Capítulo Diez

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Los siguientes cinco días fueron absolutamente maravillosos. Andando por la casa completamente desnudas, solo parando para tomar un baño, comer y descansar un rato después de tanto amor. Al final del quinto día, estábamos abrazadas en la cama, yo abrazándola por la espalda, rodeándola con mis brazos. La besé suavemente en su cuello y sus hombros, se estremeció un poco para luego reírse suavemente. Se apretó mucho más a mí. Suspiró.
- ¿Qué sucede? - le pregunté acariciándola
- Es que me siento muy feliz cariño. Siento que estoy en un sueño
- Lo es, mi amor - volteó su cara y nos besamos
- Tengo miedo de que algo malo nos pase. Siento mucha incertidumbre
- Yo... he pensado en algo
- Dime
- En ir a la policía - la sentí sobresaltarse, la abracé fuertemente - - ¿Qué pasa?
- Pueden arrestarme
- He hablado con mi abogado y solo pueden acusarte si te encuentran ofreciendo... ya sabes
- Entiendo
- ¿Quieres hacerlo? - se volteó completamente hasta quedar frente a mi
- Sí, pero antes... quiero contártelo todo. No quiero que hayan sorpresas para ti cuando presente la declaración
- No tienes que pasar por lo mismo dos veces - tomó mi rostro con ambas manos
- Te amo Yuri, no quiero que haya secretos entre nosotras - me dijo mirándome muy seriamente. Tenía que respetar sus deseos
- Muy bien. Cuando estés lista... - le dije acariciando sus hombros, para luego acunarla en mis brazos. Empezó con su historia. Había vivido con sus padres y una hermana menor, hasta que, cuando ella tenía 15 años, su padre murió a causa de un infarto masivo. Al parecer le había ocultado a su esposa que tenía enormes deudas; los acreedores acosaban a su madre de día y de noche. Ella terminó quitándose la vida, dejando a sus dos hijas desamparadas. A pesar de 2 años de mucho esfuerzo y trabajo por parte de Jessica para mantener a su hermana, trabajando como mesera y cajera de un supermercado, terminaron llevándosela a un orfanato. Ese día fue uno de los peores de toda su vida. Ver a su hermana ser arrancada de sus brazos. No ha vuelto a verla ni a saber de ella desde entonces. Se llama Krystal. Sollozó un poco recordando a su hermana, lo único que pude hacer fue abrazarla más fuerte y besar su cabeza. Lastimosamente, las deudas de su padre habían sido transferidas a ella. Temiendo que la llevaran a prisión, empezó a trabajar como stripper. Ganaba mucho más dinero, pero las deudas llegaron a desesperarla. Fue entonces que uno de sus clientes habituales le ofreció una suma de dinero exagerada a cambio de sus servicios sexuales y terminó aceptando. Fue despedida de su trabajo como stripper y desde ese entonces, hace unos tres años, inició de manera independiente, pero recibía maltratos y muchas veces temió por su vida trabajando en las peores condiciones posibles. Fue entonces que conoció a Gary, quien le ofreció la protección de una pandilla a cambio de parte de sus ganancias. Trabajaba para ellos. Ya no era maltratada, pero la pandilla trataba a las mujeres como sus objetos de mercancía, a veces vendiéndolas en el extranjero. Debido a su belleza era bastante popular, por lo que recibía un mejor trato, pero no dejaba de sentirse en constante peligro, sucia y vacía por dentro
- Hasta hace un par de meses que llegaste a mi calle. No lo supe entonces, pero me gustaste desde el primer momento Yul. Inevitablemente iba a enamorarme de ti - me dijo con lágrimas en los ojos. Tomé su rostro con mis manos y la besé tiernamente en los labios
- Todo estará bien de ahora en adelante, te lo prometo. No dejaré que nadie vuelva a hacerte daño. ¿Confías en mí?
- Confío en ti amor... ¿Me amas?
- Te amo Sica... - la rubia sonrió ampliamente - Iremos mañana a primera hora, ¿Te parece bien?
- Si - me contestó uniendo sus labios con los míos para luego descansar su cabeza en mi hombro
- Todo saldrá bien, mi amor, te lo prometo - dije abrazándola fuertemente por largo rato para luego volver a dormirme a su lado.

Cuando vio a esa rubia de blusa negra y jeans azules sentada en la recepción, lo único que pudo recordar el detective Cho fueron los momentos en que pensó que llevaba a una prostituta a morir a la sala de emergencias de un hospital. Estaban vigilando la actividad de pandillas alrededor del parque MacArthur, cuando un repentino bullicio y gritos se hicieron sentir en una calle cercana. Encendió la sirena de su vehículo y pidió refuerzos por radio. Lo único que encontró al llegar al lugar fue a una chica rubia, una prostituta, sentada en el piso, con la respiración entrecortada, muy hermosa, pero más pálida que un papel y con sus manos ensangrentadas sosteniendo su estómago. Salió de su patrulla, quitándose la chaqueta que llevaba y colocándola en el estómago de la joven. Llamó enseguida por una ambulancia, no pudo recordar cuales fueron sus palabras exactas.
- ¿Voy... a... mo... rir? - preguntó la rubia con los ojos llenos de lágrimas y ahogando gemidos de dolor
- No, no vas a morir. Espera un poco, la ambulancia viene en camino - la rubia sonrió tristemente
- Su... pongo... que... es... te... iba a... ser... mi... destino
- No, no lo será - respondió el oficial apretando aún más la pieza de tela contra el cuerpo de la chica
- Solo... dile... a... mi... Yuri... que... la amo - respondió soltando lagrimas aún más gruesas
- ¿A quién?- preguntó distraído por el sonido de la ambulancia que ya llegaba y viendo que la mujer respiraba agitadamente. Sino la movían de ese lugar fallecería en sus brazos. Subió a la ambulancia con los paramédicos, viendo como le daban respiración artificial con una bolsa azul y una máscara que se amoldaba a la cara, pinchándola en los brazos y apretando desesperadamente las bolsas de suero para que el líquido saliera más rápido. En cuestión de unos tres minutos, que le parecieron eternos, llegaron a la emergencia, donde se quedó atónito dentro de la ambulancia
- Mujer, más o menos de 25 años, encontrada por agente de policía cerca del parque Mac Arthur con herida por arma blanca en abdomen en cuadrante...- fue lo último que escucho antes de verla desaparecer por la puerta, pensó que había muerto. Por eso no creía lo que estaba viendo. La rubia, tomada de la mano de una morena igual de preciosa, esperaba por él desde hace unos momentos. Se acercó a donde estaban las mujeres e hizo una pequeña reverencia, que fue respondida por una igual
- Detective Cho KyuHyun a sus órdenes, ¿En qué puedo servirles?
- Buenos días - dijo la morena rompiendo el silencio - Soy Kwon Yuri y ella es mi novia, Jessica Jung. Queremos presentar una denuncia
- ¿Así que tú eres Yuri, eh?
- ¿Nos conocíamos?
- De cierta manera, veo que no me recuerdas - dijo hablando hacia la rubia
- No entiendo - dijo mirando fijamente al oficial. A los pocos segundos, se llevó las manos al rostro ahogando un grito y abrazó fuertemente al sorprendido policía
- Muchas gracias oficial, sino fuese por usted yo estaría muerta - dijo Jessica deshaciendo el abrazo
- Así que fue usted - dijo Yuri extendiendo su mano y estrechándola contra la del ahora emocionado hombre - Yo también le debo mucho entonces
- No es nada. Imagino que eso es por lo que vienen - ambas mujeres afirmaron con la cabeza - Vengan, hablemos en privado - dijo señalándoles el camino. Jessica volvió a contar su historia al policía, pero esta vez Yuri sostuvo su mano fuertemente todo el tiempo - Entiendo, así que este sujeto, Gary, fue el atacante. ¿Ha estado presente en otro tipo de transacciones, señorita Jung?
- Si, los paquetes con drogas pasan todo el tiempo frente a nosotras
- Entiendo, de hecho, estamos buscando a este tipo desde hace mucho tiempo. Es el mandadero de una pandilla internacional involucrada en el tráfico de cocaína y estupefacientes. Utilizan la prostitución como tapadera y como un negocio muy rentable para luego poder hacer tratos de drogas
- ¿Puede ayudarnos oficial? - preguntó Yuri
- Por supuesto, la señorita Jung pasará a tener protección nuestra y es posible que tengamos que pedir su testimonio en corte, pero me temo que tenemos que hacer algo primero - respondió levantándose y tomando las esposas de su cinturón - Me temo que tendré que presentar cargos
- Entiendo - respondió Jessica preparándose para ser esposada, para luego ver como el oficial Cho colocaba las manos de Yuri en su espalda y las aseguraba con las pulseras de metal
- ¡¿Pero qué hace?! - exclamó una sorprendida morena
- Señorita Kwon, está bajo arresto por solicitar servicios sexuales en la vía pública
- ¡¿QUE?! - gritó una igualmente confundida Jessica, persiguiendo a su chica y al oficial mientras la llevaban a una celda atestada de mujeres y cerraba la puerta- Pero yo no pienso presentar cargos, no me siento ofendida ¡Es mi novia!
- Lo sé, señorita Jung, pero no lo era cuando la llevó a su casa la primera vez - Yuri miraba al oficial con ojos cristalinos colando su cara entre los barrotes - Temo que tengo que hacerlo señorita Kwon, ya que ha confesado el delito. Llame a su abogado, no es mi intención dejarla ahí
- Pero----
- Llame a su abogado y seguro llegaremos a algún arreglo - dijo el oficial alejándose
- Mi vida, lo lamento tanto - respondió Jessica tomando las manos de su chica a través de los barrotes
- Me lo merezco Jess, sabía lo que podía pasarme si iba a buscar alguna chica al parque. No te sientas mal, amor. No me arrepiento de haberlo hecho, sino no te hubiese conocido - contestó Yuri acariciando su cabello - Ten cariño - le dijo colocándole su teléfono en la mano. Le pareció que las intenciones del oficial Cho eran buenas, ya que no le decomisó el aparato - Llama a mi abogado, llama a Junsu. Él vendrá enseguida cariño, no te preocupes
- Lo siento tanto cariño, lo siento tanto - repetía una llorosa rubia
- Tranquilízate mi vida, llama a Junsu. Llámale - contestó marcando el número de su abogado y poniéndolo en la oreja de su chica. El teléfono sonó tres veces y Jessica se alejó de los barrotes para darle los detalles. Al cabo de unos cinco minutos, guardó el teléfono en su bolsillo y se dirigió de nuevo donde estaba Yuri, limpiando las lágrimas de su rostro
- Dice que está en su oficina, pero vendrá enseguida. Que no nos preocupemos...
- ¿Ves? No hay nada de qué preocuparse cariño, ya saldré de aquí. Será algo que podremos contarle a nuestros nietos
- No es momento de bromas, Yul. Verte ahí es horrible
- Admite que sería gracioso, se reirán mucho - dijo sonriendo para tranquilizar a su novia
- No es gracioso cariño. No estaré tranquila hasta que salgas - dijo besándola en los labios a través de los fierros
- Ahora estarás con una ex presidiaria - continuó diciendo Yuri en tono de broma, esta vez haciéndola reír suavemente - Todo va a estar bien
- Todo va a estar bien - dijeron volviendo a besarse. Pasó una hora antes de que Junsu llegara, saludó brevemente a Yuri y se dirigió a hablar con el detective Cho. Al poco rato, el oficial llegó de nuevo a la celda dejando salir a Yuri. Jessica se echó a sus brazos
- Necesito que firme su declaración, señorita Jung. Un oficial las acompañará hasta su domicilio y se quedará ahí como protección hasta que todo esto se arregle
- Gracias - respondió Yuri
- De nada, su abogado le dará más detalles acerca de nuestro arreglo
- Gracias de nuevo - contestó esta vez Jessica, viendo al detective sonreír tímidamente y alejarse de la escena
- Ese detective es algo persistente. No pude librarte de la clase de dos horas de educación sexual ni de las 10 horas de servicio comunitario, pero si pude lograr que borraran este arresto de tu expediente y que redujeran tu multa a mil dólares
- No es problema. Muchas gracias Junsu, siempre te llamo en mis momentos de mayor desesperación
- Sabes que cuentas conmigo, pero esta vez no te libraras de invitarme a comer - dijo el rubio con una sonrisa, haciendo sonreír a las dos mujeres que no habían dejado de abrazarse - Más que hablar con mi cliente, necesito hablar con mi amiga
- Claro, yo también necesito hablar con mi amigo - dijo ofreciéndole su mano. El hombre la tomó fuertemente y la soltó a los pocos segundos
- Vamos a firmar la declaración - dijo dándole paso a la pareja frente a él.

{YulSic} RoxanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora