1.- ¡All, mierda!

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—¡Vamos, tienes que acompañarme! Me prometiste que no me abandonarías y me debes una, te lo recuerdo.

Pude reconocer como entrecerraba los ojos hablando conmigo por teléfono, le conocía demasiado bien. Rodé los ojos, sabiendo que el ya me conocía y que seguramente se imaginaria que haría eso.

—¡No ruedes los ojos, estupida! Dímelo yaa.—Alargó la "a" más de lo debido hasta gritar.

—¡Joder All, voy, voy! Ya está, me acabas de quedar sin el puto tímpano, relájate.—Sabía que estaba sonriendo orgulloso.

—Te veo a las 7, ni un minuto más ni uno menos y como no estés preparada, subo a tu habitación y te arrastro por los pelos, nena. Te quiero, hasta después.—Me reí rodando los ojos.—No me falles.—Susurró antes de colgar.

—Y yo también a ti, imbecil,—Susurre después de colgar.

Baje rapidísimo las escaleras, viendo que me comía los escalones hasta tropezarme y caer de bruces.

—Oh, cariño. Estás aquí, siempre tan tu.—Mi madre me ayudó a levantarme y me reí avergonzaba al ver a dos personitas delante de mi.

Un chico moreno, bastante guapo y con pinta de malote me miraba gracioso, junto con una señora de más o menos sesenta años quien me miraba alegre.

—Está es mi hija Alessia, Alessia ella es Katherine Black y el Marcus Black, su hijo.

Les di la mano y sonreí. Mire a mí madre y ella hizo cara de sorpresa para responder.

—Ah si, ella es la señora que te comenté para limpiar la casa, demasiado grande para nosotras dos. Así que ellos se quedan con nosotras hasta que encuentren un apartamento. ¿Te parece bien?.—Les di una ojeada rápida y asentí.

—Mientras que en mi habitación no entren, lo demás me da igual.—Mi madre me miro sorprendida.

—Está de broma, disculparla.—Me dirigí a la cocina.

—Oh no, no lo estoy y lo sabes.—Grite asomando la cabeza.

No les volví a ver en toda la mañana. Comi, me duche y escogí una ropa, la más desaliñada que tenía. Converse blancas, pantalones ajustados negros y un jersey con agujeros, y por último mi cazadora de cuero negra.

Me mire al espejo y vi mi cara, no entendía como estaba tan alegre. Odio las peleas y el lo sabía.
Mi querido amigo es un completo loco por las peleas, el tabaco, y la ropa negra. Tiene millones de amigos "peligrosos" y hoy le prometí, sin querer, que iría con el a esa estupida pelea de un amigo suyo con otro. Me dijo que era la más importante y loca pelea que podía visualizar en mucho tiempo, así que como una estupida le dije que si. Mierda.

Espere durante unos 20 minutos hasta que un coche pitó fuera y me levante nerviosa, sabía que esto no me iba a gustar y a All le daba igual. Estoy en la mierda ahora mismo. Solo me queda apechugar con lo prometido.

—Cariño, ¿a donde vas?.—Me detuve dándome la vuelta y mire a mí madre, dandole mi mejor sonrisa.

—He quedado con All, no tardaré.—Me di la vuelta de nuevo.

—Espera.—Me di la vuelta, cruzándo los brazos. La observe y miraba todo el rato hacia abajo nerviosa.—Me voy mañana.—La mire sorprendida.

—¿Qué?.—Asintió decepcionada.— ¿A donde?.—Se sentó en el sofá y le dio una palmadita para que me sentara a su lado, negué con la cabeza.—He quedado, y All me ha prometido que como no salga en cuanto el llegue me sacara a rastras.—Asintió mirando al suelo.

—Me voy a Irlanda, dos meses.—Abrí los ojos como platos.

—¡Dos meses!.—Negué frenéticamente.—¡Esto tiene que ser una broma!.
Mamá, nunca puedes prometer nada y después no cumplirlo.

HURACÁN © Shawn Mendes. EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora