Capítulo Once

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Cuando Jessica le contó lo que pensaba hacer a Yuri, la respuesta de la más alta fue inmediata

- No

- Pero amor....

- No. No dejaré que hagas eso por nada del mundo

- Mi vida, la oficial Liu está dispuesta a acompañarme. Tengo que hacerlo

- No, no tienes que. Quieres hacerlo que es diferente – respondió Yuri levantándose de la mesa

- No entiendes Yul – dijo Jessica siguiéndola - tengo más de dos meses sin ir a mi casa. Tengo que traer cosas importantes de ahí. Documentos, ropa, recuerdos

- ¿Qué recuerdo puede ser tan importante Sica?

- Mi acta de nacimiento y los certificados de la escuela, las consolidaciones de las cuentas de mi padre, las fotos de mi hermana – dijo esto último con un tono de tristeza

- Cariño – dijo tomándola por los hombros – Entiendo, créeme que te entiendo, pero no voy a permitir que te acerques a ese lugar

- No te estoy pidiendo permiso – la morena endureció su rostro – Mi vida – respondió Jessica tomándola de la mano y sentándola junto a ella – Te adoro, pero tengo que hacer esto, puedes elegir enojarte conmigo y quedarte aquí o puedes acompañarme como la buena novia que siempre has sido - Yuri besó sus manos

- Solo quiero que estés segura, no quiero que nadie te haya daño

- No va a pasar nada cariño. Solo entramos, tomo lo que necesito y nos vamos. Será cuestión de unos minutos – Yuri respiró hondo y afirmó resignada

- Está bien, unos minutos y nos vamos – Jessica se lanzó a sus brazos y la besó en la mejilla

- No será mucho más que eso, lo prometo

- Espero que no nosequivoquemos. 

Realizamos el viaje ese mismo día. Nunca había estado en esa parte de la ciudad. Al parecer, yo solo conocía la parte bonita, la que siempre visitan los turistas. Fue un viaje un poco largo, alrededor de una hora y unos minutos más hasta la humilde casa de un piso y dos cuartos de mi novia. La puerta del frente tenía un balcón de hierro cerrado con un candado bastante grande. La oficial Liu fue la primera en salir con arma en mano, seguida de Jessica y luego por mí. Jessica metió la llave en el candado y abrió la primera puerta, luego la segunda puerta de madera mucho más fácilmente. La oficial estaba a nuestra espalda sin guardar su arma. Todo estaba cubierto por una espesa capa de polvo, pero sencillamente ordenado.

- Bienvenidas ambas a mi humilde casa. Sé exactamente dónde está todo, no tardaré – dijo abriéndose paso. En una mesa del centro se encontraba un enorme florero con unas rosas rojas marchitas y casi deshojadas por completo. Las reconocí enseguida. Solo podíamos escuchar a Jessica desde su cuarto, revolviendo gavetas. Salió hasta la cocina y regresó con un par de bolsas en sus manos

- ¿Amor?

- ¿Si cariño? – dijo buscándome con la mirada

- ¿Son mis rosas?

- Si, son tus rosas

- ¿Ya me querías? – la rubia sonrió ampliamente y afirmó con la cabeza - ¿Necesitas que te ayude? Me siento algo inútil

{YulSic} RoxanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora