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El no estaba en el salón cuando volví, dijeron que había pedido irse temprano a casa.

Tomé mi bolso y me apresuré en coger todas mis cosas para largarme y seguirlo.

– ¡Hinata! ¿Que estás haciendo?

Ignore los llamados de Ino y salí de la escuela, mi sangre hervía por lo molesta que estaba.

Golpeé repetidamente la puerta con la palma de mi mano y luego con el puño, cuando finalmente respondió me miró con confusión.

– ¿Que haces aquí?

Lo golpeé en el rostro, se alejó unos pasos tapando su nariz. Miré mi mano y la sacudí queriendo que el dolor se fuera.

–Eres tan sentimental —se burló, quito su mano de su nariz y esta solo estaba enrojecida.

Cerré la puerta tras de mi y lo empujé repetidas veces hasta que se tropezó con su sofá, el solo sonreía.

– ¿Terminaste? —preguntó aún recostado en el sofá— eres adorable, pero tienes que irte. Ahora.

Lo ignoré y me lancé sobre el para seguir golpeándolo, pero sin éxito. Solo logre acertarle algunas cachetadas en el rostro antes de que el tomara mis manos y las apretara con fuerza.

– ¿Te volviste loca? —preguntó, creo que ahora si lo habia hecho enfadar.

–Te odio.

Me miró sorprendido por un momento.

– ¿Te alejo de tu querido rubio y ya me odias? —volvió a sonreir.

–Por todo —intenté forcejear para que me soltara— no tenia nada y cuando por fin estaba por conseguir algo bueno en mi vida, me lo arrebataste.

–Tu vida ya era una mierda, ¿cual es la diferencia?

Seguí tirando de mis manos pero el siempre lograba ganarme cuando se trataba de fuerza.

–Te odio, te odio, te odio.

–Me encantaría una sesión de sexo de odio, créeme. Pero no puedes estar aquí ahora.

–No me importa, eres un—

Ambos nos quedamos en silencio cuando alguien llamó a la puerta, Gaara soltó mis manos y me empujó a un lado, miró a la puerta suspirando con fuerza y luego a mi.

–Maldición...—me cogió del antebrazo y  me obligó a ponerme de pie— ve a mi habitación.

–No.

Volvieron a llamar a la puerta.

– ¿Otra de tus novias? —pregunté con sarcasmo— me das asco.

–No dices lo mismo cuando estas arriba de—

– ¿Gaara? El gerente dijo que estabas en casa —era la voz de una mujer.

El pelirrojo estaba cada vez mas inquieto, llevó su mano a mi nuca y me acercó con brusquedad.

–Compórtate.

Se dirigió a la puerta y me miró con frialdad antes de abrirla. Una chica alta y de cabello rubio estaba del otro lado, no sabia que tipo de chicas le gustaban a Gaara pero ella no parecía ser alguien... que se dejara manipular o fuera torpe, como yo. De hecho, desbordaba confianza en si misma.

–Temari —dijo, la chica se acercó a el y lo abrazó con una mano en su nuca, enterrando sus dedos en su pelirrojo cabello, me molestó ver eso. Besó su mejilla antes de alejarse.

–Lo siento, creí que estarias solo, te había avisado... ¿no me presentaras a tu amiga?

El pelirrojo le hizo una seña a la chica para que entrara.

SubmissiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora