veces al llegar cansada de mi trabajo, en él he saltado como loca gritándole a los personajes de las películas que dejen de ser estúpidos y que hagan algo bien por primera vez en su vida. Es al único ser que puedo moquear o babear sin ser juzgada cuando lloro viendo mis tristes películas o series con finales inesperados. En fin, ese sofá es mi todo.

Quizás debería de casarme con el sofá, no sería mala idea.

Me senté en este con alegría y solté un suspiro de alivio al poder descansar después de un largo tiempo. Dejé el jugo en la mesa que hay frente al sofá y tomé el control remoto que había sobre ella. Comencé a cambiar los canales esperando que alguno me llamara la atención pero ninguno lograba hacerlo. Todos eran tan aburridos o tan monótonos que apestaban, ni siquiera Disney tiene programas dignos de ser vistos y yo soy una Disney girl.

Bufé, odiaba no poder entretenerme con nada, eso solo hacia que comenzara a pensar en mi vida y lo muy feliz que soy en ella.

Mentira, estás más amargada que la señor Iacopetti.

La triste realidad es que es verdad. Tener poder en la vida no te da la felicidad y yo carezco de ella. Soy una mujer exitosa independiente de 26 años, con un trabajo digno y una madre más famosa que Kim Kardashian, la cual, hablando de ella, hizo una orden para que le diseñara su próximo atuendo, genial. Soy la hermanastra del odioso Chase Peter Walker y tía de una adorable sobrina que el imbécil tuvo la oportunidad de engendrar junto a Lucy.

Sip, Lucy y Chase se casaron y yo estuve y sigo en contra de esa atroz decisión. Por más que le rogué a Lucy que recapacitara con esa decisión, por más que le expuse mis puntos del porque no debía de casarse con un ser tan repugnante como Chase, por más que le di mil de razones y de explicaciones, Lucy decidió hacerle caso a su corazón que a mí, ¡a mí! ¿Quién le hace caso a su corazón antes que a una amiga? Eso no se hace, pero allá ellos con su asqueroso matrimonio lleno de amor, de caricias, de besos, de dulces, de chocolates, de abrazos, de flores, de regalos, de felicidad, de cariño, de apapachos, de romance y de una hermosa hija. En resumen, una pérdida de tiempo total.

Morirás sola Cora, ¿lo sabes?

—Solo somos tú y yo sofá—dije mientras lo acariciaba con una mano.—Quizás debería de nombrarte, ¿qué te parece Umberto? Es bonito, a mí me gusta—sonreí para tomar mi jugo de frutas y alzarlo al aire.—¡Por nuestro amor!—exclamé y cuando lo acerqué a mis labios alguien comienza a tocar frenéticamente la puerta haciendo que derramara el jugo.

Niñera Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora