Capítulo 9

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Elrond y su hija vieron desmontar a los elfos de Mirkwood, con la mirada fija en el más joven de los príncipes. Thranduil había tenido razón en el mensaje; Legolas estaba muy tranquilo... más que cuando habían llegado a pasar el verano.

"Mi señor" –lo saludó Keldarion, mientras Legolas se inclinaba respetuosamente, aún en silencio.

"Bienvenidos, queridos hijos de Thranduil. Hemos preparado unos refrescos para después del viaje. Vamos, vayamos al comedor."

La tropa de Mirkwood siguió al señor de Rivendel. Arwen fue hasta el lado de Keldarion y le sujetó la mano. No dejaba de mirar a Legolas con preocupación, preguntándole sobre él a Keldarion con la mirada. El príncipe solo sacudió la cabeza.

Legolas seguía sin hablar, pero al menos no había hecho objeciones cuando Thranduil le propuso ir a Rivendel. El rey de Mirkwood había enviado a todo un batallón de guerreros para proteger a sus hijos, temeroso de que se repitiera la tragedia. Thranduil había abrazado a Legolas con fuerza cuando iban a salir y éste le había sonreído. No lo suficiente como para mostrar sus hoyuelos, pero era un comienzo y Thranduil se sintió aliviado. No podía esperar para que Legolas volviera a ser como antes.

Estaban a punto de entrar por la gran puerta cuando Aragorn llegó corriendo.

"¡Legolas! ¡Estás aquí!"

Legolas se tensó visiblemente cuando el niño se detuvo delante de él, lleno de alegría.

"¡Sabía que volverías! ¡Me alegro tanto de verte!"

El príncipe dio un paso atrás para alejarse del humano y la sonrisa del niño se desvaneció al ver su expresión.

"¿Legolas? ¿Qué ocurre? ¿Por qué estás enfadado?"

Entonces los gemelos de Rivendel entraron en escena, persiguiendo a su hermano humano.

"¡Estel! –Elladan miró a su padre, intentando disculparse-. Se nos escapó."

"Legolas, ¿estás bien?" –el niño volvió a intentarlo, moviendo la mano para colocarla sobre el brazo del príncipe, pero Legolas se alejó, se dio la vuelta y se fue caminando a toda velocidad hacia el bosque que había detrás de Rivendel.

Todos lo vieron irse, preocupados. Keldarion hizo el amago de seguirlo, pero Elrond lo detuvo.

"Déjalo, Keldarion. No irá lejos y mis guardias lo protegerán."

Aragorn los miró con los ojos llenos de lágrimas.

"¿Por qué Legolas me odia, padre? ¿Por qué se ha alejado de mí?"

Elrond se arrodilló delante de él y sonrió.

"No te odia, Estel. Solo está pasando por un momento difícil. Dale tiempo."

"Pero parecía muy enfadado. ¿He hecho algo mal?"

La voz de Aragorn estaba tan triste que Keldarion sintió compasión por él. Él también se arrodilló y le dijo:

"No has hecho nada malo, Estel. Legolas estaba enfadado consigo mismo, así que no dejes de ser su amigo. Pronto va a necesitarte. ¿Puedes hacerlo?"

Aragorn asintió.

"Siempre seré su amigo."

"Bien. Ahora vete a jugar con esos dos monstruos con cerebro de guisante" –dijo Elrond, bromeando.

Los gemelos hicieron una mueca.

"Padre, deja de alentarlo" –se quejó Elrohir.

El niño siguió a sus hermanos hasta el campo de entrenamiento donde habían estado practicando tiro con arco. Aragorn miraba de vez en cuando hacia donde se había ido Legolas, esperando a que volviera.

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