Capítulo 4.

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El rey miró a todos los nobles reunidos dentro del castillo, mientras él estaba ofreciendo una fiesta por el regreso de su ejército y el estar seguros de que el reino Song se había dado por vencido, él hace dos meses había recibido un aviso por parte del rey del otro reino que se daban por vencido, que sus tropas se iban a retirarse y que para compensar el daño hecho por esos años le eran ofrecidos esclavos, a lo que el rey luego de consultarlo con el consejo había decidido que no necesitaban una compensación, más por su propia seguridad, les era suficiente con tener a un hombre del otro reino dentro de su ejército como para querer más personas en su tierra, había sido un rechazo que esperaban que el rey del otro reino no lo tomara a mal y continuara con su guerra, y hasta el momento eran capaces de celebrarlo porque tenían de regreso a su ejército, ya que no se fiaban de aquello tan repentino e incluso algunos soldados todavía se encontraban en la frontera por seguridad del pueblo, no querían verse en envueltos en ataques sorpresas.

Pasó una vez más su mirada por el salón ahora no sólo viendo a los nobles, sino también todo el pueblo, parecía ser una buena velada después de los años de sufrimiento, incluso había podido ver a las familias de los soldados juntos, y muchos otras familias mostraban su respeto a él con regalos innecesarios cuando ellos habían perdido a un integrante de su familia, ya fuera un padre, un hermano, un hijo, haciendo que quisiera ser él quien les mostrara su respeto más allá de algo general por todos los soldados que habían caído, se sentía pequeño en su trono cuando todos habían tenido pérdidas debido a esa guerra, porque no sólo eran las familias de quienes había ido un soldado a la guerra, él al recién haber cumplido los dieciséis años había perdido a su padre, un hombre que merecía su respeto igual que las familias, la guerra le había arrebatado a su único familiar y ahora él estaba ahí, permitiéndoles festejar una victoria, o mejor dicho, como un pueblo decidió rendirse, no por vanagloriarse sino porque creía que su pueblo lo necesitaba, y si él no había mostrado debilidad cuando sintió que el poder era demasiado para él, se debía a ellos, porque su padre había confiado en él y no iba a fallarle.

Su mirada siguió a cierto soldado que no era de su pueblo en un inicio, alguien que se veía tan solitario mientras habían familias enteras ahí, alguien que se veía de la misma manera que él, que estaba rodeado de muchas personas y pero al final estaba solo, porque el rey se sentía de esa manera en ese momento, tenía a todo su pueblo con él en un mismo salón y sin embargo le faltaba algo, él quería a su padre a su lado, sin embargo ese querer sólo era un anhelo de algo que no podía ser, y tal vez debería cumplir con su promesa que hizo a su padre ahora que la guerra había terminado, ser feliz, él lo había pensado, para ser feliz no significaba que debía encontrar una pareja de inmediato, había cosas que necesitaban tiempo y por ahora su felicidad era ver bien a su pueblo, saber que no le había fallado a su padre.

—Alteza.

Escuchó a Jong In decir cuando él se levantó y empezó a caminar en dirección a la que había visto al soldado Choi, sin embargo él no quería a su consejero detrás de él, quería un momento solo, o mejor dicho, no sentir que alguien vigilaba si hacía algo mal, que no era lo que se proponía Jong In, pero lo hacía muy bien cuando quería a pesar de ser Taemin el rey. Taemin alzó una mano y negó con la cabeza indicándole que se detuviera que quería estar solo, y caminó por una de las puertas que llevaba a uno de los balcones del salón, siguiendo al soldado con el que no había podido hablar desde que llegó junto al ejército, al salir lo vio sentado en el borde del balcón mirando hacia los jardines, algo que era una hermosa vista.

—Alteza —el soldado se levantó e hizo una reverencia hacia él cuando notó su presencia.

—No es necesario —se acercó al borde del balcón, junto al soldado —gracias —dijo cuando se dejaron envolver por el silencio mientras veía hacia el jardín.

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