14.

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Tres años podían sonar como mucho, pero para ellos no lo eran. Se amaban, lo decían todo el tiempo, y a pesar de sus discusiones seguían juntos, porque no eran más que pequeñas mierdas que acarreaban todas las relaciones.

Frank había dejado la pastelería seis meses después de que comenzaran su noviazgo, pasando por diferentes empleos. Gerard lo había convencido de aprender a tocar la guitarra y ahora se dedicaba a eso, tenía un proyecto de banda que, según el mayor, se haría muy famosa.

Ya no llevaba el mohicano, había decidido dejar que su cabello marrón creciera hasta sus hombros y así lo mantenía, también agregando una gran cantidad de tatuajes a su colección y quitándose los piercings.

Gerard había ganado fama con su primera galería y cada vez más personas compraban sus pinturas, no era mundialmente conocido pero alcanzaba y sobraba para mantenerlos a los dos, porque habían decidido vivir juntos hacía dos años.

Él también había decidido hacer unos cambios, probó diferentes colores para su pelo, había pasado por el negro, marrón, blanco y en ese momento lo llevaba de un rojo chillón, aunque ya tenía planes de cambiarlo, tal vez lo mantendría rubio.

Nunca habían hablado de llevar lo suyo más lejos, el pelirrojo no tenía apuro, a diferencia del otro, que pensaba que ya era hora de sentar cabeza con su dulce chico.

Vivían en el departamento de Gerard, y el (todavía enano) Frank tenía pensado mudarse a otro estado luego de casarse.

—Amor, ¿No compramos tomates?

—La comida se acaba, Frankie —se acercó a él y posó las manos en sus hombros.

—Como sea... —cerró el refrigerador, dándose la vuelta para quedar frente a su novio y plantar un beso en sus labios— ¿Entonces qué vamos a comer?

—¿Hamburguesas?

—No voy a comer carne, deja de intentarlo.

—Vamos a un restaurante o algo.

—Está bien ¿Dónde?

—Eso no importa, luego decimos. Voy a buscar abrigo —el menor asintió mientras el otro iba a la habitación que ahora compartían.

Caminó hacia la sala y segundos después apareció Gerard con uno de sus lindos sweaters y una campera que le dio al castaño.

Salieron y caminaron tranquilamente hasta que el hambre fue insoportable, terminaron comiendo en una pizzería de la que salieron hora y media después con el estómago lleno.

Pasaron por varios negocios de ropa en los que el de ojos verdes se quedaba a mirar pero que rara vez entraba y otros por los que el enano se quedaba babeando por alguna prenda que nunca llegaba a ser parte de su guardarropa.

Lentamente volvieron al departamento, bebieron café y miraron películas hasta quedarse dormidos.

Así se las arreglaban normalmente, a ambos les gustaba y se sentían cómodos, hasta que, una mañana, Frank se dijo que ya era hora. Salió bajobla excusa de salir con Ray a pasar la tarde, lo cual no era mentira, omitiendo la parte de ir a comprar los anillos.

Fue sumamente aburrido y el hecho de haber llevado al rizado no ayudaba, este solo miraba las joyas y lanzaba suspiros molestos y comentarios como "Hermano, no tengo idea de que puede gustarle a Gerard, no es mi novio" o también "se ven todos iguales... Aprecio al niño, pero deberías comprar el más barato". Definitivamente no ayudaba.

Terminó decidiendose con unas simples alianzas de oro de no-se-cuantos-quilates, nunca había entendido eso.

Ya tenía los anillos, necesitaba el lugar, y este no fue difícil de elegir: la pastelería.

**

—¿Dónde vamos? —preguntó Gerard por novena vez. El menor lo había sacado de su estudio y lo llevaba a rastras por la calle.

—Tengo ganas de tomar un chocolate caliente —se encogió de hombros y siguió caminando hasta llegar al local donde antes trabajaba.

Se sentaron en una de las mesas y Frank podía jurar que nunca se sintió tan extraño, no porque estuviera en la cuenta regresiva para pedirle matrimonio al amor de su vida, sino porque estar ahí metido y no tener que correr de la cocina a las mesas para dejar un pedido, luego al mostrador para besar a se novio y de nuevo a la cocina a preparar café era como ser un pez fuera del agua.

El menor se encargó del pedido (dos tazas de chocolate caliente, un brownie y una porción de tarta de limón) que llegó extremadamente rápido, aunque no debía sorprenderse, el lugar que encontraba casi vacío.

Una vez pagaron, Gerard se levantó, siendo seguido por el castaño. Cuando en la puerta, Frank tomó las manos del mayor y se puso de rodillas, se sentía estúpido, pero haría lo que sea por el chico que en ese momento mantenía una cara que total confusión.

Rebuscó en el bolsillo de su campera hasta que encontró la pequeña caja y la sacó lentamente mientras hablaba.

—Gerard... Te amo. Eres la persona más hermosa que hay en la Tierra, en todos los sentidos de la palabra... Realmente tenía un discurso preparado pero lo olvidé así que... ¿Te casarías conmigo? —destapó la caja, dejando ver un anillo dorado.

Toda la gente que pasaba por la calle se detuvo para verlos. El pelirrojo sonreía enormemente mientras lágrimas corrían por su pálido rostro. Se arrodilló frente al tatuado y lo abrazó.

—Si, Frank Iero, claro que si.

Los peatones comenzaron a aplaudir y a gritar, festejando el compromiso de la pareja.

El de ojos avellanas puso el anillo en el anular de su ahora prometido y se lanzó a besarlo, nunca pensó que sería tan feliz.

Si le hubieran dicho a su yo de 17 años que terminaría casado con con un chico que podría hacerse pasar por mujer, seguramente le hubiera estallado un pulmón de tanto reírse. Pero ahí estaba, con la persona que más amaba en el mundo entre sus brazos y con un anillo que prometía una vida llena de amor y alegría para ambos.

**

A la semana de compromiso ya familiares y amigos se habían enterado, Frank había conocido a la madre de Gerard al año de relación, al parecer ella estaba al tanto de que eran pareja y era una mujer agradable.

Todas las personas que se podrían imaginar habían ido a verlos y felicitarlos por su compromiso llevando regalos consigo, nada muy escandaloso, dinero en su mayoría, todos querían ayudar con la boda.

No había noche en la que no hablaran de lo emocionados que estaban por su nueva vida porque, sí, Frank le había planteado al chico mudarse y este había aceptado, siendo este sólo el principio de una larga historia de amor.

FIN

No se alteren, voy a escribir extras :)

Sweater's BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora