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–Voy a salir —dije desanimada, mirando a mi padre que no levanto la vista de su periodico. Bufé y sali de mi casa, no tenía por que apresurarme en llegar a mi destino, tenia tiempo de sobra.

Había mas tránsito de lo usual, era dia sábado y todos querian volver a casa con sus familias o prepararse para salir de fiesta con sus amigos. Sentí envidia de ellos.

Divise el edificio al que me dirigía, crucé la calle esquivando a la gente que pasaba apresurada por la acera. Subí las escaleras con lentitud pensando en que tenia planeado para mi, nunca sabia cual será su siguiente paso. A veces, cuando creo que estoy haciendo algo bien, se enfurece sin razón aparente, al menos para mi. Otras veces estoy temiendo que enfurezca pero me trata con dulzura, me dice al oido que soy hermosa, como si me estuviera premiando.

Estaba a punto de golpear su puerta cuando una chica llamó mi atención, me observaba con desdén.

– ¿Quien eres tu? —preguntó acercándose agresivamente.

–Y-Yo...

– ¿Vienes a ver a Gaara? —volvió a preguntar apuntando a la puerta con la cabeza.

Miré la puerta y luego a la chica, en pánico.

– ¿Sabes que? Ni me importa. No te creas tan importante por que en algún momento se aburrira de ti.

Bajó las escaleras dando pequeños saltos, frunci el ceño confundida y acerqué mi mano para golpear la puerta, pero esta se abrió de golpe.

–Esperaba un poco mas de acción.

– ¿Sabias que esa chica estaba ahi?

–Claro que no —entre al lugar acompañada de Gaara— pero la escuché, ¿por que no le respondiste?

– ¿Que se supone que iba a decirle? —levanté una ceja—... ¿Es tu ex novia o algo?

Sonrió de lado y se fue por el pasillo a su habitación.

–Tengo un regalo para ti.

La curiosidad me llevó a seguirlo, sobre la cama había una bolsa de papel blanca con diseños de flores en los bordes.

–Abrelo.

Me acerque para tomar la bolsa y introduje mi mano con temor cogiendo una tela delgada y suave. Era un conjunto de lencería.

– ¿Que esperas? Ve a probarlo —dijo, parecía un niño impaciente por abrir su regalo.

Suspire con el estómago hecho un nudo y me encerre en el baño, me miré al espejo cuando ya tenia puesto el conjunto, observando de pies a cabeza.

No está tan mal, pensé, solo un poco incómodo.

–Te queda bien —dijo— de hecho, te queda mejor de lo que imaginé.

Me rodee con mis brazos con vergüenza, estiró su mano y tomó la mia tirandome hacia el. Me senté sobre su regazo y comenzó a besar mi cuello, cerré los ojos sintiendo la tensión en mi cuerpo cuando las caricias se acentuaban.

Pasaron las horas y la noche se hizo presente, el pelirrojo estaba acostado boca abajo junto a mí, con su espalda al descubierto.

–Gaara...—dije suavemente ya que parecía estar durmiendo.

Se levantó con pereza, pasó una mano por su cabello y me observó con indiferencia.

– ¿Que quieres?

–Es tarde y...—frunció el ceño acercándose a la ventana— pero si quieres puedo quedarme, no me molesta —me apresure a decir.

–No, será mejor que te vayas —tomó mi brazo sacándome de la cama, cogió mi ropa del suelo y me la entregó antes de empujarme al baño.

SubmissiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora