Cap. 4

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La falta de sueño y descanso estaban provocando en Sara un poco de locura, cada paso que daba seguía provocando dolor, cuando al fin podía dormir unos minutos el dolor la despertaba, su paso se vio afectado y avanzaba tanto como dormía, empezaba a temer por una gripe.

Alistó una nueva fogata, podría volverse todo lo loca que el bosque quisiera, pero tener una gripe sin ningún tipo de medicamento era la muerte.

Prendió el fuego al cabo de unos minutos, quedaba una liebre y la comenzó a cazar, el clima era cada vez menos frío lo que indicaba que no tardaría más que unos días para llegar al pantano y eso la alegraba completamente, el fuego se iba consumiendo y la liebre aún no estaba lista así que decidió que era buen momento para buscar más.

Se alejó unos cuantos metros y le sorprendió que su mano no reaccionara camino varios minutos y encontró un buen árbol. El árbol que encontró estaba seco, lo examinó muy de cerca y noto que estaba apolillado era perfecto para la fogata, lo pateó muy fuerte y su pie se hundió en el tronco provocando un estruendo, no le dolió cosa que agradeció pues su otro pie seguía un poco mal.

Comenzó a llevar los trozos de madera hasta su pequeña fogata colocó otros dentro de ella, la fogata se avivo y el calor la reconforto, se dirigió nuevamente al árbol muerto pues necesitaba una buena cantidad de madera. Hizo al menos cuatro viajes pues no podía cargar mucha en el estado actual de su pie.

Justo iba regresando de su cuarto viaje cuando una punzada hizo que tirara los pedazos de tronco, inmediatamente sus ojos se abrieron muy grande. Todo estaba justo como lo dejó antes, sus cosas muy cerca de la llama, la liebre sobre el fogón y la pequeña montañita de madera, nada había cambiado; revisó nuevamente toda la zona repasando en su mente cada objeto dejado ahí.

Su mirada se quedó viendo fijamente a la fogata que parecía un poco, solo un poco diferente y es que había una especie de papel quemándose por una orilla, se acercó ignorando el dolor de su mano.

Se agachó y tomó el papel que ardía aún y lo sacudió un poco para apagarlo.

No se podía distinguir mucho la palabra ahí escrita

- ¿Cabo? - leyó, pero no tenía un significado para esa palabra, mientras lo leía nuevamente susurro:

"Cebo"

***

El aire gélido embestía los pálidos rostros de Tahm y Javi acompañado de un silencio que Tahm había impuesto para según ella acelerar la descontaminación del cuerpo intoxicado de Javi que a regañadientes iba sobre Wari.

-Sabes que yo no pueda hablar no significa que no me cuentes el porqué de tu "sabiduría"- dijo esto último de forma sarcástica.

-Preferiría mantener esa sabiduría para mí- dijo con toda calma – podríamos hablar todo lo que quieras, pero lo cierto es que mientras más lo hagamos menos vamos a avanzar y no precisamente porque tú seas quien se canse de caminar...- confesó apuntando su mirada a Wari.

Javi se le quedó viendo, estaba molesta.

-Yo no te pedí que me sacaras de las arenas y mucho menos pedí viajar contigo, se cuidarme sola-

-Tanto que caíste a las arenas movedizas, creo que te sabes cuidar más que bien. - una sonrisa se dibujaba en su cara.

-Bien, es todo- Javi comenzó a descender por un costado de Wari a lo que el animal se quejó. –Quizá salvaste mi vida, pero no tengo porque soportar este tipo de actitud, si voy a morir en el mar seco, que así sea. -

Aqua CuratioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora