𝗛𝗘𝗥𝗢 [Barry Allen]

#07 "Hurts Like Hell"

¿Nunca has sentido alguna vez que se te saldrá el corazón en cualquier momento? ¿Y qué tal cuando piensas que tienes todo resuelto? Pero no es así.

Solté un quejido bastante alto. Con las palmas de mis manos me arrastré en el pavimento encajándome pequeñas piedrecillas y raspando mis brazos. Todo a mi alrededor sucumbió mientras yo intentaba salvar mi vida.

—Eres igual que Claire —su voz recobró firmeza haciendo mi piel erizar—, nunca dejan de luchar.

Escupí un poco de sangre sin previo aviso, la garganta quemaba con desesperación y mi pierna izquierda tenía una herida de por lo menos, siete centímetros.

—Lo malo aquí es, no puedo matarte aún, no, claro que no —se acercó a mi rápidamente y seguí arrastrándome por la calle. Cuando me tuvo debajo, acarició mi cabello, peinándolo—, shh, no llores. Las princesas como tú no lo hacen.

—¿A caso me ves una puta corona o qué? —respondo de mala gana, eso provocó un tirón de mi cabello.

Me quejé.

—Niña mala, sabes que no me gusta cuando dices malas palabras.

—No tengo por qué obedecerte —jadeé con desesperación.

Me sonrió.

—Oh, Dylan, querida Dyl... claro que vas a hacerlo. Tú me perteneces.

—Yo no le pertenezco a nadie.

De mis manos una luz blanca salió e impactó a su pecho. Cayó a unos metros lejos de mí, lo que me dio tiempo a sostenerme de una pared y con trabajo ponerme de pie una vez más.

—¡No puedes vencerme! —una risa adornó el vacío ante su diálogo.

—Eso lo veremos —murmuré tomándome con fuerza mi pierna—, todos tienen una debilidad.

—Como tú.

Levanté la mirada con algo de coraje.

—¡Tú no sabes nada de mí! —grité haciendo un ademán, una brisa color blanco cubrió la calle arrasando con todo.

—Yo te di la vida.

—No me importa. ¡No te necesito!

—Todos necesitan a alguien, niña estúpida —sus blancos dientes brillaron en la oscuridad de la noche—. No puedes seguir mintiéndole a la gente cuando sabemos tú y yo que buscas los contrario.

Me quejé una vez más al verla acercarse a paso lento.

—Y más cuando Barry te apoya.

—Él no tiene nada que ver con ésto —hice una mueca al sentir de nuevo la sangre brotar por la herida.

—Claro que lo tiene. Él está loco por ti, pero dime, ¿estás dispuesta a verlo morir?

—No si yo logro impedirlo —jadeé fuerte—, soy más fuerte y poderosa que tú.

—No por mucho tiempo, querida —cuando estuvo a mi lado me sonrió cínica una vez más.

Sus manos se tiñeron de rojo y lanzó dos ráfagas hacia mí.

—Recuerda que soy tu madre.

Salté desesperada en mi lugar tirando objetos en la habitación.

—Está bien, hey, tranquilizate —volteé a ver al dueño de aquella voz y fruncí mi frente.

—¿Eddie?

—Tranquila, todo está bien, no te asustes —me regaló una sonrisa—, tuviste una pesadilla.

Observé mi alrededor para percatarme de que estábamos en una casa que no reconocía.

—¿Ya despertó? —la voz de una mujer preguntó desde la cocina.

—Sí, nada más falta que Barry salga de la ducha, llegó cansado del trabajo.

—Oh, bien —respondió la mujer alegremente—, espero que te guste la cena, querida.

—Le encantará, señora Allen —Eddie respondió mirándome.

—¿Nora Allen? ¿La mamá de Barry? —me levanté de mi lugar.

—Mamá —Barry se hizo presente—, ¿verdad que luce hermosa?

Me quedé sin palabras.

—Como siempre, Bar —elogió Nora apareciendo en la sala de estar, entonces nos miramos.

—Bien. Regresaré en dos horas, tengo que arreglar unos asuntos en la oficina —Eddie besó mi frente y me sonrió. Lo vi desaparecer por la puerta.

—¿Estás lista para la cena? —el chico castaño se acercó a mí y me abrazó.

—¿De qué estamos hablando? —él rió pegando su frente con la mía—. Es una pregunta seria.

—Creo que sigues dormida, bonita —sus labios me sorprendieron en un rápido beso—, es nuestra cena de compromiso.

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Siento lo corto, perdonen.