Regla 13. "Serás mi fiesta privada".

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—¡Una fiesta de disfraces! —dijo exclamando por lo alto justo cuando se levantó.

Ella se incorporó también con el ceño fruncido porque no entendía nada.

—Hace una semana fuiste a una fiesta de disfraces —dijo ella.
—No era una fiesta de disfraces. Era de máscaras y además estuvo muy aburrida... Acabo de soñar con una que quita la respiración. Grande, monumental... Que pasará a la historia. Y obviamente la haré yo, Mathew Ivanovich

Ella suspiró abrazando la almohada mientras él miraba a la ventana imaginando esa fiesta perfecta.

—Todos disfrazados... Todos volviéndose locos en mi casa —suspiró—. ¡Que sea dentro de dos días!
—¿Dos días? ¡Eso es imposible!
—Imposible no está en vocabulario, mon cherie. Ahora ponte algo de ropa si no quieres que te azote para que aprendas que a mí no se me cuestiona.

Solo faltaba que se sentara en un trono bañado en oro con un látigo en la mano y sería la viva imagen de un tirano romano azotando sus esclavos.

Los empleados llevaban seis horas trabajando sin parar y él también llevaba seis horas inspeccionando sin parar. Ella de vez en cuando ayudaba a un empleado pero se detenía cuando Mathew le dedicaba una mirada asesina sin otra opción que dejarlo y seguir mirando.

—¿Qué te parece? —preguntó sonriendo orgulloso del trabajo de los demás.
—Está quedando muy bien, Mathew. Estas persona no pueden mas... ¿Y si los dejas descansar?
—¿Por qué debería? Se tienen que ganar el sueldo.
—Lo sé... Pero si están cansados, lo hacen todo peor. Déjalos cuarenta minutos para que coman y descansen un poco y ya verás cómo trabajan con las pilas recargadas.

Mathew suspiró tomándola del brazo y atrayéndola a él. Mathew llevaba lo que Eliot y ella llamaban los 'días buenos', ya que estaba de muy buen humor. Pero siendo Mathew... Podía estar bien y al segundo matarte.

—Odio aceptar que alguien más tiene razón —dijo acariciando su rostro con suavidad—. Pero tienes razón. ¡Descanso de 45 minutos! —exclamó. Fue un suspiro colectivo mientras algunas caían agotadas al suelo y otros buscaban donde sentarse.

Liam, el chico de la pólvora, corría hacia Mathew, muy nervioso.

—Hola Sr. Acaban de entregar todas las invitaciones.
—Perfecto —dijo Mathew sonriendo—. ¿Cuántas en total?
—Trescientas —dijo sonriendo—. Y... Y... Confirmaciones hay ciento cincuenta.
—Muy bien...
—Liam —dijo ella.
—Eso, Liam. Te subiré el sueldo. Buen trabajo.
—Gracias, señor.

Y se marchó muy contento. Ella se preguntó todo lo que tiene que hacer ese chico para sobrevivir.

Sintió curiosidad, así que mientrasMathew se despistaba, ella fue a seguirlo.

Lo encontró en el suelo ayudando a alguien más a poner cinta aislante en los adornos del jardín trasero.

—Hola Liam —dijo ella sonriendo—. Es tu hora de descanso... ¿Por qué no vas a descansar un poco?
—Quiero terminar ya para tener mi salario extra, señorita —dijo muy entusiasmado.
—Eres muy joven, ¿Para qué necesitas el dinero?
—Para cuidar de mi mismo... Y pagar mi universidad.
—¿Vas a la universidad? —él asintió—. ¿Qué estudias?
—Una ingeniería —dijo sin dejar de colocar cinta aislante.
—¿Cuanto cuesta cada curso?

Liam suspiró mientras la miraba.

—Casi dos mil dólares.

Dos mil dólares paraMathew , era como si fuesen dos míseros centavos así que ella, dejando a Liam ahí, corrió hacia la habitación. Ahí, fue al cajón de los calcetines en los que siempre guardaba dinero si pasaba algo urgente.

Dominante....."el placer de causar dolor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora