"12 Amor"

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-Suelta al chico- me ordenó una sirena con largo cabello azul mientras tiraba de mí.
-No es sólo un chico. Es Sam. El chico más guapo del mundo mágico y no lo soltaré nunca-
-¿Cómo no se nos ocurrió que esto podría pasar?-
-No sabía que los humanos y los mágicos interactuaban entre sí- dijo otra que tenía el cabello del color de las ostras y que trataba de alejar a Sam de mí.
-¿Cómo se quita el efecto?-
-Ahogandola-
-Pero no quiero ahogar al mago. Es tan guapo.-
-Y es mío, tonto pez- le dije enojada.
-Sí. Soy sólo suyo.- dijo Sam, sin soltarme.
-¡Suficiente!- dijo la sirena.- Ahogalos a los dos.-
Nos jalonearon hasta el río y cuando estábamos al borde, vi a Emilio aparecer de la nada.
-Sueltenlos-
-¿Otro mago? ¿Qué está pasando aquí?- dijo la sirena azul
-Mi nombre es Emilio, soy defensor de los mágicos y ellos vienen conmigo.-
-¿La humana también?-
-Sí-
-Puedes llevarte al mago, pero no a la humana-
-Vamos, chicas- dijo Emilio con tono de súplica .
-¿Por qué es tan importante?-

-Ella es...- Emilio se lo pensó un rato. Y luego suspiró- Ella es Cenicienta-

Ambas sirenas expresaron su asombro soltándonos y haciendo que chocáramos por inercia.

Sam también se veía sorprendido.

-¿Eres Cenicienta?-

Gruñí enfadada. 

-No soy Cenicienta.-

-¿Tu padre te dejó a cargo de tu madrastra?- preguntó Sam.

-Sí, pero...-

-¿Conociste a tu hada madrina?- pregunto el pez azul, digo, sirena.

-Sí, per...-

-Ya hablamos de ésto. Sí eres Cenicienta.- me dijo Emilio.

-Oh, vamos.- renegué.

-¿Qué estás haciendo aquí? Deberías estar en el pueblo y...- noté que la mirada de Emilio hizo callar a la sirena.

-No puede ser. ¿Por qué a mí?- dijo Sam- ¿por qué Cenicienta?-

-¿Cuándo se les pasará el efecto?- preguntó Emilio y ambas sirenas se miraron. 

-Sigue caminando y en 500 metros el efecto se irá. Y chica... olvida que quisimos ahogarte. No sabíamos que eras Cenicienta-me acercó para susurrarme- por favor, no se lo menciones a LordLob-

-Aja- yo seguía pendiente de Sam. ¿Dejo de quererme por ser Cenicienta?

-Vayámonos- dijo Emilio.

-¿Y si me ahogan?- les dijo a las sirenas Sam.

-A mí también- dije, y Sam me sonrió.

-No, tú debes seguir tu destino-

-Pero...-

-Oh, ¡Por favor!- Expresó Emilio y nos cargó a ambos en sus hombros.- Gracias por todo, chicas-

-No fue nada, bello mago.-   

Sam y yo nos quejamos los 500 metros siguientes. Luego todo me pareció más claro y dejé de hablar.

-Emilio, ya se me pasó el efecto. Me puedes bajar.-

-A mí también.- dijo Sam.

-Gracias al cielo- dijo y nos aventó al suelo.

Ahora me sentía muy apenada por todos los besos que nos habíamos dado. Al parecer, él también porque evitaba mirarme a la cara.

-Necesitas comer, mujer.- me dijo Sam.

-Lo sé.- Abrí la mochila que llevaba y saqué algo de comida. 

-¿Podemos hablar, Emilio?- le dijo al momento en que yo le daba una buena mordida a mi comida.

-¿Ahora? Estoy muy cansado.-

-Sí, por favor.-

Se levantó y empezaron a susurrar. Intentaba entender sus palabras, pero parecía que hablaban en otro idioma. No era necesario escuchar para saber que Sam le reclamaba por no haberle dicho que yo era Cenicienta. Al final Emilio me apuntó como si dijera "¡díselo a ella!"

Sam se acercó y se sentó frente a mí. 

-Ceni... Rebeca. Tienes que irte.-

-¿De qué hablas?-

-Es peligroso que estés aquí. No sólo para ti. Para todos.-

-¿Por qué?-

-Porque eres Cenicienta-

-¡No soy Cenicienta!-

Sam miró a Emilio mientras él le susurraba "te lo dije."

-Pero sí lo eres. No debes rechazar lo que eres. Es tu destino-

-El destino no existe. Será lo que yo decida y yo he decidido no ser Cenicienta-

-No puedes hacer eso-

-Pues no me importa. Ya lo hice.-

Sam sonrió de una forma tierna. No entendí muy bien su reacción, pero creo que gané porque después de eso se fue a recostar a un lado de Emilio mientras yo terminaba de comer.

Ya que me encontraba mentalmente desocupada, empecé a pensar. Me di cuenta de que mi primer beso había sido con un mago. Había sentido momentáneamente lo que era estar locamente enamorada de alguien. Se había sentido bien. Fue como si por un momento, todo tuviera sentido. Como si cada movimiento del universo hubiera sido planeado para que concluyera en que nosotros dos llegáramos a ese momento. 

Sonaba muy cursi para mí, pero era la única forma de explicarlo.

Busqué a Sam con la mirada y lo encontré mirándome. Enseguida desvió la mirada, pero yo ya estaba sonriendo. 

Sí, se sentía bien...

  -Oye, Emilio-

-¿Sí?-

-¿Por qué contigo no funcionó el coso de enamoramiento de las sirenas?-

-No funciona con las personas que ya lo están.-

-Oh... ¿estás enamorado?-

Me miró de reojo y sonrió.

-A decir verdad, sí.-

-¿De quién?-

-Una chica que conocí hace tiempo. Una chica hermosa y valiente que me cambió la vida.- 

-¿Y dónde está ella?-

-Con el amor de su vida- por un momento vi el dolor en sus ojos.

Busqué a Sam con la mirada y me di cuenta de que él lo había notado también. Ambos nos quedamos en silencio.

-Pero no se pongan tristes. Cuando tú amas a alguien, haces lo que sea mejor para esa persona. ¿Verdad, Sam?- 

Busqué la mirada de Sam, pero él estaba distraído mirando a Emilio. 

-Sí.- dijo al fin y Emilio sonrió satisfactoriamente.

-Bueno, sigamos. Ya nos falta poco.-

Nos levantamos y seguimos nuestro camino. Pero tenía un mal presentimiento. Y sentía que algo en el espeso bosque nos seguía.

Mi Princesa IngeniosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora