Bite 12

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Nos sentamos en una de las mesas para dos en un restaurante bohemio a las orillas del rio Han, las luces eran tenues y un par de velas adornaban cada mesa redonda en el local, habian calidos cuadros de arte, adornos de botellas de vino y la musica era un suave jazz en vivo en una de las esquinas al fondo del lugar. Romantisismo era sin dudas el concepto del lugar, no tanto el de nuestra situación, después de aquella declaración de Jimin algo asi como "No deberíamos preocuparnos por ello ahora, solo es sexo." había salido de mi boca pero el sabor de mis palabras había sido amargo como el mismo sentimiento que se habían incrustado en mi pecho. De alguna manera sentía que era algo "lógico", que debía ser esperado, nada fuera de lo común sobre todo para mi, para el estilo de vida que he tenido desde hace tanto que he olvidado cuanto ha pasado desde que comenzó a ser así, sin embargo fue mas el sentimiento de un hueco siendo abierto de la nada lo que me sorprendió, mas allá de las palabras de este simple humano, fue que al parecer y sin ser consciente de ello, yo esperaba mas. ¿Pero que era ese "más"?

Jimin no parecía realmente molesto por lo que dije pero su semblante era algo mas distante que antes, lo cual sinceramente me confundía porque habían sido sus palabras pero su expresión parecía decir lo contrario y comienzo a creer que este humano es bipolar o algo pues me es difícil distinguir que es lo que quiere de lo que dice o hace. Peleamos y me besa, cogemos y me bota, se molesta  y me toma de la mano para de igual manera seguir caminando juntos por la orilla del rio Han hasta después que el sol murió tras los edificios. Y cuando sus ojos me miran como si quisiera huir de mi y de aquel magnetismo que nos atrae el uno al otro nos refugiamos de la noche en el pequeño restaurante mas malditamente romántico que pudo elegir el azar.

El silencio entre los dos era solo interrumpido por el suave sonido del saxofón y el piano que invitaban a un ritmo seductor e intimo entre las pocas parejas que nos acompañaban en el local, una mirada breve a nuestro alrededor revelo el amor flotando en el aire desde los dedos entrelazados de una pareja major con sus cincuenta años de matrimonio y sus argollas tan relucientes como el primer día; hizo presente el aroma a seducción que se desprendían de las suaves carisias disimuladas en el muslo de una bella dama por debajo de la mesa que producían un calor encantador en sus mejillas y que arrancaban sonrisas a su amante, una sola mirada y todos los secretos íntimos de noches de pasión fueron rebelados, poemas escritos en sutiles besos sobre la mejilla de una joven con el susurro de un buen mozo sobre su cuello y la estática recorriendo la piel tersa de su cuello palpitante de sueños de lujuria. El ambiente invitaba a toda clase de deseos carnales y románticos, y también algunos que rayaban en el placer de un vino tinto bebido desde la arteria palpitante de una hermosa enamorada.

Solo cuando el mesero llego con la carta la cual dejo frente a nosotros fue cuando mire en los ojos de Jimin un brillo enloquecedor y ese aroma a deseo que me inundaba hasta lo mas profundo de mi ser, él aroma que tan loco me estaba volviendo, que me hacia desear beber de la fuente de la vida y que me incitaba a dejarme caer de nueva cuenta en los placeres de la carne, su carne, su cuerpo y sus besos y esa mirada tan fija en la mía que hacia converger todas las emociones de las personas en el lugar, todas ella sobre mi piel y mis sentidos y todos mis sentidos en él, y él en mi. El joven pregunto que queríamos de tomar y me mordí la lengua para no responder que de él, el hermoso humano frente a mi, porque yo solo deseaba beber de él, de su cuerpo, de su pasión y de su sangre también. Fue Jimin quien respondió sin despegar su mirada de la mía, y cuando tan solo dos horas antes él me había dicho que jamás seriamos un "nosotros", ahí estaba su mirada de nuevo gritando que ya lo éramos.

No sabría como describir esos momentos a su lado, eran casi como un sueño del que no quería despertar, tan perfecto que parecía irreal, tan único como él mismo, como yo mismo de único. Jimin sabia que a pesar de todo él no podia renunciar a aquella atracción magnética que nos hacia sufrir la necesidad de sentir nuestra cercanía, de sentir nuestros cuerpos chocar nuevamente y en esos momentos como lo deseaba, como necesitaba brincar sobre la mesa y tirar la comida de nuestros platos para tomar a Jimin de su camisa  y tumbarle sobre la mesa y devorar su cuello con mi lengua,  acariciar su pecho con mis manos,  arrancar sus pantalones y boxers  para desgarrarlos con la dureza de mis dedos, saborear entonces las textura de sus muslos y llevar sus piernas al cielo para enterrarme tan profundo que Jimin vería el firmamento tan cercas que estaría nadando entre galaxias mientras yo me hundo en sus paredes aprisionantes y me quemo en el infierno de su interior.

Just A Little Bite ☞YOONMIN☜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora