capitulo 21

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– Sé que parece imposible- siguió diciendo Cielo- pero también

sé que tenéis la fuerza para hacerlo. Ten fe en ti mismo, Estrella de

Fuego. Nos volveremos a ver pronto.

Con gran dignidad inclinó la cabeza y caminó por la senda de

piedra, alejándose de la cueva de los guerreros.

– ¿Y bien?- instó suavemente Tormenta de Arena- ¿vas a seguirle

y decirle que no puede hacerlo? ¿O vas a irte sin más y dejar que

descubra por sí mismo que todas sus esperanzas han resultado en

vano?

Estrella de Fuego sacudió la cabeza con impotencia. La idea de

reconstruir el Clan del Cielo era tan inmensa que no podía ni pensar

en ella.

– Me voy a cazar- anunció- Lo siento, Tormenta de Arena.

Necesito estar solo un rato.

Tormenta de Arena le restregó el hocico con el suyo; sus ojos

resplandecían de amor.

– Lo entiendo.

Como no quería toparse con Cielo, Estrella de Fuego se dirigió

en la otra dirección, río abajo hacia los árboles cercanos a la

antigua frontera del territorio del Clan del Cielo. Su mente daba

vueltas. Él era el líder del Clan del Trueno; ahí era a donde

pertenecía. Y aún así Cielo le pedía que tomara también la

responsabilidad de otro clan. Que un gato intentara controlar dos

clanes no podía ser voluntad del Clan Estelar, menos aún cuando sus

territorios se encontraban a casi una luna de distancia.

Recordó cómo se había erigido Estrella de Tigre en líder del

Clan de la Sombra y del Río, e intentado dominar también a los

otros dos clanes. Su ambición sedienta de sangre sería recordada

por mucho tiempo en el bosque.

– No voy a ser otro Estrella de Tigre- dijo en voz alta Estrella

de Fuego, deteniéndose al borde del río- Mi lealtad está en el Clan

del Trueno.

Pero, ¿estaba seguro? ¿Debería ser leal al código guerrero en

vez de a un solo clan?

Intentando deshacerse de la pregunta, aceleró por la orilla del

río. A pesar de que el sol bajaba por el cielo, la arena seguía

ardiendo en sus almohadillas y los arbustos raquíticos del risco

apenas arrojaban sombras. Ansiaba las frescas sombras húmedas del

bosque, la floresta espesa de las hojas y el pequeño susurro de las

presas en la maleza. Había estado allí tanto tiempo que sus patas

comenzaban a endurecerse por tanto correr sobre arena y rocas, y

estaba aprendiendo a rastrear a las presas bajo aquella escasa

La Busqueda de Estrella de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora