Sí, Yuuri había pensado que esa ciudad era encantadoramente colorida durante el día pero estaba muy equivocado, esa noche cada color tenía un papel protagónico en escena, desde el rojo de las lámparas que colgaban sobre su cabeza, hasta en amarillo de las velas distribuidas estratégicamente por todo el lugar, incluso el azul de la noche se sumaba al escenario mientras los otros tonos ejercían su encanto por sí mismos, en la vestimenta de la avallasante cantidad de personas o los pequeños detalles de las construcciones, incluso la fuente de por sí bastante deslumbrante poseía magia propia, en el fondo de ella podía llegar a apreciarse cierto titilar dándole todavía más encanto, si sumabas la pintoresca música podrías definir alegría con aquel cuadro.
—Son piedras recolectadas de las afueras de la ciudad—comentó Viktor cuando vio a Yuuri asomarse tratando de buscar una respuesta a ese brillo—Los niños se encargan de eso, es bastante tierno verlos traer pequeñas piedras, las seleccionan una por una, tratando de elegir solo las que vayan a brillar más.
—Vaya—susurro Yuuri impresionado—Es estupendo que todos colaboren en la fiesta.
—Está es una comunidad caracterizada por el apoyo mutuo proporcionado entre sí, nosotros, la raleza, estamos orgullosos de gobernar este pueblo. —Viktor recorrió el lugar con la mirada— ¿No es precioso? Ver a todos reír mientras disfrutan en paz de la tierra que les pertenece.
—Sin lugar a dudas es el mejor escenario que podría verse. —Concordó Yuuri mientras seguía la mirada de su esposo.
Los niños correteaban mientras sus madres gritaban que fueran con cuidado y no se apartaran mucho, los hombres más jóvenes se reunían entre ellos para beber, las jovencitas estaban también reunidas pero al parecer secreteaban sobre cosas bastante importantes dado lo cautelosas que eran. A su vez las parejas tanto casadas como ennoviadas se acurrucaban entre ellos, por otro lado la gente mayor estaba sentada en bancos distribuidos en los laterales de la plaza.
Un espectáculo maravilloso: La alegría de tu reino siendo contemplada por tus propios ojos.
—Por cierto Yuuri, me alegra que finalmente hable-
El príncipe Katsuki se dio la vuelta con gracia mientras a paso seguro se alejo de su marido en dirección a un puesto de artesanías.
—Yuuri, háblame. —Fue detrás de él.
Los condes miraron la escena atentamente, sintiendo profunda lastima por el príncipe heredero.
—Cariño ¿No debería ayudar a tu amigo? —Jean la sujetaba de la cintura mientras ella trazaba círculos con su dedo índice sobre el pecho.
—Lo desearía Isabella, pero él no tiene salvación, ya le di cualquier consejo que pudiera darle, todo depende de Viktor ahora. —Coloco una mano sobre la mejilla de su esposo mientras esta reclinaba su rostro en ella para obtener la caricia de su marido— ¿Ya te lo dije hoy? Te ves tan hermosa, aun más de lo usual.
—Me lo dijiste. —Afirmó con un leve asentimiento mientras su mano posaba con delicadeza sobre la que le sujetaba el rostro.
—Bueno, te lo recordare una vez más, estás hermosa Isabella. —Jean se inclino con intenciones de besarla.
— ¡Ah-Ah! —La condesa puso su otra mano sobre los labios de su marido—No debes besarme hasta el cierre, es la tradición.
— ¡Es verdad! —Quitó el brazo que sujetaba la cintura mientras golpeaba su frente al recordarlo—Es tu culpa, me dan ganas de besarte a toda hora.
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Viktor miro a su amigo quien con exagerados cariñitos consentía a su mujer, y él... bueno, él estaba sentado en una de las banquetas mientras Yuuri le daba la espalda. Realmente estaba celoso de Jean y su matrimonio derrama miel a toda hora, también comprendía que justo ahora de haberse comportado diferente el príncipe Katsuki podría estar en sus brazos de la misma manera.
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Un baile en honor a Su Majestad.
Fiksi PenggemarAngustia: Podría decirse que esa fue la razón de su danza a la luz de la luna aquella noche, una desesperada angustia alimentada por una asfixiante soledad. Cientos de intentos para ser escuchado, miles de ruegos y suplicas, hasta rendirse por compl...