3 -Compañía-

4.4K 812 304
                                    


— ¿Por qué no va a hacerlo? —El joven con mucha desconfianza observo a Yuuri sentado en ese sofá al otro lado de la habitación mientras que él se encontraba sentado sobre la enorme cama.

—No deseo hacerte nada, tan sencillo como eso. —Yuuri se recargo en el sofá hacia atrás reposando su cabeza, cerró los ojos dejando salir un largo suspiro.

Un chico, su esposo le regalo un jovencito tan delicado como cualquier damisela, acababan de regalarle por primera vez en su vida a un ser humano.

Algo completamente nuevo y ajeno para él, esa era una práctica muy frecuenta por lo que tenía entendido, pero hasta donde sabia sus padres nunca la realizaron a persona alguna semejante regalo ¿Cómo debería reaccionar?

—Prefieres darme un niño antes de acostarte conmigo. —Susurro a la par que abría los ojos y miraba el techo.

Froto sus ojos frustrado, las palabras "Esto es demasiado" cruzaron por su cabeza una centésima vez aquella noche, por entre sus dedos observo al jovenzuelo quien no le quitaba la vista de encima, tanto su recta postura, cómo su mirada y aura indicaban que estaba completamente alerta, lucia como un pequeño animal enjaulado a la defensiva.

—Te doy mi palabra, no voy a hacerte nada. —Insistió.

Aquel chico se removió inquieto, aspiro una profunda bocanada de aire para después dejar salir otra igual de profunda relajando sus hombros.

—Gracias...—un murmullo casi inaudible.

La habitación quedo unos instantes en silencio, los presentes no hicieron otra cosa salvo analizarse mutuamente.

Yuuri pensó que realmente era un chico muy hermoso y delicado, su cabello rubio estaba algo largo en comparación a lo que se acostumbraba, pero al contrario de hacerlo lucir mal solo realzaba sus finos rasgos, un par de hermosos ojos verdes con un pequeño toque de azul le daban una extraña combinación haciéndolos únicos e irrepetibles, sí, aquel era un joven hermoso. Pero no fue lo que llamo su atención, si no el porte con el que se sentaba y lo orgulloso de su mirar.

Por otra parte el rubio noto que su postura era un claro indicio de la realeza, por supuesto

>>Él es un príncipe

Fue su reprimenda mental, prosiguió a observar su rostro, era sin duda agradable a la vista, había una clara diferencia entre la belleza de su esposo a quien una hora antes había conocido, pero aunque la de este no fuera ni por asomo tan delicada tenía una chispa diferente, puede que sus ojos no fueran la cosa más única, que su cabello negro como la noche más oscura no sea singular ya que la mayoría de personas de donde provenía poseían ese color —aunque nunca había visto uno tan intenso como el suyo— Sus rasgos poseían cierto encanto, en conjunto todo aquella le daban la impresión de una persona muy hermosa.

—Disculpa, me dijiste que te llamabas ¿Yuri? —Se rasco la cabeza un tanto divertido al apenas percatarse de aquella coincidencia.

—Sobre eso, el príncipe Nikiforov me ha dicho expresamente que a partir de hoy me llamaran Yurio, no sería bien poseer un nombre tan similar al suyo. —Sus manos se juntaron para retorcer sus dedos.

Al parecer no le agradaba nada la idea de abandonar su autentico nombre para ser cambiado debió a que alguien con mejor posición no podía verse manchado llevando el mismo nombre que su ahora concubino.

—Lo siento si te molesta. —Se disculpo Yuuri aunque no había nada que pudiera hacer.

Las posiciones en ese lugar estaban bien marcadas, Viktor Nikiforov futuro rey, era la persona más influyente del reino, aun más que su padre a quien debía en algunas ocasiones "sugerir" como manejar sus problemas de índole política.

Un baile en honor a Su Majestad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora