capitulo 17: ¡¿perdida?!.

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Diez minutos: nada. Veinte minutos: nada. Treinta minutos: comida. Cuarenta minutos: nada. Cincuenta minutos: devuelta al río.

Desesperada grito al aire maldiciendose por meterse en esa situación. Para después mirar nuevamente al perro que se encontraba en sus manos.

-todo esto es tu culpa.- le recalco en la cara, provocando que el can le lanzara un severo pero amenazante gruñido.-¿que?, eso es algo que no puedes negar.-

Volvió a advertirle Kanna, haciendo que esta vez akamaru le ladrará, como si estuviera platicando con el, y eso era justamente lo que hacía.

-no me vengas con eso, yo no hablo perro como tu dueño.- comenzó a decir aun más enojada dejando toda su seriedad de lado.-eres un perro de rastreo, olfatea el olor de mi padre o de alguna persona que pueda ayudarnos en vez de quejarte.-

Propuso Kanna, pero lamentablemente el perro por más que olfateaba, no lograba percibir nada, únicamente el olor de la persona más despreciable del mundo para el, además de tener un toque femenino en el olor, y aunque no le gustara ser cargado por ese horroroso ser humano, tendría que, ya que era eso o morir. Pero pensándolo bien, muerto no tendría que escuchar la horrenda voz de este chico.

-como extraño a mi padre.- se lamento Kanna. Odiaba estar con ese animal, pero más odiaba estar lejos de su padre, quien aunque lo admitiera frente a un perro, jamas lo haría frente a el o a alguna otra persona.

Suspiro con resignación y desesperada miro hacia el cielo. Siete am y ni rastro de gente o alguna salida de aquel bosque. Definitivamente, estaba perdida.

Ella, perdida, si como no. Pues si, estaba pérdida, adolorida y hambrienta, además de cansada y con un gran sueño. Sin duda llegaría a su casa y se echaría a dormir.

Miro hacia abajo, al pequeño perro que buscaba un poco de calor en sus brazos. Suspiro sin más opción y protegió aun más al can lo que pudo con su blusa. Ya no podía más, sabia que perderse era tan ridículo como leer uno de los libros prohibidos de su padre, sin embargo, ahora mismo se sentía como si nunca pudiera volver a casa, era un sentimiento sumamente estresante y al mismo tiempo agonizante, estaba desesperada por volver.

Respiro hondo y profundo, y después lo soltó. Estaba dispuesta al cien por ciento que saldría de ese borroso bosque e iría a su casa antes de que su padre lo notara.

Eso estaba muy claro, se sentó en el suelo cruzando sus piernas aun manteniendo al perro en ellas, con sus manos comenzó a hacer señas con las cuales de un momento a otro viajara más haya de lo que se podría.

Era claro que no tenia el byakugan como para ver más haya de lo que le era permitido, ni en sus sueños más locos pensó en tener tan hermoso don como seria el byakugan. Sin embargo, estaba utilizando sus sentidos concentrándose al máximo en lo que sucedía más lejos de lo que se hallaba.

Ahora mismo se encontraba escuchando risas y pisadas ligeras como las de un niño, no, no uno, varios. Olfateaba algo húmedo, comenzaría a llover, o tal vez seria un lago, era lo más probable. ¡Perfume!, no, más bien flores, la fragancia de las flores, algo penetrante a su parecer. Pero que no había percibido antes en donde se encontraba, que seria evidente por lo fuerte del olor. Los tres estaban cerca, niños, lago y flores. Lo que a su parecer equivalía a salia.

Deshizo el jutso y respiro con desesperación, había sido cansado y sus fuerzas habían comenzado a alterarse. Aunque era bastante eficiente, era muy cansado, además de tener la pequeña desventaja que al
Estar metida en aquel jutsu, no se daba cuenta de nada de lo que sucedía en torno a su burbuja. Prácticamente podría ser secuestrada o atacada libremente sin que se diera cuenta, hací de fácil, muerta en un dos por tres.

La Hija De KakashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora