capitulo 3

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Estrella de Fuego durmió mal a la noche a pesar de que no

volvió a soñar, y seguía cansado cuando salió a la mañana siguiente

de su guarida.

Parpadeó bajo la intensa luz del sol y vio como Cenizo

atravesaba el claro en dirección a Zarzoso.

– Tu vigilia se ha acabado.- le oyó maullar Estrella de Fuego-

Vamos; te buscaré un lugar donde dormir.

Ambos desaparecieron en la guarida de los guerreros mientras

Estrella de Fuego cruzaba el claro y se deslizaba por el túnel de

helechos que conducía a la guarida de Carbonilla.

La curandera de pelaje gris estaba sentada a las afueras de la

grieta de la roca y daba la vuelta con una pata a algunas hierbas.

Centella estaba sentada a su lado y agachó la cabeza para

olfatear las hojas con interés.

– Esto es borraja.- le explicó Carbonilla- Tienes que empezar a

comerla ya para que tengas mucha leche cuando lleguen tus crías.

Centella devoró las hojas de un lengüetazo y retorció el gesto al

tragarlas.

– Son más amargas que la bilis de ratón. Aunque no me importase

apresuró a agregar- Quiero hacer lo mejor para mis hijos.

– Lo harás bien- le aseguró Carbonilla- Vuelve todas las

mañanas a por hierbas y llámame en cuanto creas que vienen las

crías. Me parece que ya no falta mucho.

– Gracias, Carbonilla.- Centella agachó la cabeza en deferencia

a la curandera y atravesó el claro, cruzándose con Estrella de Fuego

al final del túnel.

– Asegúrate de descansar lo suficiente- le maulló a la gata

mientras esta llegaba al campamento principal.

Carbonilla se sacudió los restos de borraja de sus patas y cojeó

por el claro para reunirse con Estrella de Fuego. Hacía ya tiempo

que había sido su aprendiza, pero a consecuencia de un accidente

junto al Sendero Atronador que le había herido la pata le fue

imposible convertirse en guerrero. Estrella de Fuego era consciente

de lo duro que tuvo que ser para ella dar por perdido el futuro con el

que siempre había soñado; y aún se culpaba por no haberla cuidado

mejor.

– Tengo que hablar contigo, Carbonilla- comenzó.

Pero antes de que la curandera pudiera responderle sonó un

gemido detrás de Estrella de Fuego.

– ¡Carbonilla! ¡Mira mi pata!

– Gran Clan Estelar, ¿y ahora qué?- murmuró la curandera.

La más pequeña de los aprendices, Zarpa Acedera, entró al claro

a trompicones sobre tres patas y con la pata restante sostenida en

La Busqueda de Estrella de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora