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– ¡Vete a la mierda! —le grité, tirando golpes contra el, pero era inútil.

Gaara era hombre, mas alto y se ejercitaba constantemente. No había modo de que pudiera hacer mas que darle un par de arañazos.

– ¡Una noche! Solo una noche donde hago otra cosa mas que quedarme en esta maldita habitación esperando que vuelvas, ¡¿Y esto es lo que recibo?! —dije apuntando a mi mejilla punzante por el golpe.

–Dime con quien mierda estuviste.

– ¡Por meses, Gaara! Meses  —exclamé.

–Fuiste a verlo, ¿no es cierto?

Pasé una mano por mi cabello, como siempre, no me escuchaba.

– ¿Y qué? —sabia lo que provocarían mis palabras, pero estaba tan enojada que estaba dispuesta a soportarlo, quería que sintiera lo mismo que yo— crees que no noto de que cada vez que llegas de "salir con amigos" —hice señas con mis dedos— vuelves oliendo a perfume o con marcas de labial en tu ropa.

Gaara frunció el ceño.

–Asi que pensé; a la mierda, ¿por qué yo no hago lo mismo?

–No te atreverías...

–Sabes, es algo bueno que no te quieras acostar conmigo —retrocedi cuando el avanzó, respirando tan fuerte que su pecho subía y bajaba notoriamente— no quiero imaginarme de que te has contagiado.

Logré esquivarlo cuando se abalanzó sobre mi y corrí al living, tomando en mis manos lo primero que encontré: una fuente de vidrio.

–Baja eso —dijo demandante— te juro que si–

No dejé que terminara la frase y lancé la fuente, por poco pudo esquivarla y el estruendo del vidrio partiendose contra el suelo nos sorprendió a ambos.

–Eres una mald–

– ¡Que está pasando ahí, por todo los cielos! —la mujer de al lado golpeó la puerta y ninguno se movió— esta juventud de hoy, tan escandalosa...—su voz se fue apagando hasta que en el silencio se escuchó su puerta cerrar.

Nos miramos aún con los ceños fruncidos y la respiración agitada.

–Si fuiste a una fiesta de Sakura, Naruto también debió estar ahí.

Suspiré exageradamente.

–Si, Gaara, y me acosté con el aunque es la primera vez que lo veo en meses. Luego se unió Sasuke, así que si tengo un bebé tendré que esperar que nazca para saber quien es el padre.

Tensó la mandibula y esta vez no corrí cuando el se acercó.

–Obviamente no serás tu.

– ¿Crees que eres divertida? —me tomó del cabello y me llevó hasta el sofá donde me obligó a recostarme— ¿Esto es lo que querías?

Subió mi falda e intenté levantarme pero su agarre era fuerte. Mi voz se perdía entre el sofá donde estaba fuertemente retenida, la penetración fue dolorosa y, seguramente, tampoco fue muy agradable para el, pero desquitarse –o castigarme– por lo que había dicho era la principal razón de que continuara tan bruscamente.

Mis manos seguían libres, por lo que intenté detener las estocadas poniendo presión en su abdomen. Solo funcionó unos segundos, soltó mi cabello para alejar mis manos y seguir.

A la mierda. Me quedé quieta hasta que terminó, no sentía nada, ni rabia, ni vergüenza. Nada.

No es como si fuera la primera vez que pasaba esto.

SubmissiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora