One Shot 1

17.6K 528 15
                                    

¿Nunca habéis estado ante una situación de peligro? Todo lo que sucede lo ves a cámara lenta, todo está en silencio y los latidos del corazón palpitan en tus oídos. El respirar agitado te hace pensar que en cualquier momento no podrás más.

Mi cuerpo, cansado, parece ligero y solo pienso en correr, porque aunque no sé si siguen detrás, sé que aún no estoy lo suficientemente lejos de ellos.

Veo, a lo lejos, un árbol al que me puedo subir sin mucho esfuerzo. Corro hacia él lo más rápido que mis cansadas piernas me permiten y me siento en una rama lejos del alcance de la vista de los que me persiguen.

Me había escapado de las manos de Negan, del Santuario, y unos cuatro hombres, entre ellos Dwight, me perseguían por el espeso bosque. Había conseguido llevarme mi arco con flechas en el carcaj, un cuchillo y una mochila con una botella pequeña de agua y algo de comida.

Me llevé allí sentada, esperando a recuperarme, unas horas, hidratándome y comiendo un poco. Oí unos pasos sobre las secas hojas y no dudé en ponerme en cuclillas sobre la resbaladiza rama para que no vieran mis pies colgar.

Un hombre, de aproximadamente cuarenta y cinco años, con pelo rubio oscuro y penetrantes ojos azules miró hacia arriba apuntando con una ballesta,  advirtiéndome subida en la rama. Varias ardillas colgaban de su cinturón, haciéndome pensar que no me había oído, que solo estaba cazando, pero su ronca voz hizo que mi esperanza se esfumara.

—Baja ahora mismo, cabrón. Sí, tú, el de la rama—dijo serio, sin dejar de tenerme a punto de mira.

Me puse de pie sobre la rama, pero el musgo bajo mis botas hizo que me resbalara y cayera desde varios metros.

Cuando impacté con el suelo ahogué el dolor, como tantas veces había hecho. Me puse de rodillas, con mis manos en el suelo, para no caerme, y le miré a los ojos.

"No puedo dejar que se note mi miedo." Pensé.

Después de haber crecido durante años viendo y participando en los horrores que la gente del Santuario les hacía a los invasores, me esperaba algo parecido de esta gente.

Sus penetrantes ojos y su cara inexpresiva me seguían observando cuando decidí levantarme.

—Las manos a la cabeza, ¡ya! —gritó quitándome todas las armas, e hice lo que me ordenó.

—Daryl, ¿quién es? —preguntó observándome preocupado un hombre de unos cuarenta años, ojos claros y cabello castaño oscuro. Vestía una chaqueta gamuza forrada en piel, unos vaqueros y unas botas.

—No me ha dado tiempo a preguntarle nada —dijo rebuscando en mi mochila.

—¿Puedes decirme cómo te llamas?

—Me llamo _______ —respondí firme reprimiendo mis ganas de partirle la cara al cazador.

—¿Estás sola? —volvió a preguntar acercándose a mí para tocar mi dolorido hombro, pero di un paso atrás quedándome sin decir palabra alguna— ______, ¿hay alguien más contigo?

—No.

—No me lo creo, esta botella está demasiado limpia, es nueva —sentenció el tal Daryl, llevándose una mirada de odio por mi parte.

—La cogí ayer... De una casa —mentí.

—¿Y solo cogiste esto? —siguió el de las ardillas, quien seguía fisgoneando donde no debía.

—Y la comida, pero me he acabado una parte. No había gran cosa en la casa —continué con la mentira— Podéis quedárosla si queréis, pero dejadme vivir.

Daryl Dixon || One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora