-¿Me puedes decir qué está pasando?-
Le pregunté a Sam. El chico que se encontraba de pie frente a mí.
-Tú... Te desmayaste. ¿Cómo te sientes?-
-Extraña. No recuerdo nada.-
-¿Te duele algo?-
-La cabeza un poco... No eres un ladrón, ¿o sí?-
-Por supuesto que no.-
-Debo de volver a mi casa. Con mi madrastra.-
Lo dije, pero no sé por qué. Me sentía tan hueca.
-¿Estás segura?-
-Sí. Volveré para limpiar todo de una vez por todas. Creo que perdí toda la mañana. Deben estar furiosas conmigo. -
-Tranquila, te ayudaré.-
Me reí en su cara.
-¿Tú me ayudarás?-
-Por supuesto.-
-De... ¿Acuerdo?-
Empezamos a caminar y mis ojos se fueron llenando de lágrimas.
-¿Te encuentras bien?-
-Sí, lo siento. Es éste sentimiento que me oprime el pecho cada vez que vuelvo. Ahorita se me pasa-
Sam me detuvo y limpió mis lagrimas con sus pulgares.
-No regreses.-
-¿Qué?-
-Date permiso de no volver nunca. Por ti. Tienes derecho a ser feliz.-
-¿De verdad lo crees?-
-Sí-
-No lo dice en serio- dijo una señora a sus espaldas. - Tienes que ir. Hoy es el gran baile.-
-¿El gran baile? Pero... No tengo nada para usar y...-
- Está resuelto-
-¿Ah, sí?-
La señora me mostró un hermoso vestido.
-Es para ti-
-No...-
-Sí. Totalmente hecho para ti, al igual que estas zapatillas de oro.-
-¿Por qué me da esto?-
-Porque una chica tan linda como tú merece ir al baile-
-¡Muchas gracias! Yo... No sé qué decir-
-Puedes decir: nos vemos en el baile-
- De acuerdo. Nos vemos en el baile- no pude evitar sentirme afortunada. Corrí hacia mi habitación sin encontrarme a mis cohabitantes. Buena señal.
Me puse el vestido y los zapatos. Salí del cuarto y vi a mi padre mirandome con sorpresa.
-Volviste- dijimos al mismo tiempo.
-Nunca me fui- le dije.
Corrió y me abrazó. Me dio tanta alegría verlo.
-¡Alia!, ¡volvió!-
Me voltee esperando ver a la mustia de mi madrastra y llevándome una gran sorpresa.
-¡Mamá!-
Corrí hacia ella y me recibió con un gran abrazo. Nunca antes me había sentido tan feliz y me asustaba que fuera un sueño. Pero claro que no lo era.
Según me explicaron, el barco de mamá se hundió y a penas logró llegar a una isla. Papá fue el marinero que la encontró en su pasado viaje. Ambos regresaron y se enteraron de que me había perdido. Mi papá se molestó y corrió a mi madrastra junto con sus hijas. Al parecer se enteró de todo lo que me hicieron este tiempo.
Y ahora volvió con mamá y ¡mamá volvió!
Llegada la hora fui al baile. Después de lo que había recibido, no podía faltar.
Sólo algo me asustaba. Y era el que me haya perdido varios días y no recuerdelo que pasó.
En cuanto llegué al baile desapareció toda la angustia. Hoy veríamos quién es el nuevo rey y quizá la nueva reina. Era emocionante.
Me bajé del carruaje y varias miradas se posaron en mí. Algunos de mis compañeros de la escuela se acercaron a saludarme.
Todos querían saber lo que había pasado y decirme lo bien que lucía.
Pronto sonaron las trompetas y todos volteamos a la entrada. El futuro rey había llegado.
Todos nos recorrimos a los lados mientras él pasaba. No tardé en reconocerlo: Esteban.
Cruzó miradas conmigo y expresó su sorpresa al reconocerme por unos segundos.
Llegó al trono y todos aplaudimos. Luego le hicieron mencionar a la chica con la que abriría el baile del rey.
-Por favor, quiero pedirle a la señorita Rebeca que pase al frente.- dijo y todos voltearon a verme al momento que me abrían paso hacia el frente.
Mientras avanzaba me sudaban las manos y me invadía la emoción.
Su sonrisa me esperaba y pareció desaparecer el resto del mundo cuando llegué a él.
-Me sorprende verte aquí-
-A mí también. Nunca mencionaste que eras un príncipe.-
Sonrió.
-Era un detalle insignificante. Además, todos en la escuela lo sabían.-
-Creo que no era conciente de algunas cosas- sonrío y él me sonríe de vuelta.
- No importa. Es lo que me gusta de ti. Para ti era más que una corona y para mí eres más que cualquier corona-
Era increíble lo mucho que había sonreído en el día.- Cuando te fuiste me di cuenta de eso y me sentí muy mal por haberte dejado ir... ¿Dónde rayos estabas?-
-Sólo quería hacerte sufrir un poco- le dije, en parte porque no recordaba nada de lo que había pasado.
-No lo vuelvas a hacer.- me detuvo el rostro entre sus manos y me besó con delicadeza.
Me sentía tan feliz. Tan guapa. Pero faltaba algo. ¿Pero qué?
Estaba tan distraída que no logré evitar el botellazo que me dio Fati en la cabeza.
Caí y varias voces se alteraron a mi alrededor.
Pero yo sólo escuchaba una voz y veía una sonrisa... "Sam"
Y después de eso recordé todo.
Salí corriendo hacia el bosque evitando a la gente que trataba de detenerme.
Creo que perdí un zapato, pero no tardé en llegar a la cabaña. Ahí estaba mi hada madrina.
-¡Hada madrina! Estás bien- la abracé.
-Sí. En parte es gracias a ti.-
-¿Ya acabó la guerra?-
-Sí. Lord Lob está muerto.-
-¡Qué bien! ¿dónde están Emilio y Sam? Tenemos que celebrar.-
- Rebeca... Emilio estaba en el hospital y...-
-¿Qué?- sentí un vuelco en el estómago y me tuve que sentar. -¿Y Sam?-
-Él está bien-
-Voy a verlo.-
-Rebeca.- me detuve.
-¿Qué?-
- Tienes que volver.-
-Pero...-
- Si no vuelves, la paz a la que todos aspiramos será inalcanzable y la muerte de Emilio será en bano.-
Ser parte de la historia tenía más desventajas de las que creía. Le había dicho a Naila que defendiera su sueño y aquí estaba yo, a punto de deshacerme del mío.
-Tengo que despedirme- le dije a mi hada madrina.
-Serás muy feliz. Lo sé. Porque haces lo correcto.-
-Eso espero- le sonreí. O lo intenté.
- Puedo hacer que lo olvides, si quieres.-
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Mi Princesa Ingeniosa
Fantasi"-Tienes que quedarte. Esperar y aguantar. Está en tu destino.- me dijo el madrina. -¿Y hay algo bueno después de eso?- -Sí. Algo maravilloso.- -¿Y después de eso qué?- El hada madrina suspiró con molestia -¡Lárgate! Me da lo mismo. Un deseo menos...