capitulo 15

355 22 4
                                    

Estrella de Fuego se apresuró a alcanzar a su compañera,

abandonando su presa, y miró hacia abajo.

Las laderas de la quebrada descendían escarpadamente hasta un

estrecho valle completamente seco con unas cuantas rocas rojizas

desparramadas en él. Ni siquiera habría una gota de agua.

Su corazón latió con fuerza.

– Creo que nos hemos pasado el lugar donde acampó el Clan del

Cielo- le maulló a Tormenta de Arena- El gato gris y blanco me dijo

que siguiera el río.

La cola de Tormenta de Arena azotó el aire.

– ¡Cagarrutas de ratón! Será mejor que bajemos y volvamos por

la base de la quebrada.

Estrella de Fuego tomó la delantera mientras descendían

cuidadosamente por el risco escarpado. Las piedrecillas sueltas

resbalaban bajo sus patas; Estrella de Fuego intentó no pensar en

qué pasaría si resbalaba todo el camino en un revoltijo endeble de

patas y cola para terminar, destrozado, en el fondo.

Intentó pisar con ligereza, escogiendo el recorrido de una roca

sobresaliente a la siguiente y usando la cola para equilibrarse.

Para entonces, el sol ya había ascendido por el cielo y las

laderas rocosas de la quebrada reflejaban su calor. La tierra ardiente

quemaba las patas de Estrella de Fuego. Resollando, notaba cómo si

pelaje estaba a punto de estallar en llamas. Molestó a un lagarto que

tomaba el sol sobre una piedra; se escabulló por una grieta cuando

su sombra cayó sobre él.

– Al menos no nos vamos a morir de hambre.- comentó,

señalando la criatura con la cola.

Tormenta de Arena arrugó la nariz.

– Solo el Clan de la Sombra come cosas con escamas- maulló-

Tendría que estar muy hambrienta para intentarlo siquiera.

Finalmente, llegaron al fondo de la quebrada y retrocedieron por

el camino que habían venido al tiempo que sorteaban las rocas. El

pelaje de Estrella de Fuego se erizó; en esa parte de la quebrada no

crecía nada, excepto unas cuantas matas de hierba rala y arbustos

raquíticos; no había cobijo ni maleza que ocultara a los gatos de los

ojos hostiles.

– Menos mal que no somos blancos o negros- murmuró Tormenta

de Arena- Al menos nuestros pelajes nos ayudarán a ocultarnos.

Estrella de Fuego asintió, tenso.

– Mantente alerta. No sabemos lo que puede acechar por aquí.

Conforme el sol decaía en el cielo, las sombras del risco

cayeron sobre ellos. Estrella de Fuego respiraba mejor ahora que el

aire se había enfriado. Comenzó a captar el sonido del agua frente a

La Busqueda de Estrella de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora