Capítulo Uno

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Habían pasado más de tres meses desde que Yoona se fue a Francia a estudiar actuación. He sido como una loba solitaria desde entonces. Pensé que estar casi viviendo en el hospital me ayudaría a alejar mis pensamientos de mi ex novia, pero ya no es tan efectivo como los primeros días. Mi gabacha y mi estetoscopio se sienten pesados sobre mi cuello. Apesto. Es el precio a pagar después de cada guardia. La muerte nunca duerme, como solía decirnos un profesor de forense. Siempre recuerdo sus palabras, justo cuando me tocó finalizar las maniobras de resucitación a un crío de 18 años que chocó estrepitosamente contra un árbol:

- Detengamos maniobras. Hora de la muerte dos y veinticinco pm...

- Doctora Kwon... es prácticamente un niño - me espetó uno de los residentes de primer año. Taemin siempre era sensible ante estas situaciones

- Es un crío que tiene trauma de cráneo abierto severo, hemotórax derecho, tórax inestable y la cara hecha trizas. Hora de la muerte dos y veinticinco pm. Firma por favor los papeles Lee - le contesté haciéndole ver la autoridad de la jefa de residentes, pero partiéndome el alma por dentro al ver como el alma de este chico se despedía de este mundo de la manera más inútil y tonta posible. Me quité los guantes en un solo movimiento y los arrojé en el rojo. Tenía que comer algo por lo menos. Me detuve en la primera máquina que encontré y localicé mi chocolate favorito. Introduje el billete de un dólar y observé como niña pequeña como la pequeña barra se desprendía. Este día había tenido cinco de esos. Nadie pensaría que son los médicos los que peor se alimentan

- No deberías de comer tanta basura - me dijo una voz familiar a mi espalda haciendo que me volteara. Era Tiffany, mi compañera de carrera y agregada de Medicina Interna. Le sonreí tontamente devorando el dulce

- ¿Mira quién lo dice?, quien le echaba más de tres cucharadas de café a la Coca Cola para poder estudiar y después se echaba un Red Bull bien frío de un solo trago - le contesté con la boca llena

- Mea culpa - dijo acercándose a la máquina y sacando un chocolate para si - No cambias para nada, ¿eh?

- ¿Por qué habría de hacerlo? Mi personalidad es asombrosa

- Y llena de chocolate - contestó mordiendo la barra de dulce con mucho entusiasmo - ¿Cómo estás? - inquirió otra vez preguntándome por lo de Yoona. Detesto que la gente me haga ese tipo de preguntas. Me carga demasiado. No, no me siento bien. Necesito... sexo

- Mal, ¿Cómo te crees que estoy? La comida es el único placer que tengo en mi vida hasta el momento

- No entiendo. ¿Cómo es que la super casanova Kwon Yuri no ha tenido una mujer en su cama en estos meses? - boté el envoltorio vacío a la basura

- Fany, todo mundo sabía que andaba con Yoona y créeme, lo he intentado. Con la enfermera Lee, esa chiquita bajita muy... - dije llevando mis manos hasta mis pechos. Fany sonrió con mi ocurrencia - Eso. Nada. Lo he intentado con un par de auxiliares y con una chica de fisioterapia, todas creen que sigo empatada con Yoona

¿Quién lo diría? Bueno, será un caso de esos - dijoTiffany alejándose - Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas -me gritó desde lejos guiñándome un ojo. ¿Me quiso decir lo que creo que mequiso decir?

Medité la sugerencia de mi amiga durante mucho rato. Pasé la última ronda con el grupo de guardia de esa noche y me dirigí a las duchas. Sentir la frescura del agua me calmó de sobremanera. Me recosté de espaldas sintiendo la fría cerámica sobre mi piel. Fany me conoce demasiado, sabe que soy capaz de hacerlo. Es más, ya lo he hecho. Desde que empecé a andar con Yonna que no lo hice más, eso fue hace tres años. Me deshice del shampoo y del jabón que había utilizado para lavar mi cuerpo y encendí la llave del agua caliente. Eso me excita, pero en momentos como estos solo me hace querer tener a una mujer a mi lado para poder abrazarla, estrujarla, besarla, comérmela entera. Sin enterarme, una de mis manos ya está encima de mi monte de venus esperando permiso de mi cerebro para actuar, pero me detengo a tiempo. Sería muy malo que alguna residente entrara y me viera masturbándome como si nada pasara. No a mí, no a la Jefa. Tengo que desconfiar hasta de las paredes. En un hospital nunca hay secretos.

{YulSic} RoxanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora