Vivir una vida colmada por todo aquello que pudieras desear, con tan solo estirar una mano poder tomarlo y volverlo de su propiedad es la manera en la que Viktor Nikiforov fue criado.
No importa qué cosa fuera aquello, siempre y cuando las palabras salieran de su boca de una manera u otra lo conseguiría.
Incluso su esposo, por mucho que este lo rechazara el simplemente debía dar una orden, y el príncipe Katsuki estaría obligado a presentarse en sus aposentos con un único fin.
Por supuesto, de nada serviría eso.
Lo que él anhelaba por primera vez no le sería dado con tan solo pedirlo.
No era el cuerpo de su esposo, sin importar que tan atractivo fuera. No, el príncipe Nikiforov buscaba otra cosa.
—Yuuri, eso que dije delante de todos... no fue otra cosa salvo la verdad. —Viktor estaba dándole la espalda, pero al completar su frase giro, quedando ante sus ojos la espalda cubierta por una camisa de su esposo.
La fiesta hace unas horas acabo, en este momento ambos están en esa cama que deben compartir. La noche anterior no fue para nada incomoda, no tiene ni punto de comparación con lo que sucedía en ese instante.
Para empezar cuando la pasada noche el príncipe Nikiforov llego a la habitación Yuuri ya estaba dormido, con mucho sigilo consiguió meterse sin despertarlo, al llegar la mañana repentinamente él estaba abrazando el cuerpo más pequeño que compartía su lecho.
Yuuri lo empujo quedando en el suelo, también recibió un buen golpe al impactar contra el suelo frió de la mañana.
Sin embargo en esta ocasión ambos se encontraban despiertos, luego de esa declaración tan aclamada del príncipe Nikiforov junto a esa respuesta: "No es justo, Su Majestad siempre me sorprende" ni una palabra se había vuelto a cruzar, el mayor comenzaba a preguntarse si realmente fue la mejor idea expresar sus sentimientos de aquella manera.
Claro, siendo sincero nunca llegaría el día donde se arrepintiera de aquello.
Fue un impulso, el mejor impulso de toda su vida. Expresar aquello que su corazón sentía y gritaba mediante insistentes golpes no hizo sino apaciguar la confusión de su mente, también ahora que poseía otra vez su razonamiento objetivo podría darse de topes contra la pared más cercana al analizar su comportamiento.
Al menos había despertado por completo.
—No quiero hablar de ello. —Respondió su acompañante en un susurro.
Bueno, puede que Viktor tuviera ya las cosas claras, premeditando cada movimiento a seguir. Mientras el príncipe Katsuki justo ahora estaba tan perdido como un niño pequeño separado de su madre en el mercado.
Lo entendía, llegaba a comprender si su marido sentía deseo sexual hacia él, pero ¿Amor? ¿En qué momento las cosas cambiaron tanto? Esas palabras lo desconcertaban, su único objetivo hasta ahora era pisar el orgullo de Su Majestad hasta verlo llorar de rabia.
¿Por qué él tenía que enamorarse?
—Yuuri, dime ¿Te molestan mis sentimientos por ti? —Viktor extendió una mano, en un intento por tocar su hombro para que le diera la cara, sólo necesitaba ver sus ojos, con simplemente eso llegaría a entender qué pasaba por la cabeza del moreno. Se detuvo a mitad de camino, tal vez era mejor dejarle algo de espacio, tal y como una vez aconsejo su amigo.
El lugar permaneció en silencio, la penumbra ayudaba a ocultar cualquier cosa, salvo las siluetas dibujadas por la luz de la luna que se colaba por la ventana, una habitación donde apenas se veía algo, pero al mismo tiempo presenciaba el torrente ininterrumpido de emociones por parte de ambas personas, unas más violentas que otras.
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Un baile en honor a Su Majestad.
FanfictionAngustia: Podría decirse que esa fue la razón de su danza a la luz de la luna aquella noche, una desesperada angustia alimentada por una asfixiante soledad. Cientos de intentos para ser escuchado, miles de ruegos y suplicas, hasta rendirse por compl...