11. Camino a Monte Luna

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Pikachu condujo a Eve a través de la maleza, avanzando lentamente por el improvisado y escabroso camino que subía la montaña, el hábitat más apartado de la casa del investigador pokémon.

Como Pikachu se negó a decirle el lugar exacto en el que Mewtwo se encontraba, Eve tuvo que aceptar que él fuera su guía y perder varias horas escalando. Para ninguno resultaba un gran reto subir a pie, pero Eve no dejaba de lamentarse por el tiempo perdido, ella pudo haber volado y llegar rápidamente a su destino si la bombilla con patas no fuera tan caprichoso.

Al acercarse a la cúspide, el camino se fue ensanchando hasta llevarlos a un amplio terreno llano, transformándose en una especie de mirador natural. Avanzaron unos cuantos pasos rodeando la cima hasta que divisaron una silueta perfilándose contra el cielo nocturno, sentada al borde del precipicio.

Estaba nublado aquella noche, pero el viento permitió que la luna menguante se asomara tímidamente a través del manto de algodón oscuro, alumbrando apenas el entorno y permitiéndole a Eve apreciar mejor a Mewtwo. Pikachu estuvo a punto de saltar para llamarlo, pero Eve lo detuvo y le indicó con un movimiento de la cabeza que se retirara.

El roedor le lanzó una mirada llena de reproche, mas no protestó e hizo caso. Eve observó con recelo cómo Pikachu caminaba lentamente, arrastrando los pies hasta desaparecer entre unos arbustos. Como Eve sabía que la rata husmearía para llevar el chisme, aunque también fue por venganza ante su desesperante insistencia, decidió dispararle una descarga de plasma para asegurar su privacidad.

Mientras deseaba que Pikachu rodara cuesta abajo y cayera en unos arbustos espinosos que evitaron durante el ascenso, Eve se acercó cautelosamente a Mewtwo. Se hallaba inusualmente nerviosa, pensando en qué decir y cómo decirlo, deteniéndose apenas a unos pocos pasos de él.

Mewtwo no notó su presencia al parecer o quizás la ignoraba adrede, no lo sabía; Eve sólo se concentró en tomar una gran bocanada de aire para poder comenzar con la cuestión, aquello se estaba volviendo demasiado tortuoso para ella.

— Buenas noches —musitó con delicadeza. Ella no tenía experiencia en platicar con extraños y tampoco conocía lo suficiente a Mewtwo para saber cómo podría reaccionar—. ¿Puedo tomar asiento?

Eve rechinó los dientes al notar que Mewtwo estaba meditando, incluso se sintió estúpida cuando el pokémon siquiera hizo algún movimiento para indicar que la escuchaba. Sin embargo, sabía que no era del todo bienvenida, gracias a la versatilidad de su psiquis podía intuirlo.

Eve frunció levemente el ceño ante su obstinación, decidiendo tomar una actitud similar, así que se sentó a su lado ignorando si tenía permiso de hacerlo. Si no la quería cerca pues mala suerte, haberlo dicho antes, ella no esperaría un permiso que jamás llegaría.

Había llegado bastante lejos, Eve no se movería ni un ápice de ese lugar hasta intercambiar palabras con Mewtwo, pensando en lo injusto que le parecía la situación cuando consideraba que ella era la única víctima de las circunstancias. Dejó que su mirada vagara por el paisaje para distraerse, despertando un súbito interés en ella que le ayudó a distraerse y olvidar la incómoda situación en la que se encontraba.

El cielo comenzaba a despejarse gracias al necio viento que soplaba sin cesar, dejando que la escaza luz de luna bañara finalmente la llanura, incluso opacando las débiles luces de las escazas viviendas que se erigían en esa parte del pueblo. Si agudizaba un poco la vista, podía apreciar la vaga silueta del Monte Luna, rodeada de un frondoso bosque que se perdía en las faldas de la montaña.

Eve suspiró inconscientemente, fascinada por la majestuosidad del paisaje nocturno, embelesada por la fría brisa que mecía suavemente sus orejas; por un instante, logró olvidar sus preocupaciones y los motivos que la llevaron hasta lo más alto de aquella montaña.

Pokémon EGN: Hoy es el fin del mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora