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Había pasado más de una semana desde el incidente en los vestidores, desde entonces, desafíe un poco a mi timidez y comencé a vestirme a la vista de mis compañeras sin esperar a que estas se fueran para hacerlo.

Había tenido varios momentos donde pasé vergüenza por los comentarios de las chicas diciendo que tenía un cuerpo envidiable, no hacía más que sonrojarme y agradecer tímidamente a la vez que me apresuraba para cubrirlo.

En mi hogar a mi padre no le molestó que faltara a clases, solo tuve que decirle que me sentía enferma cuando preguntó por qué había faltado a clases y no volvió a hablarme.

En clases todo siguió normal, Gaara me ignoraba como si el incidente nunca hubiera pasado, su presencia me incomodaba, pero agradecía infinitamente que no me dirigiera la mirada.

Traté de poner atención a la clase de matemática, faltaban un par de meses para navidad, luego año nuevo, y solo tres meses después terminaría la tortuosa preparatoria para comenzar con otro ciclo de torturas en la universidad, en fin, todos estábamos muy presionados por nuestras familias para entrar en una buena universidad.

Pronto cumpliría la mayoría de edad, pensaba en dejar mi hogar y liberarme de la tensión que siempre sentía.

Suspiré pesadamente, levanté la mirada al reloj justo arriba de la pizarra, faltaban solo unos minutos para irme a mi hogar, aunque tampoco me emocionaba tanto ese hecho.

–Hinata —susurró Naruto detrás de mí— iremos a comer barbacoa más tarde, ¿te gustaría venir?

La campana para salir sonó exaltando a todos, el profesor dio unas pautas para un trabajo y se retiró, todos se pusieron de pie guardando rápidamente sus cosas en sus mochilas.

–Y... ¿Qué dices? —volvió a preguntar.

–S–Sí.

– ¡Genial! Yo te invito, dattebayo –exclamó con una gran sonrisa y apuntándose.

Con los demás acordaron que en una hora nos reuniríamos en el lugar, me apresuré por llegar a mi casa y ponerme algo lindo, luego de casi media hora opté por un vestido hasta la rodilla azul marino y sandalias blancas, até mi cabello en una cola de caballo y luego de observarme por varios minutos en el espejo decidí salir.

¿Lograría llamar su atención esta vez? Jugué con mis dedos, Ko se había ofrecido a llevarme en el auto, jugaba con mis dedos nerviosa, observando el paisaje con un remolino en mi estómago, al llegar solo estaban Naruto, Sakura y... Gaara.

– ¡Hinata! —ambos saludaron animadamente moviendo su mano con una sonrisa, saludé igualmente mirando de reojo a Gaara, su mirada era desinteresada como otros días.

Decidieron entrar al lugar y nos dirigimos a buscar una mesa, me senté frente a Naruto, al conectar nuestras miradas sonrió zorrunamente haciéndome sonrojar, bajé la mirada a mis manos sintiéndome inmensamente feliz, esto duró poco.

Al ver que llegaba más gente, Gaara se acercaba a mí en la banca arrinconándome contra la pared, mi cuerpo estaba tenso y fingía reír ante las bromas de mis amigos, dios, estaba tan incómoda.

Chillé asustada cuando sus dedos rozaron mi pierna, todos me escucharon y voltearon a verme extrañados.

– ¿Estas bien, Hinata? —preguntó Ino.

–S–s... ¡Sí! Solo fue un... no importa, lo siento.

Volví a encogerme en mi lugar, continuaron con la charla y suspiré pesadamente tratando de calmarme, de reojo observé al pelirrojo, se veía tan relajado, atento a la conversación de la que yo no estaba enterada por estar sumida en mis pensamientos.

SubmissiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora