12.-Sus brazos, esos abrazos.

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Me dolía la cabeza.

Que coño, me dolía todo.

Mire a todos lados, estaba en mi habitación, solo con una camiseta enorme. Pero malditamente enorme, levante las mantas y vi que tenía otros dos pares de pies más. Me asuste mucho, y pegue tal bote que me di con la mesilla, ocasionando que me cállese al suelo.

—Me cago en todo.—Mierda, no recordaba casi nada de anoche. ¿Tanto bebí?. Una cabeza morena se asomó por encima de la cama y le mire mientras me tocaba la cabeza.

—¿Que narices?.—Murmuró.

¡SANTO DIOS ESTABA SIN CAMISETA! ¡Y yo la llevaba puesta! Mire sus brazos y me quedé anonadada, el sonrojo vino a mi cuando se levanto. Claro que le había visto sin camiseta, pero no estaba a esa distancia de mi y no estaba ¡sola!.

Se puso de cuclillas conmigo y le mire.

—Me asusté.—Le sonreí avergonzada y el se rió, descolocándo su pelo. Me tendió la mano y me levante con el.

—¿Te has hecho daño?.—Asentí y me senté en la parte del medio de la cama, con el detrás de mi. Se rió y me miro la cabeza.—No tienes nada, pero no te lo toques que seguro que te sale un chichón.—Nos reímos y me acorde de que lo único que llevaba era su camiseta (obviamente mi ropa interior también).

Me tumbe de nuevo en la cama.

—Siento haberte despertado, soy muy asustadiza y...—Me interrumpió.

—No te acordabas de lo que pasó ayer. —finalizó, curioso.

—No del todo. Se lo de la chica, pero lo de después no me acuerdo.—Mire la hora del teléfono, 7:50 am, ¿tan temprano me levanté?.

Mire la puerta que no estaba cerrada con cerrojo, me levante y le puse el seguro. Cuando me di la vuelta, Shawn me observaba, como un maldito Dios griego.

Me fui de nuevo a la cama y literalmente me tape nada más entrar, el se tumbó también.

—Te dio un ataque de ansiedad.—Me di la vuelta y le miré.—Me quede atónita.—Te abrace, te calmaste un poco, te solté y empezaste a decir cosas que del todo no entiendo.—Su codo estaba en la almohada y con el brazo, sujetaba su cabeza.

—¿Que decía?.—Cerró los ojos.

—Que no era culpa tuya, que le tenias que haber frenado, que te dabas asco, que odiabas cuando alguien te tocaba. Cosas así, Less. —Me quedé atónita, mierda Less...—Me asusté hasta los jodidos huesos, Jaque. Se te veía tan destrozada. Joder.—Respiro fuerte, apretando los nudillos. Le puse la mano encima de la suya. Y me miró.

—Por favor, olvida lo que dije.—Levantó una ceja.—Estaba borracha, digo tonterías.—Sonreí de mala manera, el lo noto, pero solo asintió.

Sabía que ocultaba algo, no quería que supiera nada. No hasta que pudiese saber más de el.

—¿Dormimos?.—Le pregunte y asintió, tumbándose. Pero me levante ya que recordé que estaban las cortinas abiertas y la luz del sol nos daba de lleno. Me tumbe de nuevo y esta vez, no veía absolutamente nada.

Los minutos pasaron, y ninguno de los dos se movía, creo que Mendes se había dormido, al fin y al cabo lo necesitábamos.

—Lo siento.—Trago saliva.—Siento haberme comportado mal, pero tienes que entender que soy así, como ya te dije.—Su respiración se escuchaba por toda la habitación.—Siento ser tan gilipollas contigo, y hablarte tan mal. Pero mi vida no ha sido nada fácil, y espero que algún día puedas comprenderlo.—Se pensaba que estaba dormida.—Siempre estaré ahí, Jaque.—No dije nada, era precioso lo que me acababa de decir y tú no le decías absolutamente nada.

HURACÁN © Shawn Mendes. EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora