capitulo 24

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La media luna destellaba fríamente cuando Estrella de Fuego

recorrió la senda rocosa hacia el Montón de Rocas. No le aguardaba

ningún gato y tampoco veía más figuras sombrías que se acercaran

por el risco o el río. Solo Tormenta de Arena estaba con él, detenida

a su lado al pies de las rocas y mirándole con sus luminosos ojos

verdes.

Estrella de Fuego cambió el peso de pata a pata, intranquilo bajo

la luz de la media luna. Ese era el momento en el que los curanderos

se reunían para compartir sueños con el Clan Estelar. De alguna

forma, estaba mal esperar que se reunieran otros gatos; la luna

debería estar llena. ¿Sería aquello un mal presagio?

Sacudiéndose de encima la premonición de desastre, Estrella de

Fuego dejó que su mirada siguiera la retorcida línea del río,

brillante y plateado bajo la luz de las estrellas. Quería saltar a la

cima de las rocas y gritar las palabras que traerían a su propio clan

a la reunión. Pero aquello tan familiar no serviría ahí y no estaba

seguro de que hubiera gatos para escucharle.

¿Y si no acudía nadie? ¿Qué haría entonces?

– Lo harás bien- Tormenta de Arena le tocó el omóplato con la

punta de la cola- Es duro cuando no eres el líder de estos gatos, pero

es que aún tienes que convertirlos en un clan.

– A alguno de ellos- le corrigió Estrella de Fuego. Incluso

siendo muy optimista se negaba a creer que todos los gatos con los

que había hablado accederían a unirse al nuevo clan. Lo último que

quería era obligarles; era importante que se unieran porque querían

hacerlo y deseaban vivir según el código guerrero.

¿Tengo miedo de que no hagan lo que quiero? No, era algo más.

Las gatos que se unieran al Clan del Cielo tendrían que ser lo

suficientemente determinados como para sobrevivir una vez

Tormenta de Arena y él regresaran al bosque. Y solo lo lograrían si

se entregaban al código guerrero hasta el último bigote y garra.

– Vamos- Tormenta de Arena le empujó hacia el Montón de

Rocas.- Es la hora.

Estrella de Fuego le sostuvo por un par de latidos de corazón su

mirada verde brillante, y bebió de su dulce olor. Una fuerza

renovada pareció adueñarse de él; saltó y llegó a la cima del

Montón de Rocas con un par de fuertes brincos. Desde su posición

aventajada veía aún más la quebrada río abajo y río arriba, pero aún

no captó señales de los otros gatos salvo a Tormenta de Arena,

sentada pacientemente al pie de las rocas. La media luna flotaba

La Busqueda de Estrella de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora