Capítulo 11

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El abuelo Joseph llegó más temprano de lo esperado, pero a decir verdad estoy contenta de que así sea. Quiero relajarme un poco luego de una semana intensa. Además dejar de pensar en Caleb, aunque me resulta imposible. Me pregunto cuál habrá sido su reacción al darse cuenta que lo había dejado plantado e incluso que estará pensando de mí en este momento. Aunque creo que hice lo correcto; de esta forma no le daré falsas expectativas y no saldré lastimada. Antes de partir me despido de Megan y la invito a la casa del abuelo el domingo dado que es mi cumpleaños pero ella se disculpa conmigo diciendo que no podrá ya que debe permanecer junto con su hermana. No entiendo porque mintió con respecto a sus planes para el fin de semana cuando estuvimos hablando con los chicos en el comedor. Supongo que no quisiera ser tratada diferente; es decir que sientan compasión o pena por ella. Todos estos pensamientos se encuentran absorbiendo mi mente cuando me percato de que estoy con el abuelo en su camioneta y aún no he entablado una conversación con él desde que partimos del campamento, hace unos diez minutos aproximadamente. Es en este momento cuando reacciono y digo lo primero que se me viene a la mente:

—y abuelo, ¿cómo has estado?

—Con  dolor de piernas y espalda pero nada fuera de lo común; supongo que deben ser los años que ya se están haciendo notar—respondió Joseph dirigiéndome una sonrisa.

—Cada vez me convenzo más de que no quiero envejecer. Pero es algo que no se puede evitar         por más de que uno lo desea con ansias e invierta millones de dólares en cirugías, cremas y         todos los productos de belleza antiage que puedan existir.

—Estás en lo cierto, pero ya que estamos hablando de este tema. Si la memoria no me traiciona me parece que la jovencita que está sentada a mi lado mañana cumple años o ¿me equivoco?

—Lamentablemente no te equivocas—dije entre risas.

—¿Y tienes pensado invitar a alguien? ¿Algún amigo/amiga del campamento?

—Sí, de hecho invité a unos chicos que conocí en estos días pero ellos ya tenían cosas que hacer. Pero no importa, no es la primera vez que sucede; me basta con tenerlos a ustedes, mi familia-  respondí tomando su mano

—Pues esos chicos se lo pierden. Iré a hacer algunas compras. ¿Quieres acompañarme o               prefieres que te deje en casa?

—Te acompañaré.

Paramos en un supermercado donde compramos leche, harina, y pan, entre otras cosas. Luego el abuelo se detuvo en una tienda e insistió en que eligiera algo que me gustará diciendo que era un obsequio que quería hacerme por mi cumpleaños. Escogí una pulsera con un dije del árbol de la vida. Según la mujer de la tienda este símbolo representa el crecimiento y la expansión en el sentido más amplio, en nuestro trabajo, en nuestras relaciones con los demás; y ayuda a ser positivo a pesar de la adversidad de la vida.

Al llegar a su casa, desayunamos juntos y una vez que terminamos dijo que debía ir a comprar el periódico; al parecer se había olvidado de comprarlo en el camino. El me invitó pero esta vez preferí quedarme en casa. Tomé una ducha rápida y luego me dispuse a ordenar la casa. Quería que cuando el abuelo llegará, estuviese todo reluciente; por lo que puse manos a la obra y en no más de una hora ya había finalizado. Debido al hecho de que el abuelo aún no regresaba aproveché para leer en watpadd. Es una aplicación que me recomendó una chica del campamento con quien compartimos la misma fascinación por los libros. Además me recomendó muchísimas historias; no sabía por cual comenzar, pero me decidí por una que se llamaba "Rompiendo tus Reglas". Estaba tan metida en la historia que ni siquiera me había dado cuenta que el abuelo ya había regresado. Sólo fue cuando me dirigí a la cocina a buscar agua que lo noté. Él se encontraba preparando el almuerzo; me agradeció por la limpieza y me comentó que se había demorado un poco porque se entretuvo hablando con uno de sus amigos. Que al llegar, pudo notar que estaba con el celular pero no quiso molestarme. Le dije que la próxima vez no dudará en hacerlo y lo ayudé a cocinar.

Pasamos toda la tarde y la noche viendo películas y conversando. Fue entonces que me di cuenta de cuanto extrañaba esto; las charlas interminables y aquellas risas que nunca acababan. Todo este tiempo me había alejado, no solo de mis amigas sino de mi familia. Había estado actuando muy distante con ellos. Pero me prometí que a partir de este día todo iba a cambiar. Iba a volver a ser la chica de antes, la risueña y chispeante, que de sus ojos emanaban sólo luz. No me iba a permitir desperdiciar más años de mi juventud. Me encontraba tan contenta que no pude contener el impulso y lo abracé. Las únicas palabras que salieron de mi boca para explicar mi acción fueron "Te quiero abuelo". Él se limitó a asentir y respondió "Yo también, pequeña".

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¡Feliz Cumpleaños, cielo! Fue lo primero que escuché y lo que me obligo a abrir los ojos. Al hacerlo, pude observar a mamá, a Benjamin y al abuelo. Mamá se encontraba sosteniendo una bandeja, mientras el abuelo sostenía su cámara en la espera de tomarme una fotografía.

—Gracias mamá, ¡No saben cuánto los extrañe!—dije esbozando una sonrisa y saludándolos.

—Nosotros también te extrañábamos, sobre todo tu hermano, no tenía con quien pelear.

—Yo también tengo algo para ti, Emily—dijo Benjamin entregándome un dibujo realizado por él donde aparecíamos nosotros dos tomándonos de la mano.

—¡Qué lindo!, gracias Ben-respondí sacudiendo su cabello. ¿Ya desayunaron?

—No, cariño; no nos dio tiempo. Es que queríamos llegar antes de que despertarás.

—Me alegro, porque no quiero desayunar sola. Necesito alguien que me ayude con esto—.dije echándole un vistazo a todo lo que contenía la bandeja entre la que se encontraban chocolates, facturas, tortitas, golosinas y una taza con distintos tipos de té.

—Está bien, hija. Nosotros iremos a la cocina; así te puedes vestir.

La mañana se pasó volando como una estrella fugaz. Adentrada la tarde mamá nos avisó que iríamos a cenar a un restaurante que ella había reservado y que nos vistiéramos para la ocasión.

Me arreglé lo mejor posible. Me puse una pollera corta negra de efecto plisado y una blusa azul francia. Mamá me cepillo el cabello como cuando era niña y me hizo ondas con el rizador. Ella lucía muy linda, vestía una camisa blanca con vuelos y pantalón de vestir de color hueso.

El restaurante era pequeño pero elegante. Mamá hablo con la encargada del lugar y ésta nos ubicó en una mesa del costado y nos enseñó el menú. Optamos por comer pizza ya que a todos nos gustaba. Luego nos trajeron un pastel y mi familia me cantó el feliz cumpleaños. Lo que por cierto odio; me siento tan tonta cuando todos cantan y te miran. No sé qué cara poner. En fin, pasamos una velada maravillosa aunque para ser sincera, me hubiese gustado que estuvieran Alice y papá. Antes de regresar a casa el abuelo nos llevó al parque porque Benjamin estaba aburrido y quería subirse a un tobogán. Mientras el abuelo jugaba con él; mamá y yo aprovechamos para charlar a solas. Fue mamá la que tomó la iniciativa y rompió el silencio que se había generado entre nosotras.

—Hija, ¿Sucede algo? No te vi muy contenta en la cena.

—Estoy bien mamá. Es sólo que extraño a Alice, y también estoy algo molesta con papá. Me hubiese gustado que venga a saludarme.

—Entiendo como te sientes, pero debes perdonar a tu padre, tú sabes que no está bien, fui a hablar con él, pero el aún no logra superar su muerte. Ella murió cuando tenía dieciocho años, creo que ese es el motivo por el cual no vino hoy. Le recordarías a ella y no lo soportaría.

—¿Y qué hay de mí? También soy su hija. Sé que ella era su preferida pero aún me tiene a mí y a Benjamin, pero al parecer no le es suficiente. No le importamos—dije sollozando a la vez que limpiaba una lágrima que caía sobre mi mejilla.

—Claro que le importan, sólo hay que darle tiempo. Ten paciencia, cariño—respondió mi madre acariciando mi cabello—.Ahora quiero que me cuentes sobre el campamento, ¿has podido adaptarte, hacer amigos?

Le conté como había sido mi semana en el campamento, le hablé sobre Megan y su hermana, y sobre Caleb. Necesitaba hablar de ese tema con alguien. Para mi sorpresa, mamá pensó que había hecho mal en no ir a la cita con él; dijo que no debía creer solo en las palabras de Samantha, que no podía juzgarlo sin antes conocerlo. Aunque no me arrepiento de nada, y tampoco me hace falta conocerlo. Ya sé cómo son los de su tipo y no voy le voy a dar el privilegio de que juegue conmigo....

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