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─ ¡Arriba soldado, no es tiempo de holgazanear, levántate y dame diez!─ Grito una voz en mi oído.

Pegue un salto que casi me estrello con el techo de la cabaña, escuche unas carcajadas y me incorpore rápidamente para poder fulminar a Caleb, maldito enano.

─ ¿Qué haces?─ gruñí tapándome por completo con las mantas de mi cama.

─Te despierto gruñona─ dijo con voz de; es obvio idiota─ además no creo que quieras llegar tarde a tu castigo.

Maldición mi castigo, me destape rápidamente y corrí hasta mi baúl parta elegir un cambio de ropa.

─Dime que aún no termina el desayuno─ dije mientras sacaba lo primero que vi.

─ Nah, acaba de empezar─ salí corriendo en cuanto termino de hablar.

Me duche rápidamente y me vestí con unos shorts de jeans tiro alto y rasgado, una camiseta sin mangas negra con un estampado de Red Hot Chili Peppers y mis vans gastadas de siempre, me lave los dientes y salí como alma que lleva al Hades.

Cuando llegue al comedor todas las miradas se dirigieron a mí, intente ignorarlas y camine normalmente a mi mesa, ahí estaban mis hermanos ya comiendo su desayuno, los salude con la mano y me senté para pedir mi comida, un jugo natural de arándanos y un par de tostadas con mermelada; fui a quemar mi ofrenda a la hoguera.

─Buenos días, ¿cómo esta señorita Hestia?─ le pregunte a la diosa sonriendo un poco.

─Hola Raven, ya te he dicho que no me digas así, solo Hestia─ contesto Hestia sonriendo, mientras calentaba sus manos en el fuego─ he oído que te has vuelto a pelear.

─ Si─ afirme en voz baja y desvié la mirada─ con un hijo de Niké.

─No te dejes provocar, a veces solamente hay que ceder, sin importar si se pierde el orgullo en el proceso─ dijo la diosa mirándome con sus ojos en llamas, llamas cálidas que me hacían sentir en casa.

─ ¿Qué pasa si no puedo ceder?─ pregunte después de unos segundos arriesgándome a sonar como una niña asustada─ si hay mucho en juego.

─Debes hacer lo mejor para los que quieres─ sonrió tranquilizadoramente─ pero hay algo que debes controlar...; tu defecto fatídico es peligroso para ti y para los que te rodean, sobre todo para los que te rodean.

─ ¿A qué te refieres?─fruncí el ceño, ¿defecto fatídico?, la diosa me miro enigmáticamente.

─Tu defecto fatídico es tu punto débil, cada vez que pierdes el control es por algo, ese es tu defecto, tienes que descubrirlo y dominarlo, o si no, por algo es fatídico─ contesto dejándome con el alma en la boca.

Quemé mi comida y recé a mi madre como todos los días, le pedí que viniera, pero también recé por Hestia dándole las gracias por decirme aquello, cuando me di vuelta la diosa me miraba sorprendida mientras hacia un asentimiento en forma de agradecimiento, me despedí con la mano y volví a la mesa, casi todos los campistas se habían ido.

─ ¿Por qué hablabas con la niña de la fogata?─pregunto Cassie mirándome extrañada.

─Se llama Hestia, es la diosa del hogar y la familia─ respondí entornando mis ojos a ella─ deberías hablar con ella, es simpática.

─Genial, una diosa─ exclamo entusiasmada.

Mis hermanos me miraron expectantes, pero negué con la cabeza para restarle importancia, se despidieron después de un rato y yo termine mi desayuno siendo casi una de las ultimas, salí del pabellón comedor y caminé hasta el mismo árbol de ayer, allí ya estaba Nico, con su aura que tanto me inquietaba (en el buen sentido, claro), estaba vestido con una camiseta negra con estampado de una mano cornuda esquelética, jeans negros y vans negras, creo que le gusta el negro; levanto la vista y dejo de jugar con su anillo de calavera, sonreí de medio lado en forma de saludo y me senté junto a él.

El imposible, Nico di Angelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora