capitulo 23

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– Los gatos que viven en los clanes mandan patrullas varias

veces al día- explicó Estrella de Fuego, deteniéndose al final de la

línea de vallas Dos Patas.- Y además patrullamos dos veces las

fronteras, una al amanecer y otra al ocaso.

– ¿Así que nosotros somos la patrulla del amanecer?- preguntó

Boris.

– ¡Cerebro de ratón!- Cereza, su hermana, le abofeteó con una

pata- El Clan del Cielo aún no tiene fronteras. Somos cazadores,

¿no, Estrella de Fuego?

– Correcto- maulló Estrella de Fuego.- Tendremos fronteras muy

pronto, cuando conozca un poquito mejor el territorio, y cuando vea

cuantos gatos van a vivir aquí. Mientras tanto, esta es la primera

patrulla real de caza del Clan del Cielo.

Cereza dio un pequeño brinco.

– ¡Genial! Aunque no hemos cazado mucho- agregó,

decepcionada- Ni siquiera huelo nada.

– Eso es porque todo está mojado- le dijo Estrella de Fuego-

Hasta los cazadores expertos lo pasan mal.

La niebla llenaba la quebrada y se extendía por la maleza de la

cima del rico hasta el Poblado Dos Patas. El sol naciente brillaba

con una luz lechosa. Cada tallo de hierba se inclinaba por el peso de

las gotas de agua y el rocío rociaba el pelaje de los gatos.

– Lo que no es excusa para correr riesgos- Rascón levantó la

mirada desde la carne fresca que estaba desenterrando y que habían

enterrado antes.- No puedo entenderos. Saltasteis directos a ese

jardín sin ni siquiera mirar.

– Lo siento- murmuró Cereza mientras Boris restregaba las patas

en el suelo frente a él.

– Eso de "lo siento" está muy bien y tal- espetó el proscrito-

Casi caéis encima de ese perro. Si Estrella de Fuego no lo hubiera

distraído ahora seríais comida perruna. Y habéis perdido la ardilla

que estabais persiguiendo.

Boris suspiró.

– Era perfecta y estaba gordita.

Rascón puso los ojos en blanco y siguió quitando la tierra de su

presa.

Estrella de Fuego le dirigió una mirada rápida. Habían pasado

cuatro días desde que Rascón y Trébol fueron a vivir en las cuevas,

y las habilidades de caza de Rascón ya resultaban muy útiles, pero

no tenía paciencia con los mininos domésticos.

– Ya aprenderán.- maulló Estrella de Fuego y a Cereza y Boris

añadió- Lo estáis haciendo realmente bien.

– ¿Podemos ir y vivir siempre en el campamento?- pidió Cereza.

– Aún no- Estrella de Fuego se sentía aliviado al ver el

La Busqueda de Estrella de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora