21

220 18 0
                                    

Querida ex mejor amiga,

No sé si recuerdes una carta en la que mencioné el viaje de la montaña, pero si no, voy a recordártelo.
Bien sabes que en el colegio en el que estábamos hay un grupo misionero, y ese año fui elegida para entrar al grupo. Fuimos a la montaña, a pasar un tiempo con los indígenas de Talamanca.
Para cuando regresé esperaba que alguna de las tres me preguntara sobre el viaje, pero ninguna me preguntó como esperaba. Lo más que me preguntaron fue la típica pregunta: “¿Cómo le fue?” y nada más. No me pidieron fotos, ni se veían interesadas en lo más mínimo.
Hasta las personas con las que yo casi no interactuaba me preguntaron más emocionados, me pidieron fotos, me preguntaron si allá hablaban otro idioma y hasta les enseñé unas cuantas palabras.
Días después les pregunté si querían que les enseñara algunas palabras del idioma indígena, y su respuesta fue un “no”.
¿Por qué reaccionaron así? ¿Por qué reaccionaste así?
Envidia, ¿quizá?
O simplemente estaban hartas de que hablara sobre el viaje.
Admito que tras esa respuesta toda emoción por el viaje se desvaneció. ¿Alguna vez has visto a alguien hablando emocionado sobre algún tema que le gusta y que de un pronto a otro se queda callado, pensando que a la otra persona no le importa ni le interesa sobre lo que habla?
Bueno, esa fui yo.
Usualmente en esos casos la otra persona le dice que continúe hablando, que le interesa el tema, que quiere saber más.
Esas no fueron ustedes.

Querida ex mejor amigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora