6.

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Podía acostumbrarse a despertar así, suspiro. Se encontraba entre los brazos de Gerard en posición de "cucharita", no sabía si sorprenderse por el hecho de ser la pequeña, aún así eso le gustaba, tenía detrás suyo a quien le gustaría poder llamar "su calentador personal".

El pelinegro se removió y Frank cerró los ojos, esperando que, en caso de que se despertara y quisiera levantarse, lo viera dormido y decidiera quedarse con él.

Sintió cómo deslizaba el brazo que lo abrazaba y estuvo cerca de darse la vuelta y golpear a Gerard, segundos después un simple beso fue dejado en cabeza y gritó para sus adentros. El mayor sacó algunos mechones de pelo de la cara de su compañero y volvió a su posición inicial.

Pasados unos minutos, el castaño se dio la vuelta, quedando frente al pecho del otro. Con ambos brazos se aferró al de ojos verdes y enroscó sus piernas con las contrarias.

—Tengo frío —su voz sonó amortiguada porque se encontraba, literalmente, pegado al pelinegro, este hizo ademán de levantarse y Frank lo sujetó con más fuerza, rodando lo ojos. ¿A caso no entendía?—. No, abrázame —levanto la mirada para cruzarla con la del otro que pronto la apartó y obedeció. Segundos después comenzó a mover su mano por toda la espalda del menor, brindándole calor.

**

—Ya son las 11:00 —el mayor intentaba despertar al castaño, que se había quedado dormido poco después de hablar—. Frank, levantate.

Ya había evaluado todas las opciones que en realidad no tenía, solo le quedaba despertar a su compañero, ya que no podía levantarse. El chico lo tenía como si fuera una garrapata pero igualmente lo intentó, en cuanto logró alejar sus cuerpos unos escasos centímetros oyó su voz.

—Wow, amigo, ¿dónde crees que vas? —inquirió con una ceja alzada, atrayéndolo de nuevo hacia sí.

—Frankie, ya es casi mediodía...

Sabía que tenía que lograr que se levante pero solo atinó a abrazarlo fuertemente, de nuevo.

—Hmmm.... Solo unas horas más, ¿sí?

—No lo sé...

—¿No suena tentador? Sé que sí, déjame disfrutar.

Casi se atraganta con su propia saliva, miró al menor, pero su pelo bloqueba la vista a su cara, sintió su cara arder.

—No Frank, ya es tarde.

El castaño levantó la vista y suspiró pesadamente, asintiendo.

—Está bien... —lo fue soltando de poco, como si le doliera. Una vez que estuvieron separados, se levantaron y caminaron hasta la cocina.

Frank no sintió frío mientras preparaban el desayuno, lo cual era increíble, nunca había estado más a gusto con el invierno. Miró al chico que se encontraba a su lado, sirviendo galletas en un plato, era la primera vez que lo veía sin sus típicos sweaters, pero se veía igual de lindo, sin lugar a dudas.

Se sentaron uno al frente del otro en la mesa del comedor, el silencio ya era algo incómodo.

—Gracias por... todo —fue lo único que se le ocurrió, quería disolver la tensión.

—Por nada —le dedicó una sonrisa—.
Y.... Ya sabes... ¿Dormiste bien? —se sonrojó al instante.

—No había dormido tan bien en meses, ¿y tú?

—Bien..., Fue... diferente —miraba fijo si taza casi vacía—. Digo, nunca había compartido cama con nadie... —el menor sonrió. De repente Gerard se puso de pie y fue hacia la cocina, llevando su taza consigo, segundos después, volvió con más café.

Sweater's BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora