Quince

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El carruaje se movía muy rápido, Tom presionaba a su conductor a que fuese lo más rápido posible. Después de unos segundos, el vehículo empezó a perder el control.

Marco, que seguía colgando por la parte trasera, dió un arriesgado salto que alejó su cuerpo del descontrolado vehículo. Intento exclamar algo para advertir a los ocupantes del vehículo, pero este ya había desaparecido de su vista.

Lo inevitable pasó y el carruaje chocó con uno de los árboles que decoraba ese desolado camino. Este se volcó violentamente y se desmoronó.

Lo primero que hizo el único testigo de aquello, Marco, se acercó al lugar del accidente y decidió buscar a los desafortunados chicos.

Las armas pesaban mucho, por lo que estaban desparramadas por todo el fertil pasto que acompañaba a esos caminos de arena junto a los materiales que comformaban su medio de transporte.

Los chicos estaban del lado contrario, pero eso no significaba que estuviesen alejados del peligro. Sus cuerpos estabn tirados boca abajo en posiciones muy incómodas, con sectores de su cuerpo aplastados por los elementos antes mencionados.

- ¡Tom! ¡Oskar!- Exclamó Marco con la voz quebrada.

Cuando pudo librar a Tom de todo ese desatre lo tomó delicadamente y lo dejó reposar en un sector limpio. Lo mismo hizo con Oskar cuando dió con su cuerpo.

Estaban cerca de la casona, así que Tom llevó arrastrando ambos cuerpos hacia allá, verificando su estado constantemente.

- ¿Entonces eso pasó? - Preguntó Tom alarmado ante la explicación de Marco, que estuvo toda la noche velando por él.

- Sí, pero te revise y lo más grave que tienes es esta pequeña fractura- Dijo mientras apretaba levemente la pierna del otro.

- ¿Y las armas se salvaron?- Al finalizar esta pregunta, Tom se acordó de que supuestamente Marco no sabía nada sobre ese asunto.

- Siguen ahí, si quiere voy por ellas.....

- Espera, ¿Cómo sabes sobre ello?

- Te tengo que confesar algo, los estaba espiando cuando fueron a buscar las armas.

La expresión de Tom cambió a una enojada, pero rápidamente explotó en carcajadas. Marco estaba muy confundido respecto a eso, esperaba un buen puñetazo por parte de él.

- De todas formas ibas a saber, metiche.- Dijo levemente enojado.

- ¿Entonces por qué tus reuniones son tan "secretas"?

- Por precaución, no confió mucho en ustedes. Ya saben, ya que provienen de los Butterfly.....

- Eso no tiene nada que ver.

Tom otra vez dió una risa, pero mucho más breve y reservada, casi siniestra.

- ¿Le traigo las armas?

- Por supuesto. Dejalas en la sala de reuniones.

(....)

Marco volvió y dejó los objetos en la mesa de tal habitación, como dijo Tom. Aprovecho de llevarle comida a Oskar, que tambien reposaba sus heridas en su pequeña casa y volvió a la habitación de Tom.

- Ya hice todo lo que me pidió, ¿Desea algo más?

- No gracias.

Marco iba a salir para hacer sus labores pero la voz de Tom le interrumpió.

- Quédate conmigo.

- ¿Qué?

- ¿Estás sordo? Quiero que me acompañes mientras me recupero.

- Está bien....

- Además, te debo unas clases de escritura.

(.....)

- Mueve la mano así - Tom agarró la mano de Marco para que escribiese la letra, pero parecía que se aprovechaba de la situación y mantuvo su mano ahí por varios segundos.- Muy bien, tienes una letra igual de horrible que la mía.

Marco dió una risa incómoda, no le convencía como iba su letra.

- ¿Como le hago para que mi letra sea mejor?

- Sinceramente, no sé. Pero por lo menos puedo reconocer lo que trataste de escribir.

Ahora ambos se ríeron levemente y se miraron mutuamente. Esa acción le provocó un extraño cosquilleo potente a Marco, como la primera vez que vió a Tom irrumpiendo en la tienda de esa gitana.

- Ya es de noche, deberías irme a dormir- Comentó Marco.

- No sé, preferiría que me acompañaras y que te quedarás acá....
- ¿Qué?

- ¿¡Acaso estás sordo!? Dije que te quedes aquí.

-Oh, claro.

- Apaga la vela.

Marco obedeció, dejando a oscuras esa elegante habitación y se tiró al piso a dormir, ya que Tom no le dió ninguna indicación de que tenía que hacer.

- Eres bastante imbécil, no te duermas en el piso.

- ¿Entonces adonde?

- ¡Conmigo, pedazo de imbécil!

- ¿O sea cómo...

Tom tuvo que hacer señales para indicar que quería que Marco durmiese junto a él. En su cama.

Díaz, bastante confundido ante esa invitación, se ubicó al lado de Tom e intentaba dormir, pero se sentía incómodo.

Tom al ver que no se dormía lo agarró entre sus brazos y lo abrazo, aunque con "odio y desprecio".

Marco, avergonzado, devolvió el incómodo abrazo. Unos minutos después ya estaba dormido.











El Mestizo y El Demonio (Tomco) //AU// Donde viven las historias. Descúbrelo ahora