Trece.

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Hoy te crucé en el pasillo, venías de frente con tu perfecto cabello liso, te miré y te miré, esperando que encuentres mi rostro, y cuando me viste...
¡Oh, chica, no puedo explicar lo que con mi corazón hiciste!

Tus ojos se entretuvieron en mí un poco más de lo que debieron.
Te sonreí, la mejor sonrisa que pude armar cuando mi corazón amenazaba a mi pecho quemar.

Quizás lo hiciste por educación, pero tus ojos se cerraron y tus labios sonrieron causando en mis latidos una aceleración.

Lo que ella jamás leerá...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora