El imposible, Nico di Angelo.

XIX

La discreta reunión ya llevaba un par de horas de haber iniciado y tenía de todo menos de discreta, ya que de alguna manera corrió el rumor de que había una fiesta en la cabaña de Poseidón y habían llegado una veintena de campistas.

Los Stolls, principales sospechosos de la difusión, vieron la oportunidad de ganar unos cuantos dracmas y se las arreglaron para traer más sustancias y mercancías para vender en la fiesta, instalándose con un pequeño puesto en una esquina de la cabaña.

Nuestros olímpicos héroes, en un principio se mostraron desconcertados por como aumentaba exponencialmente la cantidad de personas en la cabaña, pero al ver como se animaba la fiesta, terminaron aceptando a los recién llegados.

Por otro lado Megara se quedó bailando con Jake, quien luego de algunos tragos se atrevió a invitarla a la improvisada pista de baile, ante tal invitación a Megara se le hizo imposible resistir y gustosa se fue con el chico, no sin antes darme una discreta mirada de disculpa.

Así las cosas me quedé apoyada en una de las paredes de la cabaña, bebiendo solitariamente de mi vaso. Hasta el momento sólo había tomado un vaso de piscola, lo suficiente para sentirme más animada y al mismo tiempo mantenerme lucida. Aún tenía esa sensación de alerta permanente, no podía permitirme disfrutar como se debía de la fiesta.

Desde donde estaba observé como se iba desarrollando la fiesta, había varios campistas bailando en el centro de la cabaña, otros estaban sentados (en sillas que solo Zeus sabe de donde aparecieron) charlando y jugando, la música retumbaba en las cuatro paredes de la cabaña y las luces que apuntaban en todas direcciones daban el toque final a la escena. Todos parecían estarla pasando bien, incluso se podían divisar parejitas en plan de romance de vez en cuando.

Casi no aguanto la risa cuando vi a lo lejos como Katie y Travis, después de estar discutiendo acaloradamente por unos cuantos minutos, finalmente terminaron estampando sus labios en un fogoso beso. Connor quien había presenciado todo en primera fila estaba secando lágrimas imaginarias de sus ojos y acto seguido sacaba fotos con su cámara instantánea.

Estuve a punto de acercarme para acompañar a Connor, pero algo me freno, tan pronto di un paso en su dirección sentí como unos ojos seguían cada uno de mis movimientos, me frene en seco y comencé a buscar entre la multitud al dueño o dueña de esa inquietante mirada. No tuve que buscar mucho, ya que rápidamente logré detectar a ese par de ojos oscuros que me observaban desde lejos en la esquina más solitaria de la cabaña, era Nico di Angelo. Conectamos miradas instantáneamente, había algo en sus ojos que me atraía como un imán y si bien habíamos tenido una pequeña "discusión" (si se le puede llamar así) hace poco, algo me decía que me acercara a hablar con él. Negué con la cabeza tomando lo último de mi vaso.

Justo en ese momento vi como Jasón se acercaba a Nico con dos vasos en las manos, aparte la mirada y sentí mis mejillas arder, perdón Connor pero necesito pasar primero al baño. Camine rápidamente por entre los campistas hasta llegar a la puerta que daba a lo que suponía era el baño, roge a los dioses por que no hubiera tanta gente esperando y para mi sorpresa sólo había una chica de cabello castaño, la que en cuanto se percató de mi presencia miro levemente en mi dirección y sonrió animada. Resulto ser Piper McLean.

−¿Qué tal?-pregunto la hija de Afrodita.

−Pues mi amiga me acaba de abandonar por un chico−respondí riendo− ¿y tú?

−Pues mi novio me abandono por animar a Nico−respondió mientras sus ojos centellaban en múltiples colores.

−Pues suerte con eso−comenté negando− me sorprende que se haya aparecido por aquí.

−Supongo que es un avance− se encogió de hombros.

Luego de decir eso la puerta del baño se abrió, dejando salir a uno de los hermanos de Megara tambaleándose y con una extraña sonrisa en los labios.