Capítulo 3

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Los hermanos se quedaron en silencio, sin atreverse a mostrar sus emociones para no revelar el secreto.

"No sabemos de qué hablas" –dijo Keldarion.

Jongos sonrió.

"¿Seguro? No me sorprende. Es la misma respuesta que me dieron los otros elfos a los que capturamos."

Legolas abrió los ojos como platos.

"¡Tú estabas detrás de todas esas desapariciones!"

El hombre se rio.

"Veo que nuestra reputación nos precede –dejó de reírse de repente y los ojos le brillaron de rabia-. ¡Y aun así no tenemos lo que buscamos! ¡Decidnos dónde está el niño!"

"¿Por qué es tan importante para ti? ¿Qué quieres de él?"

Jongos se lo pensó por un momento antes de decir:

"No queremos nada de él. Pero nos pagarán muy bien por llevárselo a Maifron."

"¡¡Maifron!!" –exclamaron los hermanos.

"Ese mago malvado, ¡el fiel sirviente de Sauron! ¿Por qué quiere al chico?" –preguntó Keldarion, poniéndose delante de su hermano cuando los hombres se les acercaron.

"Oh, no te hagas el tonto. Sabes por qué. El chico será el rey de Gondor cuando crezca, rey de reyes. Maifron también ha tenido premoniciones de que será un problema durante el renacimiento de Sauron. Es un riesgo que debe ser eliminado. ¡Y vosotros me diréis dónde está!"

"¡Nunca!" –le gritó Legolas.

"Ya veremos. ¡Coged al de pelo oscuro!" –ordenó Jongos.

Los hombres agarraron a Keldarion y lo arrastraron hacia la puerta. El príncipe luchó un poco, pero sabía que no tenía posibilidades de escapar, y menos si eso implicaba dejar a su hermano atrás. Miró a Legolas, que se retorcía para liberarse de los hombres que lo retenían. Mantén la calma. Estaré bien, parecía decirle con la mirada.

"No..." –Legolas cayó al suelo, asustado.

Sabía lo que los hombres le harían a su hermano. Lo torturarían para sacarle la información a la fuerza. Jongos miró al príncipe más joven.

"Reza para que tu hermano nos diga lo que queremos saber, o tú serás el siguiente."

Luego salió y cerró la puerta, dejando a Legolas a solas con la preocupación que sentía por su hermano.

Thranduil miró a los guardias del reino, horrorizado, pero sin mostrar nada más que una fachada inexpresiva, a pesar de las preocupantes noticias que le habían dado

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Thranduil miró a los guardias del reino, horrorizado, pero sin mostrar nada más que una fachada inexpresiva, a pesar de las preocupantes noticias que le habían dado.

"¿No viste señales de mis hijos?"

El guardia sacudió la cabeza.

"Nada, mi señor. Solo los cadáveres de su escolta y los caballos. Buscamos pistas por los alrededores, pero los atacantes borraron las huellas."

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