Chapter 23

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Chapter 23

¿Cuánto tiempo había pasado? Tal vez horas, que podrían agruparse dando lugar a días, puede que...¿Meses? No, eso era demasiado.

Alice alargó el brazo que unos segundos antes, tenía apoyado en la cama. Palpó la superficie de la mesilla de noche que tenía a tan sólo unos escasos centímetros de la cama y al mover la mano, tiró unas cuantas cosas al suelo hasta dar con el objeto que estaba buscando: El teléfono. Marcó el número de su mejor amiga y al sonar los conocidos pitidos de antes de que se inicie la llamada, comenzó a pensar.

Llevaba por lo menos dos o tres semanas sin móvil, televisión, y sin salir de casa. Al mínimo movimiento que hacía cerca de la puerta, sus padres la miraban con desaprobación.

- ¡NO VOY A SALIR!- decía Alice.

Lo peor no eran esos "pequeños" castigos, sino que cada vez que Carrie hablaba con ella, le soltaba por lo menos diez indirectas y...bueno, alguna que otra NO indirecta.

- Te lo dije.

- Nunca me haces caso cuando te aviso.

- Sinceramente Alice, te mereces el castigo.

- ¡Ayer salí con Savannah! Qué pena que no estuvieses...

La verdad, es que Alice no sabía por qué seguía llamándola a esas alturas de la historia. En cada conversación, los diez primeros minutos eran de reprimendas y regañinas, a continuación venían los nuevos cotilleos, que a Alice realmente le importaban menos que una mierda, y por último estaban las preguntas sin sentido que en sí, no buscaban una respuesta concreta:

- ¿Qué hiciste ayer?

- Ah, nada. Me senté en una silla y me dormí.

¡Pues qué bien! Para mejorar aún más las cosas, Alice no sabía cómo reaccionar ante el beso de Kian y como tenía tanto tiempo para pensar, no hacía más que darle vueltas al asunto. Mejor dicho, a "los asuntos". Porque había vuelto a hacer memoria del "primer incidente". ¿Cómo era posible que todos y cada uno de los chicos del universo tuviesen tan poca cabeza? Te hacían daño, lo negaban y se hacían los desentendidos, y después pedían disculpas como si todo se fuese a arreglar.

- Já. Mira lo que pasó con Micke.- dijo Alice en voz baja.

Hacía más de cinco minutos que la llamada se había cortado porque no había obtenido contestación del receptor, pero Alice aún tenía el auricular pegado a la oreja. Volvió a colocarlo en su posición; encima de las miles de cosas que ocupaban la mesita de noche, y se tumbó en la cama tapándose con un edredón hasta la cabeza.

- Soy tan patética que hablo conmigo misma y aunque hagan cuarenta grados centígrados me tapo con un edredón. Bien Ali.- dijo rodando los ojos.

Bueno, pero...yendo al caso. ¿Qué puñetas hacía? No podía negar que aún no había superado el "primer incidente", y menos aún el "segundo". Pero, ¿por qué? Volvió a aquel día. Savannah. Parque De La Luna. Mickel. Besos. Y un intento por escapar de aquel maldito pervertido.

- ¿Y si vamos a aquel banco, Ali?- le dijo seductoramente al oído mientras bajaba la lengua hasta su lóbulo, besándolo. Ella rió feliz mientras le acariciaba el pelo y le daba pequeños besos en el cuello.

- ¿Para qué quieres que nos sentemos?- dijo intentando poner la misma voz que él mientras se dirigían medio abrazados hacia un amplio banco de madera situado a unos pocos metros de un gran árbol.

- ¿Y tú qué crees, nena?- dijo apretándola contra él. Tenía cara de pura perversión y algo duro se le clavaba en uno de los muslos. En los segundos en los que Alice tardó en reaccionar, él la agarraba más y más fuerte.

Erase & ForgetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora