Regla 6.
"No me mentirás".
— ¿Qué? —Preguntó incrédula para luego abrir mucho los ojos al ver que Mathew elevaba el bate—. ¡No tengo nada que ver con él!
— ¿Y por qué te está buscando? —suspiró—. ¡No soporto que me mientan y lo sabes, maldita sea!
— ¡No lo sé, Mathew! ¡No es a mí! Te lo juro...
Se quedó callada cerrando los ojos con fuerza intentando protegerse, esperando el golpe con el bate. Pero no llegó... Con mucho cuidado, giró la cabeza hacia Mathew, él la miraba... Como esperando que terminara de hablar.
—Te estoy diciendo la verdad... No lo conozco y probablemente no me esté buscando a mí.
— ¿Me lo prometes?
—Te lo juro, Mathew. No sabía quién era hasta ayer.
Mathew dejó el bate a un lado haciendo que ella suspirara de alivio. Pero luego se quedó completamente en silencio... Porque Mathew seguía teniendo algo muy peligroso: sus manos.
—Sabes que investigaré sobre tu pasado, ¿no? —ella asintió—. Si encuentro cualquier cosa, lo más mínimo... Date por muerta.
Ella asintió varias veces. Mathew se quitó el abrigo para desencadenarla y cubrirla con éste. Mathew la llevó en brazos hasta la habitación.
—Me voy a trabajar, muñeca —la besó en la frente.
Mathew caminó hasta la puerta, donde Eliot lo esperaba.
—Vigílala —ordenó apretando los dientes—. Probablemente ahora sí quiera huir.
— ¿Por qué lo crees? —preguntó Eliot.
—Porque la investigaré. Y estoy seguro que hay relación con Demien, y ella huirá para no morir. Así que ten cuidado y por ningún concepto la dejes escapar. D'accord?
—Entendido.
Mathew se marchó. Eliot subió las escaleras en silencio, pensando en que debería escapar porque no quería verla morir ni mucho menos... A manos de Mathew, que sería una muerte lenta y dolorosa.
Abrió la puerta y su casi inexistente corazón se rompió al verla en el suelo, al lado del radiador, cubierta con una manta y aún así... Temblando de frío.
Eliot suspiró y se acercó. Tendió su mano, ella la tomó con mucho cuidado. Eliot la llevó hasta la sala de las calderas, ahí había vapor de agua y podía entrar en calor en pocos minutos.
Eliot y ella entraron. Ella suspiro de alivio abrazándose a sí misma mientras cerraba los ojos.
—¿Qué te hizo?
Ella abrió los ojos mirando a Eliot. ¿Iba a hablar sobre ello? ¿Mathew lo iba a permitir? ¿Y si se daba cuenta?
—Me... Me echó tres cubos de agua con hielo encima —dijo con la voz casi apagada, tan extrañada de oír su propia voz.
Eliot la observó. A medida que pasaban los segundos, al menos recuperaba el color.
—Escúchame. Yo puedo ayudarte a huir... Sé que tienes miedo a que él te encuentre, pero soy yo el que te ayudará, le daré pistas falsas y no te podrá encontrar... Lo prometo, pero tienes que confiar en mí y tener el valor de irte, te está matando lentamente.
Ella miró a Eliot y empezó a negar con la cabeza varias veces.
—No puedo... No puedo... Es Mathew, y si me encuentra... Tu...
—Yo sé cuidarme —tomó su mano—. Vete, ahora que puedes... Si Mathew encuentra algún pequeño indicio de que entre Demien y tu existe relación... Te matará.
—No lo hará —dijo apartándose de Eliot—. Porque no hay relación entre Demien y yo.
— ¿Cómo que no hay?
— ¡No hay! No sabía quién era hasta hace dos días. Te lo prometo...
Eliot la tomó de la mano para salir de ahí.
— ¿Estás segura?
—Sí, completamente.
Eliot asintió. Al menos así, estaría segura. No del todo ya que Mathew era un asesino nato, pero si de verdad quería que ella permaneciera a su lado... No le haría algo grave, ¿verdad?
—Mathew es mi amigo. Y le tengo mucho aprecio... Pero si se pasa y te hace mucho daño... Me lo dices y le rompo la cara, ¿Me oíste?
Ella asintió entrando en la habitación. Ahí, se sentó en la cama como acostumbraba hacer y miró a Eliot.
—Algo no me encaja... —dijo Eliot—. ¿Cómo es que Demien te está buscando si tú no lo conoces?
—Es que tal vez no me está buscando a mí...
Eliot frunció el ceño.
—No sé... Estoy rezando para que sea otro capricho de Demien.
Pero Eliot, al darse la vuelta... Miró su teléfono y marcó un número.
—Hey, Hardison... Necesito un favor. Todo lo que encuentres de la chica de Mathew, pásamelo a mí primero y si encuentras relación con Demien, no se lo digas por favor.
.............................
Eliot esperaba a Mathew en la puerta de su palacio. Miraba y remiraba su teléfono mientras pensaba.
Sabía que la chica estaría en la habitación, dormida, como siempre, quizá.
Cuando vio el coche de Mathew llegar, inexplicablemente su corazón empezó a latir con fuerza. Mathew se despidió de los guardaespaldas y entró quitando su abrigo. Al parecer... Estaba muy normal, feliz, se atrevería a decir. Era justamente lo contrario de lo que debería estar.
—Mathew... —dijo Eliot—. He investigado sobre ella y...
—No me interesa —dijo caminando hacia la cocina.
— ¿Por qué? ¿Acaso sabes quién es ella en realidad?
—No me interesa —repitió arrogante—. Solo me interesaba saber si tenía relación con Moreau.
Y era verdad, ella no tenía nada que ver con Demien Moreau.
—Pero independientemente de eso... ¿Sabes quién es? ¿Sabes si quiera su nombre completo? ¿Acaso sabes por qué estaba en un hospital psiquiátrico? ¿Sabes su edad al menos?
—La respuestas a todas es un no, y sigue sin llamarme la atención.
—Su madre es gobernadora de Nashville. Mi ciudad —dijo Eliot—. No se llevaban bien... Y ella acabó en el hospital psiquiátrico porque está muy enferma de la cabeza, Mathew. Esa niña necesita ayuda.
— ¿Niña?
—Tiene solo diecinueve años. ¡Y tú tienes treinta y tres!
— ¿Y a que soy muchísimo más sexy que uno de veinte? —bromeó, pero en trasfondo, Mathew sí pensaba eso.
Eliot suspiró exasperado mirando como se hacía un sándwich, con toda la paciencia del mundo.
—Mathew... Es sólo una niña. Tienes que dejarla ir...
— ¿Y perder a la única que no protesta cuando le meto la polla hasta la garganta? Já —dio un mordisco a sándwich—. Eliot... No me interesa su edad, me interesa que ella es mía, completamente mía. Además, yo pensaba que tendría menos.
Eliot abrió mucho los ojos y suspiró conteniéndose.
—Es... Tiene trastorno de la personalidad... Y tiene un leve nivel de esquizofrenia. Necesita ayuda.
—Yo soy la ayuda que necesita, Eliot. Y ya te he dicho por enésima vez que no me interesa nada de lo que me estás contando.
A Eliot le tembló el labio y se giró para marcharse.
—Cuando le dé un brote psicótico e intente matarte... No me llames para que venga a salvarte el culo.
—No lo hará. No puede tocarme.
—Eso es lo que piensas tú, Mathew. Recuerda la metáfora del vaso con agua. Gota a gota van llenando el vaso... Pero no es infinito y un día... Se derrama. Y ahí será cuando se haga el infierno en esta casa. No me digas que no te lo advertí.
Pero Mathew ya no escuchaba. Estaba demasiado contento como para escuchar las calumnias de Eliot. Su chica no tenía relación con Demien, sonriente, se dirigió a la habitación.
La encontró dormida como un ángel. Preciosa, pensó. ¿Y esta criatura tenía diecinueve años? Extrañamente eso lo excitaba muchísimo más.
—Muñeca —susurró muy cerca de ella arrodillándose en el suelo para verla mejor—. Ya he vuelto... Y tengo tantas ganas de follarte hasta que no puedas caminar.
Ella frunció el ceño y abrió lentamente los ojos mirando a Mathew. Parpadeó varias veces acostumbrándose a la luz.
—Soñé contigo —dijo sin pensarlo—. Una terrible pesadilla.
— ¿Soy tu peor pesadilla? —sonrió.
—No... Te intentaban asesinar... Hmmm —se le atoró la garganta ante el pensamiento de que alguien asesinara al gran Mathew Ivanonvich.
—Nena —le tomó el rostro, observándola fijamente—. Mírame —ordenó—. Yo no le temo a la muerte... No tengas miedo por mí, preciosa.
Ella lo miró y cerró los ojos ante la caricia tan fría de Mathew.
Cuando iba a abrir los ojos, no lo hizo porque Mathew ya la estaba besando.
—Hoy te dejaré descansar porque tengo que terminar unos papeles. D'accord, Mon cherrié? —la besó en la frente.
Y se marchó. Ella abrazó la almohada preguntándose qué nueva historia le contaría.
Ay Mathew, pensó, ¿Te cuesta tanto ser amable conmigo?
............................
—No puedo sentir nada. Desde que tengo memoria... —gruñó apagando la grabadora.
A Mathew se le había metido una idea muy loca en la cabeza... Para alimentar su ego, iba a grabar sus memorias, para en el futuro, la humanidad tuviera constancia del proxeneta más grande de la historia.
Suspiró mientras cerraba los ojos para concentrarse. Iba a hablar de su muñeca y le estaba costando muchísimo porque no sabía cómo y qué decir.
Así que sentándose y tomando un poco de whisky, se relajó y decidió que las palabras salieran... Sin pensar... Sin tener algún limite.
Por Dios, es Mathew Ivanovich! en su mundo no existen los límites.
—No... No puedo sentir nada —dijo después de volver a poner a grabar—. Desde que tengo memoria... Nunca he sentido nada. Me acuerdo cuando era más joven pretendía ser normal cuando estaba alrededor de más personas... Pero por dentro, no sentía nada.
No es tan malo como suena... Sé que estoy jodido pero como que no me importa. Pero... —suspiró y dio un sorbo—. Todo cambió cuando la vi a ella —volvió a suspirar con la mirada perdida—. Mi muñeca.
Por la primera vez sentí algo... Fue como un fuerte deseo, un anhelo, una gran ambición, unas ansias terrible. Ahora, por fin, entiendo lo que significa ser humano... Estar... Vivo. Me estoy volviendo adicto a la manera que me hacer sentir —dijo negando con la cabeza—. No me importa nada más porque ella lo es todo para mí... Y... Ahora... Alguien la está intentando quitar de mi lado.
Dijo apretando la mandíbula con la mirada completamente perdida, apretando el vaso y levantándose movido por su fuerte frustración.
—Él la quiere. ¡Pero no de la manera que yo la quiero! Él nunca podrá apreciarla de la manera que yo lo hago. Él no la merece porque me pertenece solo a mi —dijo intentando contenerse—. Y casualmente él me dio una nueva sensación... Rabia.
La respiración de Mathew iba en aumento a medida que hablaba, volviéndose completamente histérico pensando en Demien.
—Quiero detenerlo... Quiero hacerle mucho daño... Quiero matarlo.
Mathew tiró a un lado su chaqueta carísima mientras caminaba de un lado a otro.
—No hay nada que no haría por ella. No dejaré que nadie se interponga entre nosotros porque no me importa lo que tenga que hacer, no me importa a quién tenga que herir, no me importa la sangre que deba derramar. No voy a dejar que nadie se la lleve. Ya nada importa. Nadie importa.
Mathew miró a la luz de la lámpara fijamente.
—Porque ella siempre será mía —sonrió mirando a la luz—. No tiene otra opción.
.....................
Eliot daba su vuelta nocturna mientras vigilaba la casa y pensaba en todo lo que le había dicho Hardison. No tenía relación con Demien pero joder, algo se le revolvía dentro por el mal presentimiento. ¿Y si tenía relación con Demien y estaba infiltrada?
Ya lo llevaba pensando todo el día pero era ilógico porque Mathew la vio en un hospital psiquiátrico, ¿Cómo se premedita eso?
Pasó por la habitación de ella. Hace cinco minutos escuchó a Mathew dar gritos en italiano, inglés, francés y ruso así que pensó que no vendría. Abrió la puerta lentamente y la miró.
Parecía como si estuviera posando para la cámara. La luz de la luna la iluminaba dándole un aspecto abrumador. Tembló al pensar qué también daba un poco de miedo... Muchísimo miedo.
— ¿Qué estás haciendo?
Eliot se dio la vuelta y casi golpea a Mathew. Así eran los reflejos de Eliot.
—Estaba viendo si estaba bien... Si seguía respirando —dijo empujando a Mathew—. Buena suerte.
Y se marchó. Mathew entró y empezó a quitarse la ropa. Ella, como si dormida fuese consciente de que él estaba ahí, se hizo a un lado para darle espacio. Mathew se acostó mirando la espalda de ella.
—Muñeca, ¿cuántos años tienes? —susurró sabiendo que estaba dormida. Ella se giró un poco confundida.
—Veintidós, ¿Por?
Mathew frunció el ceño y entrecerró los ojos.
— ¿Segura?
—Obvio... Es mi edad, ¿Cómo no voy a estar segura?
Mathew se acomodó mirando hacia el techo mientras suspiraba.hortcuteɚP
hooliiisssss llegó la mas perdidaaaaa!!!!!
pero prometo que ya no me pierdo mas ya volvió mi inspiracion
muchos besotes no se les olvide votar y comentar
ESTÁS LEYENDO
Dominante....."el placer de causar dolor"
RandomSi la concepción de la vida de un psicópata es hacer daño, lo hará, y mucho. Mathew Ivanovich sólo está cegado por su obsesión con las muñecas, la perfección, el orden y la obediencia. En cambio ella sólo tiene demasiado miedo como para huir. ...